Tras las críticas
de Cristina Kirchner hacia los movimientos sociales, la Natalia Zaracho defendió
el salario básico universal
“La lapicera no la tienen que tener los
intendentes ni nadie”
Juan Piscetta
Infobae, 2 de
Julio de 2022
Natalia Zaracho,
la joven diputada cartonera de 32 años del Frente de Todos, está embanderada
detrás del proyecto del salario básico universal (SBU), una iniciativa que
apunta a implementar un ingreso masivo de subsistencia para millones de
trabajadores que viven en la informalidad. Es una suerte de Ingreso Familiar de
Emergencia (IFE) destinado a cada persona adulta que carece de un trabajo
registrado.
Desde que circuló
la propuesta por primera vez en 2020, el proyecto no tuvo mayor eco en el
Gobierno. Sus principales propagandistas son Juan Grabois, el dirigente del
Frente Patria Grande y del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), y
alguien con alguna mayor influencia: el Papa Francisco. La idea transitó sin
pena ni gloria en el Frente de Todos, hasta que la masividad de las protestas
del Polo Obrero y otras organizaciones de izquierda coparon la 9 de Julio y
pusieron en discusión toda la política social, en particular la del programa
“Potenciar Trabajo”, que cuenta con 1,2 millones de beneficiarios.
En ese contexto de
ebullición, el SBU va conquistando aliados en el oficialismo y en grupos
enfrentados, como el Movimiento Evita y La Cámpora. Para Zaracho y sus
compañeros de banca, el SBU permite establecer un ingreso estatal “sin
intermediarios”. Y responde a una de las quejas de Cristina Kirchner, que en el
acto de la CTA apuntó contra los movimientos sociales por tener “los planes”
bajo su control y “tercerizarlos”. Tras ese discurso, la vicepresidente se
mostró afín a propuestas como las del intendente de Pehuajó, Pablo Zurro, que
recibió un proyecto para que este tipo de políticas estén bajo la órbita de los
jefes comunales.
“Queremos que se
traten en el Congreso los proyectos que tienen que ver con las mayorías. Para
nosotros es muy importante que tenga tratamiento el salario básico universal”,
afirmó a Infobae la legisladora, quien forma parte del pequeño bloque de tres
diputados -los otros dos son Itaí Hagman y Federico Fagioli- alineados con
Grabois.
— ¿De cuánto sería
el ingreso del SBU y qué tipo de cobertura tendría?
— Sería la mitad
de la canasta básica alimentaria (NdR: en mayo era de $13.763 para un adulto
según el Indec) y se va a regular a medida que aumente la inflación. Estamos en un momento del mundo donde se
está dejando afuera más del 30% de los trabajadores sin la posibilidad de tener
un trabajo formal. También pasa en nuestro país. Tenemos un mercado que se
mueve en una economía de especulación y que no necesita de la demanda de mano
obra como antes. Trabajo hay, lo que necesitamos son derechos que acompañen a
estos trabajadores y trabajadoras que tiene que crear su propio trabajo.
Natalia Zaracho,
junto a un grupo de diputados ligados a los movimientos sociales (tanto
“albertistas” como “cristinistas”), cerraron filas ante lo que definieron como
una “campaña de estigmatización” proveniente del fuego amigo de Cristina
Kirchner, y le pusieron la firma a tres iniciativas destinadas a la “economía
popular”, entre ellas, el SBU, el Monotributo Productivo y la prórroga de la
ley de Emergencia Territorial Indígena. Buscan un rápido tratamiento de los
textos legislativos.
— ¿Qué recepción
están teniendo esta propuesta en el Frente de Todos?
- Esta semana lo
venimos trabajando a fondo y pudimos acercar a sectores que no estaban
definidos. Hoy tenemos consenso con la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el
Movimiento Evita y La Cámpora. La gente la está pasando mal, hubo más de 9
millones de personas que entraron en el IFE que no tienen un ingreso fijo. En
este momento en el que se discuten los planes sociales, creo que es una
posibilidad para repensarlos. A nosotros, que nos llaman ‘administradores de la
pobreza’, planteamos como salida que la gente tenga garantizada la inscripción
en el Estado de un ingreso que le garantice un plato de comida.
— ¿Qué tipo de
resistencias y críticas había?
- Había dudas con
las ideas del “pleno empleo” y lo que esto representa en el peronismo. Ojalá
pudiéramos tener fábricas que generen puestos de trabajo, pero es mentira que
las empresas vayan a generar fuerza de trabajo suficiente, que, si a la
economía y a los de arriba les va bien, nos va a ir bien a nosotros con ‘la
teoría del derrame’. Eso ya fracasó y en el corto plazo no va a suceder. La
realidad es que ya tenemos trabajo, lo que queremos son derechos. Le estamos
discutiendo al peronismo que lleve adelante nuestra agenda. Nosotros somos los
descamisados del siglo XXI. Somos un nuevo emergente y tienen que acompañar
esta lucha.
— Está vigente el
acuerdo con el FMI, que pone como condición reducir el déficit del Estado y el
gasto público. ¿Cómo se financiaría el SBU?
— No vengo de un
área de la economía, pero lo que puedo decir es que en nuestro país no hay un
problema de que no hay plata, sino que el problema es cómo está distribuida. La
propuesta de Cristina de recuperar los dólares que no están declarados es
positiva. Pero además de repensar lo de cumplir la deuda con el FMI, también
hay que cumplir el contrato electoral de 2019, que es cumplir con “los últimos
y las últimas”. El salario básico universal es una iniciativa que apunta,
justamente, con empezar con ‘los últimos y las últimas’.
De cartonera a
diputada
Natalia Zaracho
ingresó al Congreso por primera vez en diciembre de 2021, en reemplazo de
Daniela Vilar, la ahora ministra de Ambiente y Desarrollo sostenible del
gobernador bonaerense Axel Kicillof. Antes de llegar a su banca, Zaracho había
dedicado su vida a cartonear a los 12 años, tras la crisis de 2001. En 2015
empezó a organizarse con el MTE. Desde ese lugar, se convirtió en un referente
del reciclado, una de las actividades de subsistencia -junto a la venta
ambulante- más representantivas de lo que se denomina “economía popular”.
El programa “Potenciar
Trabajo”, hoy en la picota del sistema político, fue una “conquista” de los
movimientos sociales para que se pague un “ingreso social complementario” al
que ya percibían en su trabajo habitual como cuentapropistas. Para percibirlo,
debían estar inscriptos en cooperativas o unidades de gestión junto a otros
trabajadores informales para acceder al beneficio. Los organizadores de esas
cuadrillas son, por lo general, dirigentes de organizaciones sociales y
territoriales.
“Los cartoneros que recuperan material consiguen un
porcentaje de plata que, junto con el Potenciar Trabajo, le permite llegar a un
ingreso que se acerque a la canasta básica. Hoy nadie vive con esos 18 mil
pesos del Potenciar Trabajo.
Necesitamos fortalecer a los sectores que se inventan su propio trabajo, como
los que trabajan la tierra o los vendedores ambulantes, que hacen no solo su
aporte económico sino desde el cuidado del medio ambiente”, asegura Zaracho.
— Los empresarios
y otros sectores de la sociedad suelen criticar los ingresos estatales
directos, como proponen con el SBU, porque desalentarían el empleo formal.
Dicen que, cuando tienen que contratar empleados, no encuentran personal porque
las personas se resisten a abandonar los beneficios. ¿Cómo evalúas ese tipo de
planteos?
— El problema no
es que desalienta el empleo. El problema es que estamos en el siglo XXI y no
estamos en la esclavitud. La verdad es que las empresas están pagando muy mal.
Hoy tener un recibo de sueldo no te garantiza estar por arriba de la línea de
la pobreza. Mucha gente que trabaja en la economía popular no quiere ir a
trabajar en una fábrica porque ya tiene un trabajo.
— Ahora bien,
¿pueden competir los ingresos que genera una actividad de la economía popular
con los puestos de trabajo tradicionales? También en esta economía informal los
ingresos siguen siendo muy bajos...
— Hoy la economía
popular no tiene la capacidad de hacerse cargo de los 11 millones de personas
que se anotaron en el IFE. Todos tiene un trabajo, de algo viven, pero no lo
tienen registrado. Nosotros logramos organizar un porcentaje de esta gente, que
es muy chico también, por la falta de acompañamiento del Estado para fortalecer
cooperativas con entregas de maquinarias. Pero la economía popular es una nueva
salida, junto con el empleo público y privado. Lo que necesitamos son derechos.
La política y la sociedad tienen que entenderlo, y como peronistas tenemos que
acompañar esta lucha.
— El Frente de
Todos impulsa propuestas de leyes controversiales o muy discutidas que en la
Cámara de Diputados que no logran su sanción por el rechazo de la oposición.
¿Qué crees que pasaría con la propuesta de SBU? ¿Habrá también resistencia o
serán receptivos?
— Está difícil el
escenario. Estamos teniendo una oposición muy irresponsable donde no se hace
cargo ni un poquito de las consecuencias que dejaron con el macrismo, desde la
situación que tenemos en el país y la deuda con el FMI. Nosotros vamos a
trabajar para comprometerlos en la decisión que tomen, acompañen o no. La
realidad es que cuando se los escucha hablar no representan a las mayorías,
representan a las minorías y a ese 1% que se enriquece explotando nuestro país.
Eso genera mucha preocupación. Yo tengo que sentarme, hablar con ellos y tratar
de convencerlos, pero es muy difícil porque responden a un sector con mucho
poder, tienen más medios de comunicación y terminan haciendo lobby como lo
hicieron con la Ley de Envases.
— En su último
acto, Cristina Kirchner criticó a las organizaciones sociales, dijo el
peronismo “no es depender de un dirigente barrial para que me dé el alta y la
baja” en los planes sociales y que “las mujeres son las más vulnerables” de
este tipo de manejos. Ustedes rechazaron esas declaraciones. ¿Hay una
diferencia política sobre el tema o un desconocimiento?
— Creo que
Cristina se equivoca por una falta de conocimiento. Hay una generalización que
se hace sobre algunas prácticas que están mal, por eso nosotros damos la
discusión y planteamos una salida alternativa que es la del salario básico
universal. No queremos tener la lapicera, ni queremos que las tengan los
intendentes. Para nosotros, la lapicera no la tiene que tener nadie. Tiene que
haber un Estado presente, donde la gente que necesite una asistencia del Estado
pueda ir a una ventanilla y anotarse. Tenemos muy en claro nuestro objetivo y
Cristina claramente es una referencia para nosotros, siempre defendió los
intereses de nuestro pueblo. Cristina me cambió la vida. Yo no soy cristinista
por ideología, hoy sí lo soy, pero a mí me cambió la vida con sus políticas. El
gobierno de Néstor y Cristina realmente fueron muy importantes para los
sectores populares.
— ¿Esa
intermediación en programas como el Potenciar Trabajo, existe efectivamente?
¿Ese modelo lo reinvidicás o está agotado?
— Creo que no
podemos estar más en esta situación. No podemos darle visibilidad a la economía
popular y a la gente que se organiza en los proyectos productivos, cuando hay
mucha gente se anota por necesidad y para tener una entrada económica en estos
programas. Por esto, necesitamos el salario básico universal para que todo
aquel que lo necesite. Y esto va a ser muy bueno para las organizaciones
sociales y para todos, porque nosotros mismos estamos planteando que no
queremos administrarlos. Por otro lado, sí queremos fortalecer la economía
popular, con un Estado que regularice los productivos y los controle.
— Emilio Pérsico
dijo esta semana que en el mejor momento del gobierno de Cristina Kirchner
tenía 11 millones de trabajadores sin derechos, en relación a las personas con
trabajo precario o no registrado, y que ese era “un país de mierda que no
quiere”.
— No quiero opinar
sobre eso no, no lo vi y me parece que no da (risas).
— ¿No da el tono
de la declaración?
— Soy consciente
que en el gobierno de Cristina tuvimos que seguir organizandonos, pero no fue
el mismo contexto. Siempre viví en Fiorito y se notaban los cambios. Empecé a
militar en política porque entendí que es importante que nos involucremos y que
esto se va a transformar desde abajo para arriba, y no solo de la boca para
afuera. Es muy difícil de ocupar lugares cuando la estructura y el mundo de la
política que está preparado para determinadas clases sociales. A veces no es
que hay mala leche de los dirigentes, sino que te termina chupando esa burbuja
que te aleja de la realidad social. Yo creo que a algunos les pasa eso. Creo
que el Gobierno hoy no está teniendo en claridad cuánta gente está organizada
en las cooperativas y está dentro de la economía popular con changas, como en
albañilería.
— El Gobierno está
dejando actualmente niveles de pobreza superiores a los de la gestión de
Mauricio Macri. Pero el Presidente confía en este camino. ¿Crees que se va a
revertir con las actuales políticas?
— Yo creo que hay
que tomar decisiones políticas. Se hicieron cosas muy buenas con asistencia del
Estado, pero necesitamos pensar medidas concretas contra los que especulan y
los que concentran la riqueza en nuestro país. Hoy es violento comprar los
alimentos y nadie lo controla. Tenemos que ser duros con los “duros”, no duros
con los “débiles”. También hay que controlar a los que prefieren vender afuera
los alimentos y desabastecer nuestro país, que genera que no podamos comprar
pan ni carne.
— Ante esta
situación “violenta” que mencionás, ¿qué ocurre en los barrios como Fiorito?
¿Hay hartazgo o una sensación de crisis como la de 2001?
— La gente está en
un momento muy difícil. Se nota que no llega a fin de mes, pero tenemos
esperanza. Creo que, todo lo contrario al 2001, hoy tenemos representación
política. Con el solo hecho de que esté Cristina eso genera mucha confianza,
porque el pueblo sabe que alguien lo va a defender y se va a pelear con los
poderosos. Al menos eso me transmiten a mí desde el barrio. La gente tiene
memoria y sabe que venimos del macrismo y de la pandemia, esto nos da un margen
para remontarla y salir adelante.
— De esa
“esperanza” se desprende que no estarías de acuerdo con una eventual reelección
de Alberto Fernández y sí estarías a favor de una candidatura de Cristina
Kirchner.
— Es muy
importante que lleguemos a una PASO. Ojalá fuera Cristina y que ella encabece.
Queremos que esté representado el sector que impulsa nuestra agenda.