Por Gustavo Carabajal
Los asesinatos de policías aumentan año tras año y ninguno de los planes de seguridad aplicados en los últimos meses sirvió para frenar esa ola creciente de homicidios. Sólo en territorio bonaerense y en la Capital Federal, mataron a 33 uniformados en 2013, según cifras oficiales.
Es el número más alto de policías asesinados desde 2003, cuando fueron 62 los crímenes de efectivos de las distintas fuerzas de seguridad.
De los 33 uniformados asesinados, 15 se desempeñaban en la Policía Federal; 15, en la bonaerense y los tres restantes en la Metropolitana, la Policía de Seguridad Aeroportuaria y en la policía de Santa Fe. Este caso se incluyó porque el suboficial fue ejecutado cuando intentó impedir un robo en la casa de un familiar en la ciudad bonaerense de Guernica y se identificó como policía.
Por otra parte, la estadística oficial vuelve a poner en evidencia los niveles de violencia en el conurbano bonaerense, territorio donde se produjeron 32 de los 33 crímenes.Continúa en la página 29
El único caso registrado en la ciudad de Buenos Aires fue el homicidio del suboficial de la Policía Federal Héctor Domínguez Fernández, quien fue asesinado el 17 de mayo pasado, durante un tiroteo con un grupo de delincuentes que asaltaron a una mujer en Caballito.
La estadística incluyó sólo los uniformados asesinados en el área metropolitana. En caso de sumarse los homicidios ocurridos en el resto del país, la cantidad de policías asesinados en la Argentina llegaría a 40. Tres de esos siete efectivos se desempeñaban en la policía de Santa Fe; dos, en la de Córdoba, uno en la de Tucumán y el restante, en la de Río Negro.
Al cruzar los datos de las estadísticas sobre los móviles de los homicidios o las circunstancias en las que fueron asesinados los policías en el área metropolitana, quedó al descubierto el recrudecimiento de los robos de automóviles.
Por lo menos en quince de los 33 hechos, los policías fueron asesinados porque se resistieron a que les robaran sus vehículos. Algunos de esos episodios ocurrieron cuando los policías estaban de civil y fueron sorprendidos por los delincuentes en el momento en que estaban en las puertas de sus casas, por tal motivo varios de esos casos se confundieron con entraderas.
A partir de la revisión de cada uno de los episodios estaría determinado que, en sólo tres de los 33 casos, los policías fueron asesinados porque quisieron evitar que los malvivientes ingresaran en sus casas.
Mientras que, en trece casos, los uniformados resultaron muertos durante enfrentamientos con delincuentes cuando intentaron impedir algún asalto. En tanto que en dos casos los policías fueron interceptados por ladrones mientras caminaban por la vía pública y los mataron por el sólo hecho de ser integrantes de una fuerza de seguridad.
De todo el conurbano, la zona oeste fue el área más violenta. Allí, en los partidos de La Matanza, Morón y San Martín se registraron 18 de los 33 homicidios de policías durante 2013.
Hubo once casos en la zona sur del conurbano y el resto de los episodios se produjeron en San Pedro, Zárate, Coronel Dorrego y en la Capital Federal.
Esta distribución geográfica de los homicidios de policías reveló también que la mayoría de los uniformados fueron atacados cuando no estaban de servicio. Por lo menos así se puso de manifiesto en los casos de los efectivos de la Policía Federal.
Sólo uno de los quince uniformados de esa fuerza de seguridad resultó muerto cuando cumplía sus tareas en la comisaría 13a. en la jurisdicción que le correspondía. Al mencionado Domínguez Fernández lo mataron porque salió en defensa de una mujer a la que estaban asaltando en la esquina de Honorio Pueyrredón y Belaustegui.
Esto reveló que un importante porcentaje de los integrantes de la Policía Federal vive en el conurbano y lejos de su lugar de trabajo, que es la ciudad de Buenos Aires. Por tal motivo no sorprendió que muchos de ellos fueron asesinados cuando se trasladaban a tomar servicio y estaban vestidos de civil.
La mayoría de los otros catorce policías murieron en actos de servicio porque intervinieron en asaltos ocurridos en lugares donde ellos habían ido a comprar comida o porque quisieron robarles sus automóviles.
Por ejemplo, el cabo Jorge García fue asesinado el 24 de julio pasado, cuando se identificó como policía e intentó impedir que tres delincuentes asaltaran la pizzería situada en la esquina de Craviotto y Mosconi, en Quilmes, a cuatro cuadras de su casa.
Mientras que al suboficial Jorge Córdoba, que se desempeñaba en la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal, lo mataron para robarle su Fiat Punto gris en la esquina de Lartigau y Rivera Indarte, en Villa Luzuriaga. Este fue uno de los quince hechos donde los policías fueron asesinados porque se resistieron a que les llevaran sus vehículos.
Entre las víctimas también hubo mujeres que se desempeñaban en la policía bonaerense. La capitana Alicia Del Valle González, de 59 años y la sargento Karen Krog, de 23, fueron asesinadas en distintos hechos de inseguridad ocurridos en Berazategui y en Coronel Dorrego.
LA ABSURDA MUERTE DE LA SARGENTO KAREN KROG
Eran las 5.30 cuando la sargento Karen Krog, de 23 años, junto con un compañero, acudió a una emergencia en el centro de la tranquila ciudad bonaerense de Coronel Dorrego. Una vecina había llamado al 911 para avisar que había una persona que rompía los vidrios de los autos estacionados frente a su casa con fines de robo. El operativo no parecía tener mayores riesgos. Pero los uniformados no pudieron calmar al joven exaltado quien, en un forcejeo, le sacó el arma reglamentaria a otro policía y mató de un tiro en la cabeza a la mujer, al tiempo que el sujeto escapó en el patrullero, pero finalmente fue detenido cuando volcó. El dolor invadió a todos los que la conocieron, nadie hallaba una respuesta a ese trágico final.
La Nación, 29-2-l3