Luis
Alberto Romero: Un Gunga Din argentino.
Contestación a “Delirio
nacionalista del Combate de Obligado”[1]
Como
el aguatero indio, Gunga Din[2], que estaba
“orgulloso” de servir al ejército colonialista inglés ocupante de la India, el
historiador Luis Alberto Romero, “desconoce”
el porqué la Confederación Argentina, representada por el Brigadier Juan
Manuel de Rosas, enfrentó la prepotencia del colonialismo europeo, en las
batallas de la Vuelta de Obligado (20/11/1845) y Tonelero (22/11/1845 y
(17/12/1851), representado por las principales potencias militares y navales de
la época, Inglaterra y Francia[3].
La decisión del Brigadier Rosas, no
fué arbitraria[4];
fué la respuesta de la Confederación Argentina a los colonialistas anglo
franceses ensoberbecidos, que no “entendían” o pretendían no entender, que en nuestro país
existía un estado que ejercía legal y políticamente la soberanía argentina
sobre el estuario del Río
de la Plata y de todos los ríos interiores pertenecientes a su cuenca. El enfrentamiento argentino contra la
flota colonialista anglo francesa, en la Vuelta de Obligado, fué contra las
pretensiones europeas de imponer a cañonazos, el “libre comercio” y la absoluta
libertad de tránsito para sus naves. La decisión argentina de ejercer nuestra
soberanía sobre los ríos interiores, implicaba que todos los países del mundo,
reconocieran los Principios de Autodeterminación[5] y de no Intervención
en los Asuntos Internos de un país, que nunca el Colonialismo y el Imperialismo
han aceptado ni respetado. Así lo
entendió el Gral. San Martín, (1778-1850) quién desde su exilio en Francia,
en carta a su amigo Tomás Guido, señaló, “…Ya sabía la acción de Obligado[6].;
¡qué inequidad! De todos modos, los interventores habrán visto por esta
muestra, que los criollos no son
empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca.…”.
El
contexto de la época
Desde
el descubrimiento de América y en la búsqueda de las rutas hacia el Oriente,
toda la historia del Occidente europeo desde el capitalismo mercantilista,
desde siglo XVI y hasta fines del XIX,
se caracterizó por la piratería, el filibusterismo y el esclavismo sobre los
pueblos de Africa, Asia y América Latina, fueron las prácticas habituales de
holandeses, franceses e ingleses. Pero es a partir de la Revolución Industrial
(fines del siglo XVIII), en que Gran Bretaña universaliza la producción de
mercancías, esas prácticas se potenciaron, por parte de los estados
capitalistas, principalmente de Francia e Inglaterra. Cuando tuvo lugar
la batalla de Vuelta de Obligado, el mundo europeo al que se agregarían los
EEUU-, barajaba la idea de que se iniciaba una nueva etapa para colonizar a
aquellos países que querían ser independientes y libres de toda opresión
extranjera.
Inglaterra,
dentro de esta coyuntura de avanzada imperial a nivel global, inició la Primera
Guerra del Opio contra China (1839-1842),
donde los británicos obligaron a cañonazos a los chinos a consumir la droga,
con reglas económicas y de mercado, por ellos impuestas. El narcotráfico, pués,
se inició en el siglo XIX y lo comenzó la burguesía inglesa, por medio de la
Cía de Indias Orientales. Con las ganancias del infame comercio, se financió la
acumulación primitiva de gran parte de la industria inglesa. Uno de los bancos
que tempranamente viabilizó las ganancias del narcotráfico, fue el HSBC, cuya
traducción castellana es: Banco Comercial de Shanghai y Hong Kong[7].
A fines de 1844, tuvieron lugar en los
EEUU, elecciones presidenciales que dieron como ganador, al demócrata James Polk. Su nombre era sinónimo de
expansionismo territorial. Tal es así, que su plataforma política incluyó, como si nada, la anexión territorial
como método a implementar una vez en el poder. Esto significó entrar a una guerra, lo que ocurrió el 11 de mayo de
1845 cuando Estados Unidos se la declaró a México. Desde entonces, los actuales
estados de Texas, California, Nevada, Utah, Colorado, Arizona, Nueva México y
Oklahoma pasaron a ser parte del territorio estadounidense.
En
1845, el general Juan Manuel de Rosas gobernaba la provincia de Buenos Aires, mientras que Uruguay se
encontraba en medio de una guerra civil entre los caudillos Manuel
Oribe (blanco o sea federal) y Fructuoso
Rivera (colorado o sea unitario), sostenido por fuerzas navales francesas y
del aventurero italiano Giuseppe Garibaldi. Oribe acudió a Rosas, buscando
apoyo para recuperar el gobierno que había perdido ante Rivera, quien era
ayudado por Brasil;
a lo demandado Oribe, Rosas accedió, con aporte de tropas y armamento. Con esta
ayuda, Oribe sitió la ciudad de Montevideo. La intervención de fuerzas extranjeras
exaltó los ánimos, y motivó que el Reino Unido y Francia intervinieran en el conflicto, apoyando
al autodenominado "Gobierno de la Defensa" protegido del
imperio esclavista del Brasil, del Reino Unido y de Francia, autoconvocándose
como mediadores en el conflicto. Las
intervenciones colonialistas disfrazándose de humanitarias, ocultaban los
verdaderos intereses económicos que los movían.[8]
Los hechos
La
Batalla de la Vuelta de Obligado, se produjo el 20
de noviembre de 1845,
en aguas del río Paraná, sobre su margen derecha y al norte de la provincia de Buenos Aires, en un recodo
donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de Obligado, en lo que
hoy es la localidad de Obligado (partido de San Pedro).
Las
fuerzas de la Confederación Argentina estaban comandadas
por el general Lucio N. Mansilla (1792-1871), designado por
Rosas. La flota anglo-francesa, estaba
integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes. Los europeos disponían de 418 cañones y 880
soldados, contra seis barcos mercantes y 60 cañones de escaso calibre. Los
navíos colonialistas, poseían la tecnología más avanzada en maquinaria militar
de la época, impulsados tanto a vela como con motores a vapor. Una parte de ellos estaban
parcialmente blindados, y todos dotados de grandes piezas de artillería. La
principal fortificación argentina se encontraba en la Vuelta de Obligado, donde el río tiene 700 m de ancho, y un recodo
pronunciado que dificultaba la navegación a vela. El general Mansilla hizo tender tres gruesas cadenas de costa a
costa, sobre 24 lanchones. En la ribera derecha del río montó 4 baterías artilladas con 30 cañones, los que
eran servidos por una dotación de 160 artilleros. Además, en las trincheras había 2000 hombres,
la mayor parte gauchos
asignados a la caballería, al mando del coronel Ramón Rodríguez, jefe del Regimiento de Patricios. También participaron
tropas del 2.º batallón de Patricios. En el río estaba estacionado un bergantín,
el Republicano, que, al mando de Tomás
Craig (irlandés nacionalizado argentino), tenía como misión cuidar las
cadenas que cruzaban el río. Este buque
fue volado por su tripulación durante el combate, cuando su captura por el
enemigo era inminente. El Republicano estaba acompañado por los
cañoneros Restaurador y Lagos, que consiguieron escapar indemnes
hacia el Paso de El Tonelero tras la batalla.
Las fuerzas defensoras tuvieron 250
muertos y 400 heridos. Los agresores, por su parte, tuvieron 26 muertos y
86 heridos y sufrieron grandes averías en sus naves que obligaron a la
escuadra a permanecer casi inmóvil en distintos puntos del Delta del Paraná, para reparaciones de urgencia. Finalmente, los anglo-franceses
consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose la
victoria.
Dijo
el almirante británico, Samuel Inglefield, jefe de la flota colonialista:
Siento vivamente que este
bizarro hecho de armas se haya logrado a costa de tal pérdida de vidas, pero considerada la fuerte oposición del
enemigo y la obstinación con que fue defendida, debemos agradecer a la Divina
Providencia que aquella no haya sido mayor.
Esta es una batalla muy gloriosa para
nuestro país. Nos hemos defendido con bizarría y heroicidad, dijo el Gral.
Mansilla, al terminar la primera batalla. Es de destacar que, poco tiempo después, el propio
Mansilla comandó las fuerzas de la Confederación en los ataques realizados río
arriba a la misma flota anglo-francesa en los combates de Tonelero y San
Lorenzo.
La campaña naval después de Obligado
Contra
lo que las fuerzas anglofrancesas esperaban, no lograron concitar la simpatía
de la población ribereña, especialmente en las provincias de Santa Fe (que fue defendida por tropas al
mando de Pascual Echagüe) y Entre Ríos. En las orillas de ambas
provincias, la flota invasora fue atacada repetidamente, tanto de ida como de
regreso, en los combates de Paso de El Tonelero
(batalla acaecida en territorio del partido de Ramallo, al norte de la provincia de
Buenos Aires, unos 30 km
al sur de San Nicolás de los Arroyos), San Lorenzo y Angostura del
Quebracho. En este último combate, en particular, la flota invasora perdió
6 mercantes (2 incendiados por la artillería y cuatro incendiados por
sus tripulaciones al encallar) y 2 de sus buques de guerra sufrieron averías de
importancia. Los argentinos, por su parte, solo un muerto y dos heridos. La
población civil, al parecer, apoyó firmemente la acción militar de las fuerzas
de Lucio Norberto Mansilla y del coronel Martín de Santa Coloma.
La
flota anglo-francesa logró algunos resultados comerciales en la provincia de Corrientes, que desde hacía
varios años permanecía bajo control de los unitarios.. Algunas naves
continuaron su camino hasta Paraguay, país que también resultaba afectado por el
conflicto. No obstante, el resultado comercial de la campaña fue muy escaso,
debido a la pobreza y falta de efectivo en Corrientes y Paraguay. La mayor
parte de las mercaderías que portaban quedaron sin colocar. Su costo
financiero, después de los daños infligidos por las fuerzas argentinas, se
elevó enormemente. Por lo tanto, si bien lograron algunos resultados políticos,
los beneficios económicos esperados se trocaron en un fuerte quebranto.
Tras varios meses de haber partido,
las fuerzas y naves agresoras debieron regresar a Montevideo «diezmados por el
hambre, el fuego, el escorbuto y el desaliento», al decir del historiador argentino José Luis Muñoz Azpirí.
El resultado final de la campaña de
los colonialistas, fué de grandes pérdidas militares y de quebranto económico.
Con ese resultado, la burguesías inglesa y francesa, decidieron no volver a
repetir ese tipo de aventuras colonialistas en el Río de la Plata.
Triunfo político de la Confederación
Argentina.
La
victoria anglofrancesa resultó pírrica: tanto por la decisión de las fuerzas
defensoras, como por las complicaciones que imponía el sinuoso cauce del Paraná
a la navegación, lo que hacía excesivamente costoso intentar nuevamente la
navegación del mismo en contra de la voluntad del Pueblo y gobierno argentinos.
La
batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron
sus sentimientos (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se
volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios (enemigos tradicionales de Rosas) se conmovieron
y el coronel Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte
del ejército de la Confederación.
Esta
batalla, dio como resultado final la victoria diplomática
y política de la Confederación Argentina, debido al alto
costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el
gobierno argentino, obligó a los invasores a aceptar la soberanía
argentina sobre los ríos interiores. Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern,
de 1847, concluyó
definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su
flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.
Estos tratados reconocieron la
navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación
Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río
Uruguay en común con el Estado Oriental.
La firma de los tratados mencionados,
por parte de Londres y París, en las condiciones impuestas por el Gobierno de
la Confederación Argentinas, resultado
final de la Batalla de la Vuelta de Obligación, fue
un gran triunfo político argentino.
Esto es lo que no entiende o no quiere entender el historiador Luis Alberto
Romero. Su visión colonizada, le impide ver el sentido de los capítulos
que significaron tanto la Batalla de la Vuelta de Obligado como la 1ª
recuperación militar de nuestras Islas Malvinas el 2 de abril de 1982.
Ellas forman parte de la lucha de los Pueblos que pugnan por romper con la
Dependencia y efectuar la Liberación Nacional y Social de la Patria, frente al
colonialismo y al imperialismo.
Romero,
no es el único miembro de la intelligenzia y la política argentina, que viven
arrobados por Europa y los EEUU. Hay una
línea ideológica antinacional, culturalmente dependiente y de espaldas al país,
que se inició con la 1ª Invasión Inglesa (1806). En esa oportunidad, el invasor
Gral. William Carr Beresford, se tituló gobernador de Buenos Aires. Publicó un
edicto en el que anunciaba que las propiedades serían respetadas, que las
autoridades permanecerían en sus cargos, pero
que debían jurar al nuevo rey, Jorge III. El
primero en firmar pleitesía a la Corona Británica, en nombre de los
comerciantes “argentinos” de Buenos Aires, fue un tal José Alfredo Martínez de
Hoz[9], Beresford exigió
al virrey la entrega de los fondos públicos que habían venido a buscar, y los comerciantes de Buenos Aires apoyaron
sus reclamos. Así se inició la línea que los gorilas del 55, denominaron
“Mayo, Caseros, Septiembre”. Los mismos
unitarios, que se aliaron con las fuerzas navales francesas, contra la
Confederación Argentina;
anteriormente ejecutaron el 1er. crimen político de la Argentina, al
fusilar al legítimo Gobernador de Buenos Aires, el héroe de las Guerras de la
Independencia, el Cnel. Manuel Dorrego (07/12/1828). Esa práctica siniestra,
sería repetida en numerosas ocasiones por la oligarquía bonaerense. Así en
1863, asesinaron al General de la Confederación Argentina, Don Angel “Chacho”
Peñaloza en Olta, Pcia de La Rioja y consumaron la destrucción del gaucho. Los
crímenes de la oligarquía, hijos de la línea Mayo-Caseros-Septiembre, se
continuarían en el siglo XX, con las bandas asesinas de la Liga Patriótica en
la Semana Trágica (1918), las matanzas de la Patagonia (1921), el bombardeo de
la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, los fusilamientos del 9 de junio de
1956 y los asesinatos de la dictadura colonial (1976-1983). Deben incluirse
también las bandas de los Comandos Civiles Revolucionarios de la Revolución
Fusiladora (1955-1958) y más recientemente, de las bandas terroristas de ERP Y
Montoneros, que con su violencia irracional y antinacional, alfombraron el
camino hacia el golpe de Estado imperialista del 24 de marzo de 1976.
Esa “intelligenzia” iniciada con la 1ª
Invasión Inglesa, continuó con Bernardino Rivadavia, el partido unitario, la
Generación del 37, Sarmiento, y el mitrismo. Sarmiento y Mitre, con esa
visión sangrienta de la burguesía
comercial porteña, que entendían “…que
no había que ahorrar sangre de gauchos, solo sirven para abonar la tierra…”.
La visión extranjerizante de esta intelligenzia, se puede ver en intelectuales europeizados como Silvina
Bullrich, quién en una novela, hace decir a uno de sus personajes “…París es el hogar y Buenos Aires, la
oficina…”[10]. Serán sucesivamente anti
criollos, antiinmigrantes, antiirigoyenistas (la chusma), antiperonistas (los
cabecita negra), etc, etc, etc y por sobretodo, sirvientes ideológicos de la
oligarquía vacuna. Su admiración por Europa y su antiespañolismo, eran
perfectamente funcionales, con la inserción de la Argentina como apéndice
económico de Gran Bretaña, a partir de 1880.
Hoy
día, pueden mencionarse además, de Luis Alberto Romero: a Carlos Escudé, a
Vicente Palermo, a Juan José Sebrelli, a Marcos Aguinis, a Magdalena Ruiz
Guiñazú y otros tantos, que tienen en común, su cipayismo, su europeísmo, su
antiperonismo –entendido como odio hacia el proletariado argentino- y su feroz
odio hacia la recuperación de Malvinas. Esto último los pone en común, con
políticos como Raúl Alfonsín que
entendía que la recuperación del archipiélago malvinero el 2 de abril de
1982, fue “…un carro atmosférico…” o el ex Presidente Arturo Frondizi, quién
se apersonó ante la Embajada de los EEUU, para pedir “perdón” por la gloriosa
recuperación, efectuada por las FFAA argentinas.
Romero
pertenece a esa clase de intelectual europeizado, que si hubiese vivido en el
siglo XIX, como los rajaes de la India, habría viajado a la Corte de Saint
James, en Londres, para presentar sus respetos a la Reina Victoria. Aunque Romero no lo haya pensado en estos
términos, en los hechos, el artículo que pretende denostar a los soldados que lucharon y murieron en defensa de la
Soberanía Nacional, en la Vuelta de Obligado y en Malvinas, lo que está
haciendo, es rendir pleitesía gratuita a la Reina Isabel II y al imperialismo
en general. Otro intelectual argentino que nunca habló de Malvinas y que
actuó como Romero, fue el renegado de la Izquierda Nacional, Ernesto Laclau, quién para conservar sus
cátedras en la Universidad de Essex, se convirtió en súbdito británico. Ese
era el consejero “nacional y popular” de la Presidenta Cristina Fernández, que
es “muy amiga” del usurero George Soros, así como de los ejecutivos de las
mineras, de las telefónicas y de las petroleras imperialistas, quienes saquean
las rentas de las empresas públicas extranjerizadas y usurpan la explotación de
nuestros recursos renovables y no renovables. Esa misma Presidenta, que se
jacta de que en la década “ganada”, el kirchnerismo pagó a la usura
imperialista, u$s 200.000 millones, de una deuda ilegítima y fraudulenta.
Hoy día, a los “intelectuales”
colonizados, hay que sumarles los políticos colonizados de todos los partidos
(PJ, PRO, UNEN, UCR, etc), que forman parte del Partido de la Deuda, quienes
continuamente viajan a Wall Street para tocar la “campanita” del recinto -al
inicio de la rueda bursátil-, como señal de pleitesía hacia la usura
imperialista.
Una
nueva Argentina, formada por las clases medias empobrecidas y la clase obrera
peronista, que fue traicionada por sus direcciones políticas y sindicales y al
igual que en el 17 de octubre de 1945, el 29 de mayo de 1969 (Cordobazo) y el 2
de Abril (Recuperación de Malvinas), darán cuenta de todos ellos, e iniciará
una nueva época para la Patria, en pos de la Liberación Nacional y Social de la
misma.
Leopoldo Markus Juan
Manuel Soaje Pinto
Sec. Prensa y Propaganda Presidente
del Canal TLV1
Partido Socialista de la Izquierda
Nacional Toda
la Verdad Primero y,
PSIN 2ª época Chozno de Juan Manuel de Rosas
Buenos Aires, 18 de diciembre de 2014
[1]
Clarín, 9/12/14
[2] Gunga Din, film norteamericano apologético del colonialismo inglés (1939). Inspirado en el poema
homónimo de Rudyard Kipling, estaba situado en las vísperas del
alzamiento de tropas indias contra el Imperio (1857) y que llevó a una
sangrienta guerra. El protagonista, era
presentado como un humilde aguatero, que estaba “contento” de servir al
ejército colonialista de ocupación.
[3] Hoy hablaríamos de la
expresión militar de las burguesías imperialistas: la OTAN.
[4] Como tampoco fue una arbitrariedad militar, la
decisión política de la Junta Militar de 1982, encabezada por el Gral. Leopoldo
Fortunato Galtieri, de recuperar militarmente nuestras Islas Malvinas, el 2 de
abril de aquel año. Esa decisión, pese a lo que digan cipayos y vendepatria
desmalvinizadores como Romero, la partidocracia y el Servicio Civil de la
Colonia, terminó con un siglo y medio de sometimiento cultural e ideológico, al
imperialismo y al colonialismo. Toda la infamia antinacional de las fuerzas
coloniales –incluidos los medios de comunicación-, sirviendo a los servicios de
inteligencia ingleses, nunca podrá borrar la importancia de aquella decisión y ya
llegará el día en que se revisarán todas las infamias y mentiras del proceso
desmalvinizador.
[5] Principio
que la burguesía imperialista inglesa utiliza falazmente, levantando la
“autodeterminación” de sus títeres kelpers de Malvinas, para oponerse a
discutir la cuestión de fondo: la soberanía y devolución de las islas que
pertenecen legal e históricamente a la Argentina.
[6] San Martín, en su testamento legó su
sable corvo, que lo había acompañado en las luchas libertadoras al Gdor. Rosas,
con estas palabras: "…El sable que
me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le
será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas,
como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la
firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas
pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla". Estas palabras, que hablan por sí mismas,
no las puede comprender Romero, porque su visión es la de un colonizado, como
el aguatero Gunga Din.
[7] Recién comenzaba la
época de humillaciones europeas para los chinos. Hubo “zonas europeas” en las
ciudades costeras chinas, en las que estaba “…prohibida la entrada perros, gatos y chinos…”.
[8] En el siglo XX, también los
colonialistas ingleses y los imperialistas yanquis, utilizaron argumentos
similares para descalificar como fascista al Presidente de la Argentina,
Leopoldo Fortunato Galtieri y enviar la flota colonialista de 113 barcos de
apoyo y navíos de guerra (la más grande desde la 2ª guerra imperialista), para
la transitoria reocupación de Malvinas. También los imperialistas yanquis hablaron
de los “dictadores” Manuel Noriega (Panamá), Saddam Hussein (Irak), Muhammad
Gaddafi (Libia), para invadir y derrocar a sus legítimos gobernantes en 1989,
2003 y 2011, como desde hace cinco años, pretende hacerlo con el Gobierno de la
República Arabe Siria, presidido por el Dr. Bashar al-Assad. Todas estas
guerras, responden a los intereses imperialistas de Gran Bretaña, los EEUU, a
los que se ha agregado recientemente Francia. Estas guerras neocoloniales,
pretenden ocultar la verdadera naturaleza del pillaje imperialista del petróleo
del Medio Oriente, en beneficio del Cartel de las “Siete Hermanas”.
[9] Tatarabuelo del
Ministro de Economía de la dictadura colonial (1976-1983). De tal palo, tal
astilla.
[10] Bodas de Cristal.