Por Carlos Álvarez Cozzi,
Catedrático universitario de Derecho-Uruguay
Si dijéramos que nos extrañó,
faltaríamos a la verdad! Es que el descaecimiento de las instituciones en la
hermana República Argentina clama al cielo. Centenas de miles de personas el 8
de noviembre salieron a las calles de Buenos Aires, otras ciudades de la Provincia de Buenos
Aires y localidades de provincias del
interior y hasta del exterior, con pancartas, a manifestar hartos de malos
servicios públicos, corrupción política y administrativa, falta de seguridad
pública, carestía inflacionaria, salarios que no alcanzan, y un largo etcétera.
Es que a la autocracia de la
presidente Cristina Fernández le sigue la competencia de su séquito. Se vieron
carteles “Viva la Reina ”
y otros por el estilo que denotan hartazgo del mismo pueblo que, siguiendo la
tradición peronista, le dio el triunfo en las elecciones nacionales con un 55%
pero antes que limitara la compra y salida de dólares y apretara la censura
contra la libertad de prensa. Quienes estamos tan cerca como los uruguayos de
esa realidad e incluso estuvimos el fin de semana pasado en Buenos Aires,
pudimos ver una ciudad venida a menos, con apagones, falta de agua y agujeros
en las calles céntricas.
Cuando
Dios no ocupa el primer lugar suceden estas cosas. La ambición desmedida, la
corrupción, el amiguismo determinan que todo vale y que el pueblo no cuenta.
Así
terminan casi siempre los déspotas. Aislados y rechazados por el soberano.
Habrán de aprender la lección de la historia? Se darán cuenta que la soberbia
no conduce al bien común? Reconocerán el señorío de Dios sobre todo lo creado
tratando a los demás como hermanos?