por Mariano N. Castex
Informador Público, • 08/12/2015
Días atrás el matutino La Nación publicó un editorial
titulado “No más venganza“.1 El mismo produjo una desmedida reacción en algunos
sectores de la civilidad, que denota hasta qué punto se ha enraizado en nuestra
“circunstancia” la mendacidad del “relato” y su descarada manipulación de los
Derechos Humanos con fines absolutamente espurios, distorsionando la realidad
de la historia a través del implante de dismnesias y rellenos selectivos en
todos los campos del quehacer societario y muy particularmente entre las
generaciones que no vivieron esa guerra civil en donde ambos bandos por igual
cometieron toda suerte de crímenes repudiables. Entre quienes conocen y han
vivido y militado esa época, impera por cierto el miedo a señalar que en la
memoria y conducta de no pocos líderes la mentira sistemática, la corrupción y
el espíritu de venganza están presente causando estragos.
Esta innegable realidad crea en quien esto escribe una
ardiente inquietud y mayor zozobra pues el silencio es la peor contribución que
puede hacerse en el proceso argentino en procura del cese de la era de
violencia y la búsqueda de la paz.
Víctima del proceso militar y convertido en activo
militante por los DD.HH. con mayúscula, lo que implica la connotación de
rechazo a toda discriminación de personas -lo que es equivalente a que estos se
aplican a todo humano por igual-, con el avance de la era K, quien esto
escribe, constata con renovada sorpresa que en nuestras tierras abunda la
candidez, la falta de memoria y el amor por dejarse engañar y seducir. No en
vano se nos consideraba la tierra en donde se vendían al ocasional transeúnte
-al “gil”, como le decían- con notoria facilidad, los buzones del correo, las
grúas del puerto y hasta algún tranvía. Fenómeno no tan particular por cierto,
si se compara la similitud que guardan tales conductas con la ingesta por no
pocos electorados de toda suerte de demagogias y adoraciones seudo mesiánicas.
Dígalo si no, el recordado “guiño” peroniano, endosado a los porteños como
morbosa cualidad, en el primer mundo.
Aún impera así, por cierto, una inmadurez fértil en
candorosa credulidad, y proclividad a dejarse seducir con promesas vacuas, con
baratijas como en el siglo XV, mientras ante las narices del ingenuo cautivado,
birlaban sus predicadores los escasos bienes que poseía el corderito de Dios
(con licencia de Don Alejandro)2 y devoraban a lo Pantagruel el tesoro nacional,
asumiéndolo como propiedad en exclusiva. En otras palabras, si en décadas
infames se compraban votos, en estos últimos tiempos la muy abusada prédica de
la horizontalidad y del “relato K” ha permitido el sojuzgamiento de la
civilidad y la entronización de una corrupción como no se conociera antes y que
ha envuelto en sus redes a militantes de prestigio hoy desacreditados por
completo por su obsecuencia rastrera, su jusmesía servil a la figura del líder
y un grado de fanatismo cuasi patológico que corre paralelo al enriquecimiento
ilícito.
El grado de pérdida de realidad de estos últimos es
elevado en extremo, tan fanatizados se encuentran, que no caen en la cuenta de
que están adorando a una bipolar, en estado maníaco y “frontalizada”3 que se
resiste a dejar el poder sin dejar tierra arrasada, al mejor estilo hitlerista.
El campo de los DD.HH. no ha estado inmune a todo
ello. Si se analiza con cuidado el voto del juez C. Fayt oponiéndose a la
reapertura de los juicios de lesa humanidad 4, constituye tal hecho, el
encendido de una alarma anunciadora de una transición inmediata a una era en
donde la “Venganza” con mayúscula ha sustituido a la Justicia, imponiéndose a
través de juicios en donde bullen los testimonios falsos -varios descaradamente
adquiridos-, la multiplicación creciente de detenciones arbitrarias,
resoluciones mendaces en su contenido y fundamento -cuando no infundadas-,
acusaciones pergeñadas desde una Fiscalía General ocupada por quien reemplazó a
una figura ejemplar -como es la del Dr. E. Righi, apartado de sus funciones por
vislumbrarse que no era manipulable a los fines de proteger el enriquecimiento
de los líderes K- y sobre todo, como consecuencia de este repudiable manejo de
Temis, el maltrato, sistemático y perverso de los detenidos acusados de
crímenes de lesa humanidad. Trato absolutamente inhumano, indigno y cruel,
instrumentado en forma contumaz como política de un Estado Nacional, presidido
por CFK e impulsada en los estrados tribunalicios por un rebaño de fiscales
federales “especializados en los llamados delitos de lesa humanidad”, concepto
este último que ha arrasado y hasta prostituido por completo los cimientos del
Derecho Penal bimilenario, arrojando al cesto de desechos principios como el
NON BIS IN IDEM o el NEMO PUNIATUR NISI A LEGE PREVIA y el IN DUBIO PRO REO. De
paso, vale la pena recordar, que este último es de uso habitual en las cortes
penales para estigmatizar más aún a los procesados provenientes de las clases
sociales más necesitadas.
En tal sentido sería interesante señalar que en la
década del Gobierno saliente y en la que se han gestado leyes de indiscutible
valor humano con respecto a detenidos (ex.gr.: la morigeración que ofrece la
ley 24.660 y modificatorias), al aplicarlas se ha discriminado en casos de delitos
como los de lesa humanidad -lo que es claramente anticonstitucional-. Así, ante
la existencia clara de opciones para un menor sufrimiento de un detenido a lo
largo de los avatares procesales o en el cumplimiento de la pena, se ha
desechado ello, especialmente en los casos de gerontes, inválidos y enfermos en
riesgo de vida. Esto, porque en forma cuasi sistemática, los fiscales se han
opuesto a su aplicación, con afirmaciones en no pocos casos claramente falaces.
En el ínterin, mientras desde el Gobierno Nacional y
la sociedad en general, muy pocos honestos y valientes osan hablar de las
víctimas de los ataques terroristas de la década del setenta, sobre todo
menores y soldados que cumplían con ese deber -asesinados u hoy minusválidos- y
nadie se ocupa de aplicar justicia en los hechos de terror ocurridos en tiempos
constitucionales anteriores a 1976 o juzgar a los dirigentes que en 1979/1980
no dudaron en sacrificar a una muerte segura una generación de jóvenes adultos
idealistas y honestos como acaeció con la agrupación Montoneros, a diferencia
de otras agrupaciones militantes como el Peronismo de Base o el ERP 22 que
diezmadas, optaron por el pase al silencio.
Y cuando se habla de responsabilidades vale la pena
recordar (aspecto callado por completo) que el Gobierno Militar que asume en el
76, lo hace forzado por el vacío que se produce debido a que el Congreso
Nacional -entonces con mayoría peronista- no utilizó los mecanismos
constitucionales que tenía a su disposición para desplazar a una Presidente
claramente enferma e incompetente. De esto nada se dice, pero muchos somos
testigos directos de la vacilación en esos días de Ítalo Luder. De haber este
asumido sus responsabilidades. De haberlo hecho, diversa habría sido la
historia.
Pero retornando al editorial referido en el acápite de
esta nota, por entre la polvareda creada por la reacción cuasi histérica de
algunos sectores que no desean conocer la Verdad con mayúscula y se aferran a
la Venganza inherente al “Relato”, destaca la carta que el secretario de la
Conferencia Episcopal Argentina, con la firma de su secretario general,
monseñor Carlos H. Malfa, enviara el pasado 3 de diciembre al matutino de
referencia, en la que expresa su posición sobre el debatido editorial.
Forzoso es confesar que tal columna periodística, que
sorprende al V. Episcopado, ofrece por cierto aristas que podrían encuadrarse
dentro de lo opinable, como no oportuno para ese peculiar momento histórico de
transición. Pero es cierto por otra parte que las verdades ocultadas y/o
calladas han engendrado a lo largo de los años, daños irreversibles a naciones,
sociedades y personas. Veritas liberabit vos. Palabra de Dios. Espero que no se
acuse ahora a quien esto expone -valga la ironía-, de sacar un texto de
contexto, ya que no es posible adjuntar a esta expresión vétero testamentaria
el texto bíblico completo.
Es la memoria un gran don, calidad muy meritoria,
recitaba el gaucho Fierro, y sus palabras traen a mi recuerdo dos documentos
eclesiales inolvidables para cualquier demócrata. El primero, la carta
encíclica de SS. Pío XI, Non abbiamo bisogno5, la que suscitó no escasas
críticas, calificándosela como un documento no oportuno e ingrato hacia el
fascismo. También el documento de Eugenio Pacelli, Mit brennender Sorge 6 con
su valiente crítica al nazismo (documento hoy olvidado por intereses espurios)
recibió idéntica crítica. Tal vez a la vista de la extensa documentación que el
V. Episcopado Argentino tiene a la vista desde los inicios del 2014, como
también obrantes en el Vaticano, pueda ciertamente con todas las cautelas pro
pacificación que quiera mantener, caer en la cuenta que no puede callar más
ante la decidida manipulación que el relato del Gobierno Argentino saliente y
no pocos organismos de DD. HH. beneficiados por aquel, ha producido
implementando -luego de la reactivación de los juicios por delitos de lesa
humanidad, contra la opinión del ministro Fayt- una Justicia Federal en donde
la Venganza ha sustituido a la Justicia y en la cual entre no pocos vicios
jurídicos y procesales se han llenado las cárceles argentinas de ancianos
minusválidos, a los cuales se inflige un trato indigno, cruel e inhumano,
dificultándosele el acceso a la salud. Obvio es agregar que con tal trato
también se han repleto tumbas. Al momento actual más de 300.
Quien esto escribe no intenta minimizar ni justificar
la cualidad de “horrenda y perversa” que tuvo la represión de la década del 76,
pero entiende que no se logrará PAZ entre argentinos mientras no se admita la
total y absoluta verdad de lo acontecido a través de un mutuo sinceramiento que
felizmente avanza en forma independiente por fuera de los odios y violencias
del fanatismo K y cesen definitivamente toda suerte de venganzas. Es hora de
que en el altar de la memoria se recuerde por igual y sin distinciones entre
bandos a todos los argentinos que se sacrificaron en función de sus ideales en
esos tiempos de mutua barbarie. No somos pocos actualmente quienes luchamos y
seguimos peleando por un cambio en la Justicia SÍ, pero no ASÍ y por ende
quisiéramos que todo el esfuerzo y gasto que se eroga en la Justicia Federal
denominada de lesa humanidad, sea derivada a combatir al narcotráfico y a la
corrupción del Estado. Empero cabe advertir que ello requiere capacitación,
objetividad y no poca sabiduría, no frecuente empero en algunos estrados de
nuestra justicia actual, en donde se ha incorporado no pocos mediocres pero
bien fanatizados.
Una última reflexión. Modesta y respetuosamente
entiende este fiel cristiano -más cabra que oveja-, que el párrafo de SS
Francisco, citado en el editorial, refleja claramente el pensamiento del
Pontífice y que debería preocupar más a nuestros Pastores el efecto que sobre
la grey han producido las desvergonzadas manipulaciones de su persona,
producidas por la Titular del Ejecutivo (ya de feliz memoria) y su copioso
séquito costeado por el Pueblo Argentino, que una invocada descontextualización
de la cita. Con esa argumentación citar al emitir opinión o dirigir una
conducta guiadas por las palabras de un pastor, sería descontextualizarlo a no
ser que quien lo haga tenga in mente el texto completo de dónde surge la idea.
Este último argumento es propio del alambicado pensar de una Iglesia del
pasado, cuando de fines condenatorios se trata. El autor se queda con el espíritu
de Francisco a quien conoce desde 1957 y al que admira y respeta profundamente
sin por ello hacer alharaca.
El Pueblo de la Nación de una vez por todas, debe
saber de qué se trata, id est, la verdadera historia de los delitos de lesa
humanidad, si se desea una Paz estable, la que no se dará jamás sin una
reentronización de La Justicia y el derrocamiento definitivo de La Venganza.
Pero para reconvertir a las Erinias en Euménides, diosas de prosperidad. Pero
para ello se necesita de la sabiduría de una diosa Atenea.
En artículos sucesivos ofreceremos al lector, caso por
caso, la documentación que nos permite fundar la acusación de la “Comisión de
delitos de lesa humanidad en nombre de una Política de Estado, implementada
ella muy particularmente desde la Procuración Fiscal de la Nación”.
Referencias:
1 – Diario La Nación, Buenos Aires. Editorial del 23
de noviembre de 2015.
2 – Referencia a Alejandro Borensztein y su
inigualable página dominical en Clarín
3 – La palabra frontalizada es utilizada en neuropsiquiatría
refiriendo a conductas anormales por lesión de las áreas frontales del cerebro.
Remite a la Moria, estado morboso en el que los sujetos tienen una inclinación
a las bromas sin sentido ético y disfrutan comportándose en forma descontrolada
y extravagante; se observa en ciertas lesiones cerebrales como tumores del
lóbulo frontal.
4 – Juez Fayt en el Caso Simón. Esta fue una
sentencia, dictada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina el
día 14 de junio de 2005, en la que el Máximo Tribunal declaró la
inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final. El
proceso se origina en el denominado Caso Poblete, en relación al proceso penal
consiguiente seguido contra Julio Simón y otros acusados. El juez Fayt consideró
constitucionales las leyes citadas, e inconstitucional la doble persecución
penal, retroactiva y sin texto legal tipificante, inclusive en casos de delitos
contra la humanidad.
5 – “Non abbiamo bisogno…” (en italiano: “No tenemos
necesidad…”) Encíclica de SS Pío XI sobre el fascismo y la Acción Católica,
publicada el 29 de junio de 1931. La encíclica condenaba “una ideología que
explícitamente se resuelve en una verdadera estatolatría pagana” y que “inculca
a sus fuerzas jóvenes el odio, las violencias, las irreverencias”.
6 – Mit brennender Sorge (en español: “Con ardiente
inquietud…”) Encíclica de SS Pío XI sobre la situación de la Iglesia en la
Alemania nazi, publicada el 14 de marzo de 1937, siendo Secretario de Estado y
redactor de la misma el cardenal Eugenio Pacelli, posteriormente Pío XII
(desde1939).