Por José Antonio Riesco
INSTITUTO DE TEORIA DEL ESTADO, 28 de octubre de 2015
Alrededor del 15 de noviembre próximo se realizaría un
debate público entre los “presidenciables” que lograron mayores porcentajes en
la votación del pasado domingo 25; o sea Daniel Scioli (el pingo de doña
Cristina: 36,86) y Mauricio Macri (el gringo de “Cambiemos”: 34,33). Algo hay
que esperar del diálogo, al menos como espectáculo para la mucha gente que
sustituye el altar por la pantalla a domicilio.
Detrás del telón no hay dudas que está en marcha otro
coloquio, de auténtico sentido político, y es el que protagonizarán, de un
lado, Sergio Massa, y del otro los dos “presidenciables” ya mencionados. Para ambos tiene un atractivo
especial el 21,34% de los votos que ya obtuvo el diputado nacional que lidera
el Frente Renovador. Scioli los necesita y Macri también, por eso la cuestión
ofrece algunas variantes.
1) Al decidirse en 2014 su ruptura con el régimen de
doña Cristina, trascendió que Massa
invitó a Scioli para marchar juntos, y que éste le contestó “No ha lugar..!
- Hoy no haría lo mismo.
2) Acorde a la versión de Felipe Solá, hombre
importante al lado de Massa, el PRO, en el mes de mayo pasado al FR le infirió
una ofensa al negarse a negociar con ellos una alianza. “-Entonces ahora que se
jodan..!” – Persiste el resentimiento..?
y máxime que la Lic. María
Eugenia Vidal, “macrista” ganó la gobernación de La Provincia con el 39,49%, derrotando al caballo del
comisario (Aníbal F.: 35,18%). Don Felipe se quedó con el 19,22%. ¿El Frente
Renovador está en lo mismo..?
En toda negociación una de la partes fija y expresa
sus pretensiones, frente a lo cual la otra debe decidir y exponer qué está
dispuesta a conceder. Quiere decir, desde este ángulo, que un eventual acuerdo
entre Scioli o Macri con Massa, como es políticamente sensato, pasa por los
altos cargos nacionales (ministerios, embajadas) que aquellos están, o
estarían, dispuesto a ceder a los dirigentes del Frente Renovador. Por ejemplo:
la embajada ante la OEA para José Manuel de la Sota, otra importante para Solá
o la cartera de interior para el
diputado Alberto Assef.
En la dialéctica pragmática de la política rigen dos
términos: conflicto y/o acuerdo, y de por medio suele andar el “do ut des”.
Puesto que no es cosa del diablo aunque tampoco de beatos.
El otro ángulo desde el cual enjuiciar las facilidades
o las dificultades para que se habilite un acuerdo entre Massa y alguno de los
dos presidenciables en carrera, sería el “ideológico”. Con sus ventajas y
dificultades. Massa y Scioli son “compañeros”, al menos desde los días en que
el primero fue jefe de gabinete en la presidencia de Néstor Kirchner, y el
segundo vicepresidente. Pero sabido es que las hermandades políticas son, según
el viejo tango, como “amores de estudiantes, un día un juramento y mañana una
traición”. Y esto sin descartar afinidades de catecismo.
Entre Macri y Massa las diferencias “metafísicas”, o
sea abstracciones doctrinarias con la pretensión de gobernar las decisiones de
los líderes y de los grupos, tendrán un peso determinado. Más que de los
voceros auténticos de don Sergio, han sido algunos de sus aliados extra
partidarios los que se vienen esmerando en nominar de “neoliberal” a don
Mauricio. Este. a su vez, se jacta de que durante su gestión al frente de la
Capital Federal no hubo “privatizaciones”, sin excluir las sendas para “las
bici” hasta hoy a cargo del Estado. “Eso del neoliberalismo lo inventaron
Uds.”, afirmó Macri aludiendo a las políticas de Menem y que tan
apasionadamente compartieron Scioli, los Kirchner y asociados.
Acaso para desalentar esas imputaciones el líder de
“Cambiemos” suele inter cambiar mimos con el sindicalista Hugo Moyano y con el
ex presidente Eduardo Duhalde. Los invitó al acto de inauguración de la estatua
que la “ciudad autónoma” dedicó a Juan D. Perón. Vale preguntarse si Perón fue
un “estatista”.
En 23 de mayo de 1953 durante su visita al Congreso
General de la Industria y enseguida ante una delegación de empresarios, el
entonces Presidente fue muy claro: “Nosotros somos gobiernos no empresarios. La
industria es una empresa privada”. (L. Frenkel, p. 130)
Lo de “neoliberalismo” forma parte del léxico
marketinero y nada más; quien se fije en el mapa-mundis advertirá que las
naciones que efectivamente se desarrollan y actúan eficazmente en el mercado
internacional, otorgan lo funda mental de la actividad económica a las
inversiones privadas. A condición, claro está,
de que muestren un buen nivel de productividad, paguen buenos salarios y
de paso los impuestos. Y a la vez actúen dentro de las políticas básicas que
fijan las leyes. Las estatizaciones son solamente subsidiarias. En esto Perón fue muy explícito en su
disertación ante los empresarios en 1953, ya citado.
Sin olvidar que las áreas económicas estatizadas
suelen abrir un jugoso mercado de ineficiencia, y sobre todo de combinaciones
de alta rentabilidad entre los partícipes en su manejo: capitalistas
proveedores y licitatarios, grupos sindica les, burocracia técnica, y otros
sean directores o gerentes.
-Frenkel, Leopoldo: “Juan Ignacio San Martín” (El
desarrollo de las industrias aeronáuticas y automotriz en la Argentina)- Bs.
As. 1992.-