MANUEL CASCANTE
Las expectativas, que
se demostraron falsas, invitaban a pensar que los países del Nuevo Continente,
con sus cancilleres reunidos en la 43 Asamblea General de la Organización de los
Estados Americanos (OEA), darían el paso de abrir el debate a la legalización
de las drogas como parte de un nuevo enfoque en la lucha contra el
narcotráfico. Esta óptica estaría más centrada en asuntos de salud pública que
de seguridad. Pero, tras acalorados debates, los países del hemisferio
occidental acordaron una solución de compromiso por la que asumen la implantación
de políticas más efectivas en la lucha contra los estupefacientes.
El secretario general
de la OEA , José
Miguel Insulza, y el presidente de Guatemala y anfitrión, Otto Pérez Molina,
coincidieron en que “fue una asamblea muy positiva”. Pérez Molina, uno de los
promotores de discutir la despenalización del consumo, dijo que “hubo una total
apertura para dialogar sobre la búsqueda de alternativas nuevas para luchar
contra las drogas (y la
Asamblea ) finalizó realmente con más acuerdos de los
esperados para responder a esta situación que afecta a todos los países”. El
mandatario centroamericano destacó el acuerdo de convocar una reunión
extraordinaria de la OEA
el próximo año para establecer acciones concretas, una vez se discutan las
recomendaciones recogidas en la
Declaración de Antigua.
En ese acuerdo de
mínimos figura el involucrar a entidades internacionales, como la Organización Panamericana
de la Salud ,
para abordar la drogadicción como una enfermedad. “Es fundamental que en el
hemisferio se continúe avanzando de manera coordinada en la búsqueda de
soluciones efectivas al problema mundial de las drogas (…) bajo un enfoque
integral, fortalecido, equilibrado y multidisciplinario, con pleno respeto a
los derechos humanos y libertades fundamentales”. El enfoque debe incorporar
“la salud pública, educación e inclusión social, junto a acciones preventivas”.
De este modo se podrá “hacer frente a la delincuencia organizada transnacional
y el fortalecimiento de las instituciones democráticas, así como el impulso del
desarrollo local y nacional”.
Lo cierto es que la
asamblea se desarrolló en medio de debates que pusieron en evidencia las
divergencias sobre la política a seguir en el futuro en materia de narcóticos,
aunque los responsables de las relaciones exteriores coincidieron en que el
actual esquema ha fracasado en líneas generales y debe ser revisarlo.
“La idea es que los
países asuman sus propias decisiones y en un momento dado acudan a la OEA cuando se pueda fijar una
posición conjunta en el tema de las drogas”, apostilló Insulza, quien “quisiera
que en 2014 y 2015 se dieran cosas concretas para que en 2016 se tomen
decisiones”. El chileno reconoció que “a la luz del informe y toda la gente que
consultamos, no veo mucho ánimo para la legalización”. Aunque puntualizó que
“no hay que confundir nunca despenalización con legalización, eso es un error.
La despenalización supone que la droga sigue estando prohibida, sigue siendo
ilegal su venta, su tráfico, su comercialización, su cultivo, etcétera”.
ABC.es, 8-6-13