“Me sorprende la
obsesión casi patológica de la oposición de tildar de nazi a todo dirigente
peronista”
Claudia Peiró
Infobae, 1 de
Julio de 2022
El profesor
israelí Raanan Rein desmonta el mito de la Argentina como paraíso de criminales
nazis
En un libro
recientemente publicado en Francia (La novela de los malditos. Esos nazis al
servicio de los vencedores después de 1945), su autor, el historiador Eric
Branca, describe el modo en que los aliados reciclaron al grueso de los cuadros
del aparato del Tercer Reich, independientemente de su responsabilidad en el
exterminio de judíos o en la planificación de las sucesivas invasiones
territoriales de la Alemania de Hitler, y concluye: “Se ha fantaseado mucho
sobre las redes de exfiltración hacia Sudamérica que permitieron a algunos
criminales -(Adolf) Eichmann, (Joseph) Mengele, incluso (Klaus) Barbie, que por
otra parte fue empleado por la CIA- desaparecer definitiva o provisoriamente
del mapa, pero eso no concierne a los ‘peces gordos’ reciclados de los que
hablo”.
Esa misma
“fantasía” es la que irrita a Raanan Rein y en particular el empecinamiento de
quienes la fomentan aun en contra de la evidencia. “No existía un plan para
traer cuadros alemanes”, sostiene.
La Argentina como
paraíso para criminales nazis es un mito largamente alimentado y acrecentado en
el tiempo por un conjunto de voceros que se hacen eco de infundios o de
verdades a medias -tanto o más dañinas que la mentira-. Así, nuestro país
habría sido el lugar donde estos personajes eludieron a la justicia, mientras
que los jerarcas que siguieron en carrera en puestos de relevancia en la propia
Alemania y en los países aliados, que a diferencia de Argentina sí tuvieron una
política sistemática de reclutamiento del personal desocupado tras la caída del
Tercer Reich, quedaron blanqueados y algunos incluso plenamente rehabilitados y
honrados por sus contribuciones científicas.
Raanan Rein es un
historiador israelí que viene contribuyendo de modo notable a llenar ciertos
huecos de nuestra historiografía en los que la investigación rigurosa ha sido
sustituida por el mito, la parcialidad y el uso interesado de datos recortados;
a saber: la verdadera naturaleza de los vínculos entre Perón y Franco, la
relación entre el Estado de Israel y la administración justicialista de 1946 al
55, los vínculos de las colectividades judía y árabe argentinas con el primer
peronismo, etcétera. Ha publicado: Entre el abismo y la salvación: la alianza
Perón-Franco; Peronismo, populismo y política; Los muchachos peronistas judíos;
Los muchachos peronistas árabes; Argentina, Israel y los judíos: encuentros y
desencuentros, mitos y realidades; entre otros títulos.
Una de las
manipulaciones más flagrantes de la historia argentina contemporánea es justamente
el cliché de la Buenos Aires meca de criminales nazis; una constante en las
producciones cinematográficas de Hollywood en particular. Lo lamentable, como
destaca Rein, es que haya responsables políticos argentinos que se hacen
repetidores de esa leyenda negra, como pasó recientemente cuando una líder de
la oposición habló del “pacto Perón-Hitler” (sic) y un diputado de Juntos por
el Cambio repitió varias fake news en el recinto de la Cámara. Llamativamente,
no hubo réplica oficial por parte del justicialismo.
En esta entrevista
con Infobae, desde Tel Aviv, Raanan Rein pone el tema en perspectiva, explica
también las razones de la neutralidad argentina -otro dato descontextualizado
hasta la deformación-, expresa su desazón frente al empecinamiento de algunos
en sostener falsas hipótesis pese a las pruebas documentales en contrario,
afirma que eso lo obliga a él y a otros historiadores a una “lucha permanente”
y adelanta el tema de su próximo libro.
— Profesor, quiero
leerle una frase del historiador Jorge Abelardo Ramos, que decía: “¿Cómo se
explica que todos los nazis que fueron a Moscú eran socialistas; los que fueron
a Estados Unidos o a Londres eran liberales; y los únicos nazis que eran nazis
fueron los que vinieron a la Argentina?”. ¿Qué opina de esa frase? ¿Hay algo de
verdad en ella?
— Hay mucha verdad
en esta frase y me gusta mucho porque él sí adopta la perspectiva comparativa
que es muy necesaria al hablar de este tema tan grave. Tengo que admitir que me
sorprende una y otra vez esta obsesión casi patológica de la oposición de
tildar a cualquier dirigente peronista desde Perón en el 45 hasta Alberto
Fernández hoy en día como nazis. Y es lamentable porque de esta manera no hay
posibilidad de una discusión seria sobre temas de importancia, temas sociales,
económicos, políticos, y vuelve la discusión en un eslogan de la Unión
Democrática de fines de 1945 y principios de 1946.
— Usted estuvo
recientemente en un congreso en Viena, organizado por el Centro Simon
Wiesenthal, donde se habló de cómo se organizó la salida de los nazis de
Europa, o su reciclado. Y usted ahí dijo que el origen del mito de la Argentina
como paraíso de los nazis es la primera campaña presidencial de Perón, en 1946.
— Sí, exacto.
Desde la publicación del llamado Libro azul, escrito por el Departamento de
Estado de los Estados Unidos bajo la inspiración del embajador Spruille Braden
sigue esta imagen, primero, de una neutral Argentina que fue pro Eje y,
después, de la entrada de una cantidad enorme de criminales de guerra, de nazis,
a la Argentina. A partir de ese momento y hasta el debate que surgió luego de
años a raíz de la intención de emitir un billete con la imagen de Ramón
Carrillo [N. de la R: en mayo de 2020, el anuncio del gobierno de la elección
de esa personalidad para ilustrar un billete generó acusaciones contra el
sanitarista de simpatizante nazi, sin aportar la menor prueba], escuchamos una
y otra vez los mismos argumentos, una y otra vez que Perón era nazi, que bajo
la Presidencia de Perón Argentina adoptó una política en pro del Tercer Reich.
Que en la Argentina entraron miles de criminales de guerra nazis. etcétera,
etcétera. El tema es, y debo confesar que a menudo siento cierta frustración,
que cuando vengo con una documentación para mostrar otra realidad la gente no
siempre quiere escuchar. Es decir mucha gente prefiere mantener unas ideas
fijas y no quiere que la documentación le cree alguna confusión, entonces sigue
con este mito de una Argentina como un paraíso para criminales de guerra nazis,
de un Perón y un movimiento político pro nazi. Es una tarea que significa una
lucha permanente por parte de muchos de nosotros los historiadores.
— En el libro Los
malditos, le historiador francés Eric Branca reconstruye la forma en que los
vencedores de la guerra, la Unión Soviética y Estados Unidos principalmente,
reciclaron a jerarcas nazis. Y es impactante ver que algunos llegaron a ocupar
posiciones políticas de relevancia en Alemania Occidental, como eurodiputados y
uno hasta fue Canciller. Otro, organizó el servicio secreto alemán. Desmiente
el argumento de que los jerarcas nazis reciclados por los aliados eran
científicos. Usted adelanta una cifra de unos 50 o 60 criminales de guerra que habrían
venido a Argentina. Ahora bien, muchos dan por sentado que si un nazi logró
venir a Argentina como vino Eichmann, con una identidad falsa, necesariamente
lo tenía que saber el gobierno. ¿Es así?
— No, no, para
nada. Pero a la gente le gusta creer en teorías conspirativas. Es como si en la
Casa Rosada estaban sentados analizado cómo traer a éste o al otro. Entraron sí
varias decenas de criminales de guerra, es decir demasiados, pero entraron con
una documentación falsa, con ayuda del Vaticano, o por lo menos de gente clave
en el Vaticano, con la ayuda de la Cruz Roja Internacional, a veces con
sobornos a diplomáticos argentinos en uno u otro consulado. Y el caso de
Eichmann muestra precisamente que no es que él gozaba de un trato VIP en
Argentina. Cuando los agentes del Mossad llegan para secuestrarlo no podían
creer que un general nazi tan importante viviera en una casa tan pobre en las
afueras de Buenos Aires. Es otro mito. A veces la gente también confunde la
entrada de alemanes que escapaban del Reich con la entrada de criminales de
guerra. El criminal de guerra es una categoría judicial o legal y por lo tanto
cuando en algunos textos de los años 80 leí acerca de la entrada de miles de
criminales de guerra me quedé un poco paralizado. No lo pude creer.
— Usted hablaba de
la responsabilidad de la oposición en sostener esta mentira. Hace poco una
dirigente opositora habló del pacto Perón-Hitler, lo que revela incluso un
problema de cronología… Pero esto se relaciona con el tema de la famosa
neutralidad argentina. Se olvida que fue transversal. No hubo un partido que
fue neutral y otro que no lo fue, sino que había dentro del conservadurismo o
dentro del radicalismo personas que eran pro Eje o germanófilos, y otros que
estaban con los Aliados. La neutralidad fue casi una política de Estado que se
impuso más allá de los partidos.
— Correcto.
Argentina tenía ya una tradición de neutralidad que venía de la Primera Guerra
Mundial, con Yrigoyen. Además, entre septiembre de 1939 y fines de 1941,
también los Estados Unidos mantuvieron su neutralidad. Más tarde, documentación
de la embajada norteamericana en Buenos Aires indicaron que la política de
neutralidad gozaba de mucho apoyo de la opinión pública argentina. Además, hay
que tener en cuenta que los Estados Unidos tenían sus intereses y los ingleses
los suyos. Para Gran Bretaña era súper importante que la Argentina mantuviera
su política de neutralidad y de este modo pudiera seguir enviando carne,
granos, a la población sitiada de Inglaterra. Los ingleses veían a la Argentina
como una ayuda importante para poder enfrentar la agresión alemana. Entonces,
hablar nada más de una política de neutralidad pro Eje por el caso Osmar
Hellmuth, que en 1943 se detuvo camino a Alemania con la idea de hacer algún
negocio triangular entre la España neutral, Argentina y Alemania, me parece
casi ridículo. Si uno piensa en la política argentina con respecto a los
armamentos, tiene que tener en cuenta por un lado que los Estados Unidos
estaban boicoteando a la Argentina a partir de 1942, mientras seguían mandando
armamento a Brasil, y si Argentina fracasó en este intento específico de
comprar armas alemanas, Turquía sí compró armas de Alemania, Suecia vendió
armas a Alemania, la España franquista no fue neutral sino que apoyaba al Eje,
y ninguno de estos países sufrió el mismo castigo que la Argentina después de
terminada la Segunda Guerra.
— Hay otro caso
que su usa mucho contra Perón que es el de Otto Skorzeny, que en realidad vivía
tranquilamente en España, como un empresario próspero y se movía por el mundo
sin problemas. Pero su breve paso por la Argentina lo convirtió enseguida en
colaborador o guardaespaldas de Perón. ¿Cuántos cuadros alemanes realmente
reclutó Perón con la misma finalidad con la cual Estados Unidos reclutó a
Wernher von Braun?
— Mira, la
intención era reclutar científicos, técnicos, ingenieros como (Ronald) Richter
para el proyecto nuclear. Como Kurt Tank para la industria aeronáutica, etc.
Etcétera. No existía un plan para traer cuadros alemanes. Sí entró casi toda la
cúpula croata a la Argentina, en parte por gestión del Vaticano. Una vez que
los tanques soviéticos entran en los Balcanes, el Vaticano teme por la suerte
de los católicos en esta zona, en esta región. Pero cuadros alemanes, muy
pocos. Algunos tenían cierto cargo importante en la destrucción del pueblo
judío sin ninguna duda. El tema no es solamente la entrada, hay que ver también
la extradición de estos criminales de guerra. No es que una vez que cayó Perón
en el 55 los gobiernos posteriores, militares o civiles, estaban dispuestos a
extraditar a estos criminales de guerra. Por lo tanto el enfoque nada más en la
entrada de criminales de guerra es una manera para la sociedad argentina de no
darse cuenta que tuvo esta posibilidad también por no extraditar a estos
criminales de guerra a la Alemania Occidental, a Francia, a Bélgica y otros
países.
— Durante el
gobierno de Carlos Menem se creó una Comisión independiente desde la
Cancillería para investigar este tema. Pero después no hubo mucha publicidad
sobre sus conclusiones. ¿Usted conoce ese trabajo?
— Sí, la famosa
CEANA [Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la
República Argentina] creada durante la presidencia de Menem. Sí, presentaron
varios informes y la Comisión incluyó algunos historiadores destacados
argentinos y extranjeros. El gran error fue la poca difusión que se dio a estos
informes, sobre todo dentro de la Argentina, porque parece que el gobierno de
Menem estaba preocupado por la imagen del país en el exterior y por lo tanto la
mayor parte de las publicaciones, que no fueron muchas, se hicieron en revistas
internacionales, en foros en distintos países, incluyendo el Estado de Israel,
y no tanto en la Argentina. A diferencia de Comisiones de Verdad en otros
países donde sí se creó de inmediato un website con los informes y el público
tenía acceso libre a estos informes y se organizaron coloquios, charlas,
eventos, para difundir el resultado de la investigación. Eso casi no se hizo en
la Argentina y por lo tanto se quedó como en nada y es una lástima. Yo hablé
con varios miembros de esta Comisión. La documentación que tenían a mano estaba
limitada; es muy probable que muchos documentos por una razón u otra no
llegaran a los archivos nacionales, estatales, y por lo tanto los informes
están basados en la documentación que tenían a su alcance. Pero la opinión que
se formaron después de analizar esta documentación está en línea con lo que yo
estoy intentando promover desde hace muchos años.
— Tarea para el
canciller Santiago Cafiero entonces: publicar las conclusiones de la Ceana en
la Argentina. Tengo entendido que durante la presidencia de Perón, del 46 al
55, hubo una buena relación con el Estado de Israel. ¿La imagen de la Argentina
en Israel ha cambiado desde entonces? ¿La opinión pública israelí piensa hoy
que la Argentina fue un refugio de nazis? ¿O persiste esa tradición inicial del
buen vínculo?
— Las relaciones
durante las primeras dos presidencias de Perón con el Estado de Israel eran
excelentes sin ninguna duda. Sin embargo, en los años posteriores, en parte por
la relación triangular entre el Estado de Israel, la comunidad judía organizada
de la Argentina y el gobierno argentino, y en parte por la fascinación que la
gente tiene con temas relacionados con el nazismo, y también por la gran
influencia de la cultura popular norteamericana aquí en Israel, en la que la
imagen de una Argentina que tiene buena carne y muchos nazis sigue siendo…
— Sí, no solo
nazis, usted habrá notado que cada vez que un criminal se quiere escapar de
algo dice “me voy a Buenos Aires o a Río”. Buenos Aires o Río, de cualquier
delito que quieran escapar parece que acá es el lugar…
— Exacto, sí.
Hasta en la serie Seinfeld esto apareció. Así que hoy en día lamentablemente la
imagen que tienen muchos israelíes de la Argentina es casi unidimensional a
diferencia de una mirada mucho más compleja, con muchos matices, que
caracterizaba la sociedad israelí de los años 50.
— Otra tarea para
la cancillería. También sucede que se identifica a las entidades de la
comunidad judía y sus posiciones con lo que piensa el gobierno de Israel.
Cuando en realidad no necesariamente es así.
— Sí, sobre todo
porque en la Argentina, al igual que en Brasil o en los Estados Unidos, la
mayoría de los judíos nunca se ha afiliado a las instituciones comunitarias, y
por lo tanto cuando éstas hablan en nombre de los argentinos de origen judío es
problemático. Hablan en nombre de las instituciones comunitarias pero no pueden
hablar en nombre de todos los argentinos de origen judío.
— En el libro que
le mencioné, Pierre Branca dice que a Klaus Barbie en realidad es la CIA la que
lo introduce en Bolivia. Es un ejemplo más del rol que tuvieron en esto los
servicios occidentales.
— Los servicios
secretos operan según otros criterios y por lo tanto usan cualquier fuente sin
importar su pasado, su origen ideológico, etcétera. De hecho, Walter Rauff, por
ejemplo, al principio se refugia en Siria y ahí se conecta con los cuadros
nazis más importantes, pero una vez que cae el gobierno allí es el Mossad
israelí el que le ayuda a salir de Siria, a cambio de información acerca de lo
que sucedía en Siria, y después termina en Chile. Willem Sassen, por ejemplo,
al que conocemos por las entrevistas con Adolf Eichmann publicadas en la
revista Life a principios de los años 60, trabajó también para el Mossad de
Israel y era nazi. Ya has mencionado los casos de los servicios secretos de la
Alemania Occidental. No es que solamente tenían en su dirigencia a ex nazis
sino que usaban las redes de los nazis en Sudamérica para tener información
acerca de distintos procesos políticos o distintos sucesos. Así que la CIA, el
Mossad, el servicio secreto alemán, la KGB, cada servicio intentó reclutar
gente e intentó conseguir información de cualquier persona sin que no importara
nada acerca de su pasado.
— ¿Está trabajando
en algún tema referido a la Argentina?
— Bueno, el nuevo
libro mío, que se va a publicar dentro de seis semanas más o menos, primero en
inglés, está dedicado a la autodefensa judía en Argentina y Uruguay en los años
60. Es decir, cómo reaccionó la comunidad judía en estos países frente a la
violencia antisemita de organizaciones como Tacuara, la Guardia Restauradora
Nacionalista, etcétera. La violencia antisemita provocó una violencia en contra
de los antisemitas y se organizaron grupos de autodefensa judía con
entrenamiento con armas en distintos lugares, dentro y fuera de la Argentina,
con la ayuda de israelíes. Esto no se limitaba nada más a proteger la seguridad
de instituciones judías, de templos judíos durante las fiestas, etcétera, sino
que asumieron una política proactiva en algunos casos, quemaron imprentas de
literatura antisemita, golpearon a distintos matones de Tacuara y hasta habrían
matado a algunos. Hay muchos detalles allí acerca de este tipo de actividades.
El libro se va a publicar en español el próximo año por Sudamericana en Buenos
Aires y después habrá una edición en hebreo aquí en Israel.
— ¿Pudo encontrar
fuentes sobre esto? Porque es un tema realmente novedoso, muy poco conocido.
— Es cierto. La
mayor parte de las fuentes están en el archivo del Mossad y los investigadores
no tenemos acceso a él ni lo vamos a tener en los próximos 50 años. Sin
embargo, sí logré encontrar documentos en el archivo de la Cancillería israelí,
en archivos de organizaciones judías norteamericanas como el American Jewish
Committee, y en archivos de distintos partidos políticos israelíes. Además hice
una serie de 130 entrevistas con ex militantes en estas organizaciones de autodefensa
judía.