En el último libro de
Luigi Alici
S.E. Mons. Giampaolo Crepaldi
Arzobispo de Trieste
y Presidente del
Observatorio
El último libro de
Luigi Alici –- pertenece a la categoría de libros "Sí, pero...". Los
libros y el enfoque "Sí, pero..." son propios de una cultura de
catolicismo progresista que afirma los principios, pero al mismo tiempo abre
grietas para que ellos no sean respetados. Si se buscan en este libro las
afirmaciones de fidelidad al magisterio o de adhesión a los principios de
protección a la vida y la familia, se encontrarán. Pero la exposición de ideas
siempre es deliberadamente ambigua. Se mueve sobre el filo de la navaja, dice
pero niega y está llena de "sin embargo". Después de leer este libro
se entiende que la acción de los católicos en la sociedad y en la política se
ha dejado sola y completamente a su conciencia.
El telón de fondo
habitual de esta sutil ambigüedad, que no es sólo de Alici, como repito, sino
de toda una cultura, es hacer propuesta del tipo "ni - ni", y evitar
las confrontaciones. Aquí incluyo los ejemplos. La contribución de la fe
cristiana no puede ser el fundamentalismo hegemónico y de revancha, pero
tampoco "el desencarnado desinterés de la diáspora" (p. 26). ¿Cómo se
hace de bisagra entre lo público y lo privado? De manera "no arrogante ni
derrotista" (p. 35). El cristiano no puede "rendirse a una visión
maquiavélica" pero tampoco a una "concepción evasivamente
espiritualista" (p. 130). ¿Cómo debería ser la relación entre la fe y la
política? Ni hecha de "nostalgias anacrónicas por regímenes de una
cristiandad perdida", ni de "formas de liberación social y
escepticismo político" (p. 132). ¿Cómo debemos proceder en democracia? Ni
con un "totalitarismo asfixiante" ni con un "liberalismo
escéptico" (p. 78). Y así sucesivamente. Para el autor el motivo de la
existencia de estos extremos es una paradoja cristiana, que él interpreta como
una insalvable contradicción interna del cristiano, mientras que la fe y la
razón, como nos enseña la doctrina, van juntas, sólo el pecado introduce la
división.
Surgen así algunos
puntos muy discutibles, por decir lo menos. Colocamos también aquí los
ejemplos.
El reconocimiento de
las parejas homosexuales. Alici tiene palabras muy bonitas sobre la familia
fundada en el matrimonio entre hombre y mujer (p. 35). Se declara además fiel
al magisterio. Pero, posteriormente recordando al cardenal Martini, propone una
"gradualidad de los derechos" porque según él una pareja de homosexuales
debe distinguirse de dos estudiantes que comparten la misma vivienda, ya que
son diferentes a una pareja homosexual casada. De este modo él admite el
reconocimiento público de la pareja homosexual. Esto va en contra de lo que nos
han enseñado los obispos italianos en el 2007 durante el Día de la Familia. Y también va
en contra del principio de la ley natural según el cual la relación homosexual
es perniciosa y no puede ser corroborada y propuesta por las instituciones
públicas. Aquí vemos por un lado grandes declaraciones sobre la importancia de
la familia, pero por otro, vemos la promoción de un nuevo DICO o de formas de
unión civil entre homosexuales.
Principios no
negociables. Alici les llama valores y no principios, y este es un grave error
de enfoque. Después dice que ellos pueden ser "relegitimados, revisados,
corregidos" (p. 30) y ofrece un ejemplo: la pena de muerte y el Estado
confesional fueron considerados principios no negociables y ahora ya no lo son
más. ¿Cómo se puede colocar al Estado confesional en el mismo nivel que el
derecho a la vida? ¿Y qué cosa debería ser "corregida" sobre el
derecho la vida o a la familia? ¿El cuarto mandamiento, el quinto, el sexto y
el noveno deberían ser corregidos? ¿Y quién podría corregir los mandamientos?
Alici invita a los
católicos que quieren dedicarse a la política a no buscar beneficios para su fe
(p. 35). Pero ¿dónde es que en la política actual los católicos tienen
beneficios para manifestar su fe? Hoy en día, en vez de tener beneficios, los
católicos ocultan su fe detrás de sutiles distinciones como las que se proponen
en este libro.
Luigi Alici ha sido
durante mucho tiempo Presidente nacional de la Acción Católica.
En los últimos meses ha realizado giras por todo Italia para presentar su
libro, y generalmente es invitado a las sedes de la Acción Católica o
de organizaciones similares. Pero sobre la base de las ideas expresadas en este
libro la Iglesia
no podría confiar en el futuro, porque son propuestas derrotistas. Sobre estas
bases se aceptará cualquier cambio progresivo que vaya más allá del límite de
la defensa del ser humano.
Osservatorio
Internazionale Cardinale Van Thuân