Religión en
libertad, 2-5-19
Recientemente
hemos tenido en España elecciones generales. Los resultados, como siempre no
han sido del gusto de todos. Los católicos debemos aprender a defender
principios de acuerdo con un orden humano y sagrado de la vida, un humanismo
cristiano, y elegir a los que defiendan estos principios. Esta tarea no es
fácil porque falta mucha formación en este sentido.
Algunos católicos piensan
que les basta con que les dejen ir libremente a Misa y sacar procesiones a la
calle. Se olvidan que el cristianismo no se agota en estas manifestaciones, por
muy santas que sean. Hay muchos campos donde debemos dar la cara: la defensa de
la vida, la familia, la cultura, la enseñanza, los medios de comunicación, la
infancia y la juventud, el respeto a los mayores, la justicia social, etc. A la
hora de votar, ¿qué campos hay que defender en esta batalla política?
El Profesor
Fernando Fuentes Alcántara, que enseña Doctrina Social de la Iglesia en
Salamanca, lo resume así:
Retos más
urgentes a los que debe responder el cristiano insertado en la sociedad actual:
a.- La apertura
a la vida: Su planteamiento y defensa deben formar parte de una auténtica conciencia
social cristiana, especialmente en estas circunstancias como indica Caritas in
veritate (nº 15): « no puede tener bases sólidas, una sociedad que -mientras
afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz- se
contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de
menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada
».
Uno de los
aspectos más definitivos para juzgar la calificación moral de una sociedad es
la valoración que se hace de la vida humana. Esta se desprecia cuando el juicio
acerca del prójimo se realiza a partir de criterios extraños a la verdadera
dignidad de la persona, esto es, a partir de una utilidad social o de si
alcanza el nivel de "calidad de vida" socialmente admisible.
También la
aspiración a lograr una ecología humana, la apertura a la vida en la naturaleza
y el respeto del medio ambiente natural, es uno de ámbitos más relevantes de la
educación en la doctrina social de la Iglesia.
b) Testimoniar
la fe en la vida pública
Se trata de
sanar las instituciones, las estructuras y las condiciones de vida contrarias a
la dignidad humana. El cristiano no se limita a la mera trasformación de las
estructuras sino que la originalidad de su acción está, sobre todo, en el
impulso de una cultura inspirada en el Evangelio. Se trata de dar prioridad y
profundidad a la conversión y trasformación de las conciencias antes que al
cambio de estructuras sociales y políticas.
El Papa actual
plantea abiertamente el papel de la religión cristiana (y de las otras
religiones también) como propuesta pública en esta sociedad en la que vivimos.
Su "estatuto de ciudadanía" es un tema insuficientemente tratado y
evitado por las instancias sociales y políticas sobre todo de nuestro país. En
este sentido es un itinerario erróneo la fuga hacia la privacidad y la
separación entre lo social ( y sus complejidades) la moral y la fe. Hay que
evitar cualquier disociación entre la vida religiosa y los deberes terrenos.
"La ruptura entre la fe que profesan y la vida ordinaria de muchos debe
ser contada como uno de los más graves errores de nuestro tiempo " La fuga
hacia la privacidad genera un modo de espiritualidad evasiva. El proyecto
formativo supera "el problema de cada uno ", fiel reflejo de la sociedad
fragmentada y de la falta de motivación para la vida colectiva " .
Quizás alguna
culpabilidad tenemos como comunidad cristiana por dar a entender a veces que la
misión de la Iglesia había que situarla en el ámbito de los espíritus y de la
vida privada. Sin embargo, el magisterio social de la Iglesia siempre ha
planteado la necesidad de que los cristianos asuman no sólo un compromiso
ético-social, como dimensión imprescindible del testimonio cristiano, sino que
también posean una conciencia única y unitaria entre su vida pública y su vida
cristiana como un deber de coherencia en su fe. Por eso "se debe rechazar
la tentación de una espiritualidad intimista e individualista, que poco tiene
que ver con las exigencias de la caridad ni con la lógica de la Encarnación y,
en definitiva, con la misma tensión escatológica del cristianismo".
Ante la
complejidad de la vida pública, el compromiso sociopolítico requiere una
formación especializada que responda a las características propias y plurales
de donde se ha de realizar tal compromiso . Es necesaria una formación
sociopolítica, desde la DSI y desde fórmulas de formación y de educación social
como es el Master de Doctrina social de la Iglesia, que promueva, motive y
capacite para realizar dicho compromiso.
c) El Master de
DSI pretende formar una conciencia social que trasforme la cultura y la
sociedad
Una tarea de
fondo que debe asumir el cristiano es la aportación ética a la cultura.
Seguramente una de las quejas más comunes que vemos a nuestro alrededor es la
opinión casi unánime de la decadencia de la cultura que nos invade. Echamos en
falta una cultura "capaz de enriquecer al hombre" (Compendio de
Doctrina social,556).Una cultura humana y civil que tenga como contenido el
desarrollo de la dignidad humana, que esté bien fundamentada en una correcta
antropología; que no reduzca al ser humano a las visiones ideológicas y formas
culturales que lo empobrecen. Asistimos a planteamientos culturales en España
donde el control ideológico es cada vez más determinante en los medios de comunicación.
También la cultura de las diversas Naciones, que son formas de plantear la
existencia persona, se ha impuesto como una vía de empobrecimiento más que como
una manera de realización humana abierta y fraterna.
El desafío que
nos presenta la cultura actual es el desafío de la verdad en la cultura, como
ya se ha indicado. Y para llegar a ella no basta una lectura sociológica y
cultural de la sociedad actual, es preciso un compromiso por la educación y la
formación de las personas. No hay formación ni educación en la fe personal y en
el compromiso social si no es mediante un proceso permanente de maduración, de
discernimiento, cultivo de la espiritualidad laical y de revisión de vida. Esto
supondría actual en los siguientes campos:
1.- Educar para
ser protagonistas como miembros de una comunidad cristiana que discierne las
opciones que debe asumir . Más concretamente, educar para ser capaz de hacernos
cargo de los problemas del propio tiempo y del propio ambiente. Poder tomar una
responsabilidad activa que es fruto de un proceso de búsqueda que aboca a tomar
opciones y protagonismo en la comunidad cristiana y en la sociedad.
2.- Educar para
participar en una sociedad profundamente necesitada de construir tejido social.
Uno de los retos históricos permanentes es la escasa consistencia de la
sociedad civil, que en la vida real se traduce en el abandono de
responsabilidades individuales en manos del Estado.
3.-Promover la
formación de un VOLUNTARIADO que participe en asociaciones, organismos,
campañas, en favor de las cuestiones desafiantes de nuestro tiempo:la paz, la
ecología, la solidaridad.....
3.- Educación
para que los hombres conduzcan su vida según los principios del Evangelio
aplicados a la moral personal y social, y manifestado en un testimonio profundamente
cristiano.
Para todo ello
es imprescindible tener instrumentos de formación adecuados. Un recurso puede
ser el Master en Docrtrina social de la Iglesia que promueve la Universidad
Pontificia de Salamanca (www.upsam.es), que he
recomendado ante los retos de la sociedad y de la Iglesia. Hay otros medios
también que están en marcha y con resultados adecuados. Lo imprescindible es
tomar conciencia de la necesidad, pues de esa forma encontraremos sentido a las
distintas propuestas formativas.
Cfr.https://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2011/10/15/doctrina-social-iglesia-religion-master-upsa-salamanca-madrid-fernando-fuentes.shtml
Es necesaria una
labor formativa para orientar a los políticos en su defensa de los principios
éticos expuestos en la Doctrina Social de la Iglesia, y una formación del
pueblo votante, que sepa lo que debe exigir, y lo que está dispuesto a
defender. Esta tarea es larga, pero muy necesaria en un sociedad bastante
desinformada, que solo bebe de la tele y otros medios de comunicación, muchas
veces sin escrúpulos. No podemos exigir un voto responsable basado en la imagen
bonita del político de turno, o en las promesas fantásticas que nos puedan
ofrecer como si fueran caramelos para niños. Hay que saber lo que se defiende y
lo que se vota, y para eso no podemos dejar la formación de la persona en manos
de los que no tienen más principios que los que le dictan una concepción
materialista de la vida.
Hay que votar
siempre, pero sin dejar en casa el sentido común que estamos obligados a vivir
y defender.