Por José Antonio
Riesco
No se me ocurre
oficiar de profeta y enunciar el plazo que aún le resta a la actual Presidente en el cargo. Aunque todo habla del estallido del “modelo”,
tengo el hábito, aprendido en el periodismo y en la investigación
universitaria, de limitarme, en todo lo posible, al manejo de lo que ofrece la
realidad y sus tendencias. Pero tampoco quiero hacer de mero espejo de los
hechos y de sus actores.
Hace exactamente un
año la Presidente
juró su segundo mandato, con la aureola del 54% de los votos que conquistó con
el uso y abuso de los recursos públicos. Un aspecto que casi toda la dirigencia
opositora eludió denunciar como gravísimo déficit de legitimidad del triunfo
oficialista. Sra. ese fue un delito y no de los menores.
En la misma
oportunidad asumió el vicepresidente Amado Boudú, símbolo encarnado como que se
venía ejerciendo –de modo absurdo y caprichoso-- el poder del gobierno y la asignación de
candidaturas y canonjías. Pronto se supo que más allá de su descalificación
constitucional el favorito de turno encajaba en las cláusulas del Código Penal.
Sra. ese fue un acto de desprecio a la sociedad nacional.
De entonces a la
fecha más que el tiempo corrió una turbulenta corriente de preocupantes
novedades sobre todo en materia económica. Esas acumuladas por una gestión que,
por años, viene combinando la corrupción con el desprecio por las leyes
objetivas de la economía y la buena administración. Basta evaluar la gestión
del ministro Julio de Vido para comprobarlo.
Sra. ¿Qué misteriosa fuerza lo sostiene en semejante función..?
Resultaron mentirosas
las declaraciones que, durante la campaña electoral, habían negado
enfáticamente que los efectos de la crisis exterior, y especialmente, la de
orden interno, se harían presentes en el país. Apenas días después del segundo
juramento, la llamada “sintonía fina” (o medidas finan cieras) advirtió que los
argentinos entrábamos en un ciclo de ajuste. Y que el electorado, encandilado
por el reparto de colchones y computadoras,
había sido vilmente estafado.
De ahí en adelante la
realidad comenzó, aceleradamente, a desnudar sus miserias. En lugar de un
economista capaz y de prestigio para afrontar el tsunami se le dieron plenos
poderes a Guillermo Moreno (como luego se hizo con Etchegaray) para que, a la
manera de un comisario prepotente, se llevara por delante la propiedad privada,
la libertad de comercio y los derechos a adquirir y disponer de moneda
extranjera. Con allanamientos abusivos y el uso de perros, acorde a las instrucciones del Poder
Ejecutivo, fue implantado el “cepo del dólar” animado por la desesperación del
fracaso. Sra. eso no es gobernar. Y
menos en un país civilizado y que pretende existir en democracia.
La inflación –como
técnica perversa de confiscar los ingresos de trabajadores y jubilados y con
ello acrecer la recaudación fiscal-- fue
negada una y otra vez. Se sumó a la inseguridad jurídica ya imperante,
desalentando las inversiones y se restringieron las exportaciones e
importaciones. Tampoco cesó el saqueo de
los fondos jubilatorios y de las arcas del Banco Central, y llegamos a la
humillación del embargo de la Fragata Libertad.
Ante el mundo nos
mostramos como un Estado sin respetabilidad,. Luego de aceptar su
responsabilidad en el estropicio el ministro de defensa sigue en el cargo.
Acaso por que la venganza ideológica nos ha dejado sin un matagatos y sin
voluntad de pelea. Por eso no atinamos a un operativo comando a fin de restaurar el papelón. Cómo lo hicieron los 33
Orientales para rescatar el Uruguay, también los judíos en Entebe y antes los
alemanes para rescatar a Mussolini. ¿Qué hizo Ud. Sra. con el poder militar de la Nación.. ?
En el ínterin reventó
la calle –como ahora lo hace la
Justicia-- y el grueso
del sindicalismo se declaró harto y lanzado a la protesta. La oposición
partidaria dejó de lado los bostezos e inició el juego de los acuerdos; y desde
Córdoba, como otras veces en el pasado, salió un gesto de rebeldía. Sí, reventó
la calle. Y tuvimos, en todo el país, multitudes diciendo ¡Basta..!! el 8-S, seguidamente el
8-N y luego el 20-N. Ante estas manifestaciones inconfundibles, Sra. Ud.
prefirió cerrar los ojos y taparse los oídos.
El reciente fallo de la Cámara Federal en
lo Civil y comercial no fue un alzamiento (la versión del ministro Alak) ni una
vergüenza (en el dicho de Sabbatella). Es que en algún sitio del sistema
institucional -ese que Ud. Sra. viene
bastardeando por años-- hubo una
trinchera de vergüenza y legalidad. La Argentina hace largo tiempo que, aún
con sus déficits, vive bajo una Constitución y el “modelo” Sra. que Ud.
maneja pretende que sea una toldería. Eso tendrá alguna formalidad parcial pero
lleva el sello de la ilegitimidad, donde está negada la legalidad y además la
moral.
¿Qué viene ahora..?
No es para hacerse ilusiones. Por su reconocido estilo y el coro de
aplaudidores que la rodea, no es Ud. Sra. una persona capaz de rectificar
errores - ¿Qué viene ahora..? Escuchemos
y leamos a los premonitores. Con respeto lo digo, suelen equivocarse y a veces
acertar.-