Está clarísimo que cada uno puede tener, y tiene, su visión de las cosas, sus interpretaciones y sus preferencias. También se sabe que la vida no transcurre únicamente por canales institucionales. Todos tenemos el derecho de quejarnos sin necesidad de esperar a votar; todos tenemos la potestad de protestar cuando encontramos motivos; todos podemos indignarnos cuando algo nos indigna...pero que eso ocurra, que pueda ocurrir y que pueda estar bien que ocurra, no significa que por esos caminos vaya a resolverse nada.
Gusto o no guste, los asuntos del gobierno de una sociedad conforman un campo específico de actividad que llamamos política. La Argentina padece muchos déficits (tantos, que empezar a enumerarlos ensombrece el alma). Uno de ellos, para bien o para mal, está en la raíz de la falta de respuestas constructivas a los problemas colectivos: es la irrelevancia de la vida política actual, la baja calidad de la representación democrática, la pobreza de las ofertas disponibles y la desactivación política de la ciudadanía.
Si eso no mejora, es difícil que mejore todo lo demás.
Fuente: Perfil, 9-12-12