no son energías limpias
Carlos Andrés
Ortiz
Informador
Público, Jul 12, 2022
Entre las muchas
falsedades difundidas masivamente por los poderosos intereses creados, que
promocionan a ultranza las usinas eólicas y solares, se repite cuan mantra
pretendidamente indiscutible que son “energías limpias”, lo cual es una
aberrante y maliciosa afirmación.
Claramente, no son
“limpias”, pero para presentarlas así, solo consideran el mero proceso de
generación eléctrica, dejando de lado todos los muchos y considerables costos
ambientales pre y post generación, lo cual es técnicamente por lo menos un
grueso error, sino una evidente maniobra de ocultamiento, de maquillaje para
tapar lo impresentable que tira por tierra la imagen supuestamente impoluta
que, sin inocencia alguna, sus promotores instalaron. Analicemos:
Las superficies
afectadas por las propias centrales “renovables sesgadas”, en función de sus
muy bajos rendimientos, medidos en energía generada, las solares en particular,
no resisten ninguna comparación con otras tecnologías de generación eléctrica,
como las hidros, nucleares y las termoeléctricas. Ese dato, contundente en sí
mismo, puede no ser relevante en zonas desérticas o poco habitadas, como La
Puna y diversos puntos cordilleranos, pero es esencial en provincias con
relativa alta densidad demográfica y con tierras escasas y costosas, por
ejemplo en Misiones.
También las
eólicas ocupan mucho espacio, que pasa a ser desproporcionado, pues no solo
debe computarse el de cada molino, sino también las amplias zonas circundantes,
que, por seguridad, quedan excluidas de toda actividad humana, incluyendo en
ello viviendas y áreas de esparcimiento, la agricultura y la ganadería. Esas
áreas vedadas son considerables, y varían según las legislaciones de cada país,
llegando a superficies de algunos cientos de metros a la redonda, en torno a
cada torre. En los casos de parques eólicos, las superficies vedadas llegan a
ser muy extensas. Esa superficie vedada tiene un doble motivo: los ruidos
molestos de las aspas girando; y los desprendimientos de partes (y de hielo en
áreas frías), los cuales pasan a ser proyectiles que pueden impactar a
personas, animales y cultivos.
Las superficies
afectadas a eólicas y solares, también sufren serios impactos ambientales. Las
eólicas necesitan enormes plataformas de cemento armado, las que quedan más
allá de las cortas vidas útiles, pasando a ser áreas desérticas casi a
perpetuidad. Y los parques solares, supuestamente tan “ecológicos”, ocupan
proporcionalmente grandes extensiones, que quedan vedadas quitando espacios
verdes, incluso en sus entornos, pues las sombras de árboles cercanos
afectarían sus ya pobres desempeños, por lo que deben ser mutilados o
directamente eliminados.
Una muletilla
habitual, es repetir como mantra que “el sol y el viento son gratis y usándolos
no se contamina”. Por cierto, que las generaciones eólica y solar no son
“gratis”, siendo en realidad muy costosas por kWh. Pero en lo ambiental,
amañadamente, sus promotores solo consideran aisladamente el propio proceso de
generación de energía, sacando de la ecuación ambiental a todos los muchos y
elevados costos ambientales que son consecuencias de esas generaciones
falsamente limpias. Todo el proceso de fabricación, transporte, instalación,
mantenimiento y desguace final, tiene una larga y abultada “huella de carbono”,
que esos procesos causan. Y además, el desguace o disposición final, tiene
otros elevados costos ambientales, que los ultra ecologistas y otros promotores
de las “renovables sesgadas”, omiten; sea por ignorancia, o por cómplice
ocultamiento.
La disposición
final de las abultadas chatarras de muy difícil manejo, en que se convierten
las eólicas, al término de sus relativamente cortas vidas útiles, es un serio
problema, tanto desde lo estrictamente ambiental, como en lo económico. De por
sí, desarmar las voluminosas torres eólicas, con sus gigantescas aspas y otros
componentes, es un proceso muy complejo, con costos ambientales en el proceso
mismo de desguace, pero también en lo que hace a la disposición final de los
componentes. Las partes mecánicas, embebidas en lubricantes y otros componentes
tóxicos, terminan en basurales o chatarreros al aire libre, en los cuales el
viento y las lluvias vuelcan esos componentes tóxicos, pasando a contaminar la
tierra y las aguas de lluvias y de escurrimiento subterráneo. Y las gigantescas
aspas, difíciles de ser desguazadas para sus improbables reutilizaciones como
materias primas para otros procesos industriales, suelen terminar tiradas en
los entornos de sus emplazamientos, como voluminosas basuras y refugios de
alimañas. Eso provocó problemas y quejas en España, lo cual fue tratado con
sordina, seguramente por “presiones” de los grupos de poder económico que
lucran con las promociones a ultranza de las eólicas. • Las chatarras en que se
convierten los paneles solares, son también un problema de complejo
tratamiento, que parece no ser tenido en cuenta, pese a los elevados riesgos
ambientales que pueden ocasionar. Los paneles tienen, entre sus componentes,
tierras raras, algunas de las cuales son fuertemente tóxicas para el ser
humano. Si no se tratan con sumo cuidado (lo cual no se suele hacer, pues es
costoso), esas tierras raras, algunas radioactivas, terminan siendo nocivas en
el entorno. Lo propio habría que hacer con los vidrios y otras partes en
contacto con esas tierras raras. Los propios vidrios, muchas veces se rompen, y
por “simplicidad operativa” los filosos pedazos pueden terminar diseminados en
el entorno. ¡Son costos ambientales encubiertos!
El mantenimiento
de eólicas y solares, también es fuente potencial y prácticamente certera, de
serios costos ambientales, así como de serios accidentes humanos y otros
problemas, que nunca computan los promotores a ultranza de esas generadoras; y
que casi todos los comunicadores sociales y otros responsables públicos (como
los legisladores que aprueban esas instalaciones, desconocen, o no les dan las
debidas importancias). Por caso, las reparaciones de los elementos mecánicos de
las eólicas, se deben hacer a grandes alturas, lo cual es fuente potencial de
graves accidentes, y las piezas desechadas, contaminadas con lubricantes y
otros elementos, suelen terminar tiradas por error o desaprensión, en sus
entornos.
Un tema esencial,
especialmente ocultado por los que pretenden imponernos al como sea las dudosas
“grandes soluciones” de eólicas y solares, es lo vinculado con sus insalvables
intermitencias (o sea que se “prenden y apagan” o varían abruptamente el
voltaje, según el sol y los vientos cambian), lo que tiene varias consecuencias
negativas. Esas intermitencias hacen a esas energías solo aptas como meros
Complementos, y nunca como energías de Base, lo cual limita mucho sus reales
potencialidades. Pero además, para estabilizar las energías que producen
eólicas y solares, evitando bruscas alteraciones en el voltaje, y para tapar
sus abruptas salidas de servicio, necesitan contar con el respaldo (en
caliente, o sea funcionando), de una Central de Base, generalmente turbinas de
gas o ciclos combinados, los cuales consumen petróleo o gas, o sea contaminan.
Con lógica técnica, esa contaminación debe ser computada y achacada a las
“renovables sesgadas” eólicas y solares, pues se vinculan a las mismas. Pero,
contra toda lógica técnica, los tecnócratas y periodistas promotores de estas
poco eficientes usinas, omiten ese cómputo de costos ambientales que deben ser
atribuidos a las falsamente limpias “energías renovables sesgadas”.
El tema no se
agota, pero en mérito a la brevedad, acotemos el listado de costos ambientales
de las nada limpias energías eólica y solar.
Caben sí, tres
observaciones.
1 – La severísima
crisis energética europea, demuestra la total inutilidad de eólicas y solares
para sustituir a las energías de base. Por eso no pueden suplir las muy
acentuadas carencias en los suministros de gas y de petróleo, insumos de Usinas
de Base de tipo termoeléctrico. En particular, Alemania está pagando muy cara
su irracional adhesión a los postulados de tipo talibánico de los “verdes
ultras”, que vociferaron poder reemplazar a las canceladas Usinas de Base
nucleares con los “ventiladores” eólicos y los “espejitos de colores” solares.
2 – Es muy
evidente que el Acuerdo de Paris, que pretende obligar a instalaciones masivas
y compulsivas de eólicas y solares (que hoy, ante la severísima crisis, los
europeos -para ellos- dejan de lado, pasando a considerar “ambientalmente
positivas” al gas natural y a la energía nuclear), es otra maniobra del
neocolonialismo del siglo XXI, para obligarnos a los subdesarrollados a aceptar
costosas y muy poco eficientes inversiones en eólicas y solares, lo cual tendrá
efectos a varias puntas: por una parte, seguir con el negocio de ventas de esos
equipos, en parte a ser provistos por los europeos y sus socios Atlantistas; y
por otra, atarnos al subdesarrollo crónico, con el salvavidas de plomo de
energías muy caras y muy poco eficientes, provocando caos en nuestras matrices
eléctricas.
3 – En Argentina,
urge anular las leyes de promoción a ultranza de las “renovables sesgadas” (son
sesgadas, pues omiten del concepto de renovables a las hidroeléctricas de más
de 60 MW), y con esa anulación terminar con las costosas prebendas de
subsidios, despacho de energías “renovables” privilegiadas sin importar el costo,
y otras ventajas abusivas, con las que se disimulan los muy altos costos reales
de esas energías. Prebendarias ventajas incompatibles con la necesaria
cuidadosa administración de los escasos recursos de nuestro Estado Nacional.
MGTR. Carlos Andrés Ortiz
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
http://caoenergia.blogspot.com.ar