en la Conferencia Episcopal Argentina.
Unión de Promociones·Sábado, 22 de septiembre de 2018
El Miércoles 19 de Septiembre del corriente, a las 14
horas, representantes de distintas Instituciones y ONG vinculadas, mantuvieron
una reunión con miembros de la Conferencia Episcopal Argentina, a saber el
Secretario de su Comisión Ejecutiva, Monseñor Carlos Malfa, Obispo de
Chascomús, y por Monseñor Jorge García Cuerva, Obispo Auxiliar de Lomas de
Zamora.
Como es sabido, todas llevan adelante una sostenida
lucha por los derechos de los Presos Políticos, ejecutando diversas tareas
específicas en su apoyo y el de sus familias; en el marco de la lucha por la
verdad histórica completa.
Al término del encuentro, las representantes de las
agrupaciones, entregaron a las Autoridades Eclesiásticas la siguiente carta
para el titular de la CEA:
SER. Monseñor Oscar Ojea
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
PRESENTE
Con filial respeto nos dirigimos a VE y por su
intermedio a todos los Obispos que integran la Conferencia Episcopal Argentina
con el objeto de manifestar nuestra honda preocupación por la situación en que
se encuentran cientos de presos políticos absolutamente olvidados de la
sociedad argentina. Representamos a distintas entidades que desde hace años
venimos denunciando la escandalosa persecución y venganza contra los acusados
de crímenes llamados de “lesa humanidad”, por hechos ocurridos en la guerra
desatada en los años setenta.
En varias ocasiones, ya sea en conjunto o
separadamente nuestras entidades se han dirigido a VV.EE. para participarles de
nuestros objetivos, con la convicción de coincidir en la urgente necesidad de
actuar, haciendo frente a la verdadera debacle del orden jurídico que padece la
Argentina.
Congregados en esta oportunidad, venimos a reiterar lo
que hemos afirmado en todas nuestras manifestaciones públicas. Nos ha unido la
inclaudicable responsabilidad que, como ciudadanos y abogados, debemos asumir
frente al escándalo provocado por los múltiples fallos judiciales que,
siguiendo los dictados del poder político, desencadenaron en el país una
sistemática persecución contra los integrantes de las fuerzas armadas y de
seguridad que, en su mayoría, actuaron como jóvenes oficiales en aquella
guerra, sujetos a las órdenes de sus mandos militares y a las instrucciones del
gobierno civil de entonces.
No nos impulsó en esta difícil cruzada, la
reivindicación del llamado proceso militar, sino la verificación de lo que hoy
acontece, han desaparecido los derechos y garantías constitucionales, cuyo
epicentro es el principio de legalidad, siendo sustituidos por una confusa,
abstracta y sesgada “política de Derechos Humanos”, que todo lo autoriza.
Contemplamos, con creciente alarma como la persecución política, a través de
los tribunales, que se extendió con toda virulencia durante el gobierno
anterior, contra cualquier ciudadano, militar o civil, a designio de ese poder,
y hoy continúa sin que aparezca en el horizonte la necesaria voluntad política
para poner fin a esta infamia.
Hace cuatro años, cuando la Argentina estaba gobernada
por la tiranía que había avasallado todas las instituciones republicanas, como
dirigentes de esta Asociación, peregrinamos a Roma para pedir especialmente por
los presos políticos, y el Papa Francisco nos dijo “nos estamos ocupando”. Han
pasado los años, cambió el gobierno y hay un nuevo gobierno, no obstante
pareciera que el temor a la reacción de las organizaciones defensoras del
terrorismo guerrillero, impide la difusión y adecuación a la verdad.
Los presos esperan actitudes de aliento por parte de
sus Pastores. Aquí nos permitimos transcribir un párrafo de las palabras que
dirigiera el Papa Francisco a los Obispos de Roma el pasado 8 de septiembre,
que dijo: “Por eso el obispo nutre una compasión genuina por la multitud de
hermanos que son como ovejas sin pastor (cf. Mc 6,34) y por los que, de
diversas maneras, son descartados. Os pido que tengáis gestos y palabras de
especial consuelo para aquellos que experimentan marginalidad y degrado; más
que otros, necesitan percibir la predilección del Señor, de quien sois las
manos bondadosas.”
Ha sido elocuente y enfático el ex presidente de la
Corte Suprema de Justicia, Dr. Ricardo Lorenzetti en su libro “Derechos
Humanos: justicia y reparación” en donde afirma que “los juicios de lesa
humanidad forman parte del contrato social de los argentinos y constituyen una
decisión colectiva, un consenso que va mas allá de cada dirigente, que no tiene
dueño y que, nadie puede ya impedir”.para aseverar luego “ que no puede haber
ley ni perdón para aquellos que cometieron delitos de lesa humanidad”. Estas
afirmaciones emanadas nada menos de quien estaba en ejercicio de la Presidencia
de la Corte, anticipan para quienes han sido fulminados con ese calificativo,
una segura condena de por vida, una condena a muerte, a muerte lenta, además de
constituir un grosero prejuzgamiento e incrementar el rencor entre los
argentinos.
Eso es lo que está ocurriendo. Los acusados están
sometidos a juicios aberrantes, en los que, los jueces, olvidando su deber de
impartir justicia, violentando normas elementales del debido proceso, mantienen
a estos hombres, de edad avanzada, durante largos años con prisiones
preventivas largamente excedidas, o sin ellas, para luego condenarlos en la
mayoría de los casos, a prisión perpetua, mediante sentencias inicuas, dictadas
de antemano. Como consecuencia de este insoportable desvío de la administración
de justicia, sustentada en el odio, la venganza y la utilidad política, nos
encontramos hoy con más de 2000 presos políticos y cuatrocientos sesenta
muertos en cautiverio, rubro que aumenta en progresión geométrica debido a la
edad de los presos. Las cárceles no estan previstas para mayores de 50 años.
Los únicos presos en la argentina que superan los 65 años son los presos
políticos.
Se trata sin duda de presos políticos, por cuanto su
persecución y encierro obedece a un designio político, llevado a la práctica
con la necesaria complicidad de legisladores obsecuentes que votaron la
anulación de las leyes llamadas de punto final y obediencia de vida, que en su
momento revistieron el carácter de verdaderas leyes de amnistía, y con la
participación sumisa de la Corte Suprema de Justicia designada por Kirchner,
que olvidando su primordial deber de control de legalidad, avaló esas nulidades
mediante fallos inicuos, cometiendo uno de los más groseros prevaricatos de
nuestra historia judicial.
Nos permitimos reproducir un párrafo, por demás
elocuente, de la carta del Señor Obispo Castrense, Monseñor Olivera, publicada
recientemente en el diario La Nación que dice: “En este primer año de labor
pastoral, he observado cómo, embanderados en derechos del pasado, se cometen
hoy graves, intolerables e injustificables injusticias. Aunque nos cueste
escucharlo o suponga algún dolor de cabeza, la situación de muchos detenidos
por delitos de lesa humanidad es una vergüenza para la república: una
discriminación nunca vista en democracia, llevada a cabo especialmente por
algunos miembros del Poder Judicial, con el silencio cómplice de algunos de los
miembros de otros poderes y de buena parte de la dirigencia nacional. Veo
también silenciados los sufrimientos de tantas víctimas de violencia en nuestra
patria perpetrados en tiempos de democracia equiparándolos a otras impunidades
presentes.
Otra deuda a saldar”.(sic).
Esta enorme corrupción de la justicia y de la
dirigencia está en sintonía con el formidable avance de una verdadera
revolución cultural que, aunque iniciada antes de ahora, ha cobrado en estos
últimos tiempos una inusitada gravedad, con la promoción de leyes inicuas
afectando severamente el orden social y especialmente la institución de la
familia, a lo que se suma un hostigamiento a la Iglesia Católica, cuya
influencia y ascendiente en la sociedad argentina se intenta reducir a la
mínima expresión.
En suma, frente a la degradación, violencia, división
y odio propugnada por los impulsores de estas persecuciones, urge llamar a la
concordia entre los argentinos, bregar por el restablecimiento de un orden
justo, con plena vigencia del estado de derecho, y alentar una generosa
amnistía. Son premisas indispensables para la reconstrucción de la República.
En este orden, estamos seguros que los Señores Obispos deben ejercer su
insustituible autoridad moral, iluminando a la sociedad argentina, con la
doctrina de la justicia y el perdón que emanan del Evangelio.
Saludamos a los señores Obispos con filial estima en
Cristo Nuestro Señor
Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia.
Alberto Solanet - Presidente.
Carlos Bosch - Secretario.
Por AFAVITA (Asociación Familiares y Amigos de
Victimas del terrorismo)
Sra. Silvia Ibarzábal.
Por AUNAR (Asociación Unidad Argentina)
Cnl (R) Horacio Guglielmone.
Por AFYAPPA (Asociación Familiares y Amigos de Presos
Políticos de Argentina)
Sra. María Cecilia Pando.
Por CES (Centro de Estudios Salta)
Sra. María Guadalupe Jones.
Por Hijos y Nietos de Presos Políticos
Sra. Irene Barreiro.
Por La Fuerza de los Dignos
Sra. María José López.
Por Colectivo por los Derechos de Personas Privadas de
Su Libertad
Sra. María Elena García.
Por Asociación de Abogados Defensores de
Latinoamérica.
Dr. Guillermo Jesús Fanego.
Por la Unión de Promociones
Cnl (R) Guillermo César Viola.
Por la Unión de Promociones Navales
Cap de Corbeta (R) Raúl Laterrade.