POR RICARDO ROA
No hay nada más
difícil que asumir las historias verdaderas cuando están atravesadas por el
dolor. Norma Morandini asume la suya, la de sus dos hermanos desaparecidos que
se llamaban, por coincidencia, Néstor y Cristina .
Néstor y Cristina
Morandini o “La Pipi” y “El Titón”, fueron desgarrados de los suyos y de la
vida por el Estado terrorista de la dictadura. Tuvieron una vida breve y se la
jugaron y la perdieron en esos años de sangre y fuego, donde muchos, como
ellos, creían que no se podía enfrentar a un sistema que empleaba la violencia
sin utilizar la violencia .
El relato de
Morandini es como una carta abierta a sus dos hermanos (Ver: El sacrificio de
Néstor y Cristina, mis hermanos desaparecidos). Cuenta su dolor sin odio y hay
escenas que estremecen: “La que más me cuesta evocar es tu resistencia, Pipi, a
ser metida en el ascensor y tu desgarrado grito pidiendo ayuda ” recuerda,
cuando Pipi fue secuestrada de su casa en 1977. Y dice que su madre “fue a la
Plaza” pero “se negó a entrar en el Palacio, porque siguió fiel al principio de
no partidizar los organismos de derechos humanos”.
La tragedia de los
hermanos Morandini fue íntima y como señala Norma, “la verdadera intimidad es
el dolor”. Pero a la vez es pública: es la tragedia de los desaparecidos y es
la tragedia de todos .
En cambio, no es más
que una comedia la de los funcionarios de este Gobierno, que compiten por quién
pierde antes la dignidad. Un ex ucedeísta como Boudou acaba de decir que
Cristina es hoy “la líder espiritual de la Nación” . Una comparación con Evita
desmesurada y calculada. Y explicable en alguien acosado por la Justicia, que
siente el miedo degradante a quedar afuera, sin el amparo del poder.
El recurso a esa
mitología es kirchnerismo puro. Pero es mitología: Cristina Kirchner no es
Evita ni Néstor Kirchner fue Perón. Y además, Cristina y Néstor Kirchner no
fueron Cristina y Néstor Morandini : vivieron la segunda mitad de los 70 de
manera muy diferente. Se recluyeron en el Sur a hacer su vida y sus negocios
sin ningún riesgo. Y luego, ya en el poder y sin dejar los negocios, impostaron
una militancia que no tuvieron para buscar legitimidad moral. Nunca fueron
héroes. Es tan difícil asumir la historia verdadera como fácil falsificarla
para beneficio propio.
La astucia mayor de
los K fue apropiarse de la bandera de los derechos humanos. Y de una historia
compleja y contradictoria, que no admite una lectura lineal, eligieron la parte
que creen que más rédito político les da.
Otra es la que cuenta
Morandini: “Mi obsesión, mis queridos hermanos, es defenderlos de los que de
manera oportunista buscan apropiarse de sus sacrificios , sin saber que
ustedes, Néstor y Cristina, mis dos hermanos presos desaparecidos, murieron
como tantos otros para que los argentinos aprendiéramos a vivir en libertad,
sin tutelas ni autoritarismo”.
Clarín, 28-7-12