El
flamante vicecanciller macrista Carlos Foradori es un ex funcionario menemista.
En su curriculum figura la defensa de la fallida “poligonal” en el conflicto
con Chile por los Hielos Continentales, para favorecer el proyecto minero de
Pascua Lama de Barrick Gold. También el acuerdo de comunicaciones con Malvinas
del año 1999, que permitió la reanudación de los suspendidos vuelos desde
Chile, para “seducir a los isleños”. Su nombramiento se da en momentos en que
poderosas petroleras norteamericanas e inglesas pretenden explotar el petróleo
de las islas Malvinas.
Por Lázaro Llorens y Javier Llorens
Streptiasedelpoder, 16-12-15
A pocas horas de llegar a la Casa Rosada, el
presidente Mauricio Macri firmó un decreto designando al diplomático Carlos
Foradori, como vicecanciller. Abogado, radical, licenciado en Relaciones
Internacionales, master en la universidad de Harvard y Johns Hopkins, será el
número dos de la canciller Susana Malcorra -ex IBM y Telecóm- de buenos
vínculos con Estados Unidos.
Aunque su nombre no diga mucho, Foradori, ex embajador
en Zimbawe y Guatemala, es un viejo diplomático de carrera. Desde la
Cancillería, bajo el gobierno de Carlos Menem coordinó la “Unidad de Trabajo
del Atlántico Sur” con el cual se llegó a un dudoso acuerdo con el Reino Unido
para restablecer los interrumpidos vuelos a las islas Malvinas, e intentar
controlar la pesca en la zona. A la par que el canciller Guido Di Tella
desplegaba su política de seducción, obsequiando peluches a los isleños.
Su importancia radica en que este acuerdo fue el
primero que se firmó al respecto entre Argentina e Inglaterra, luego de la
guerra de Malvinas de 1982. Mediante él se consintió que los argentinos debían
portar pasaporte visado para ingresar a Malvinas, y se hizo intervenir en la
negociación a los consejeros isleños, posturas que tradicionalmente habían sido
rechazadas de plano por Argentina.
Además, en su curriculum el flamante vicecanciller de
Macri, marginado en estos últimos años por el kirchnerismo, ostenta como una de
sus principales manchas diplomáticas, el haber defendido el controvertido
tratado por los Hielos Continentales con Chile de 1991, rotundamente rechazado
por el Congreso argentino durante años. El mismo, formalizado también por Di
Tella durante el menemismo, consentía en la caprichosa entrega a Chile de miles
de kilómetros cuadrados de superficie de hielo que pertenecían a la provincia
de Santa Cruz. Con el objeto que a su vez Chile firmara el polémico tratado de
“Integración y complementación minera”, para poder hacer factible la
explotación del yacimiento aurífero de Pascua Lama (Barrick Gold) y el
cuprífero de El Pachón (Xstrata). Curiosamente estas tramas diplomática recién
prosperaron tras la detención y juzgamiento del general chileno Augusto
Pinochet en Londres.
Hielos Continentales
A comienzo de los 90, luego del acuerdo del Beagle,
Argentina y Chile aún mantenían abierto una veintena de conflictos limítrofes.
Ante la necesidad de profundizar la integración entre ambos países,
principalmente la económica, donde había grandes intereses mineros de por
medio, los presidentes Carlos Menen (Argentina) y Patricio Aylwin (Chile)
decidieron ponerles fin a ellos.
Comenzaron con los Hielos Continentales y Laguna del
Desierto, dos territorios ubicados en la provincia de Santa Cruz. El primero es
una gran extensión de 16.800 km² de hielos continentales, la tercera más
extensa del mundo después de la Antártida y Groenlandia. Y el mayor de todos
los hielos de carácter continental no polar con acceso terrestre. Están
situados en los Andes Patagónicos, en la frontera entre Argentina y Chile.
El segundo, Laguna del Desierto, era una área de 530
Km2 al sur de Coyhaique, lugar donde en 1965 había muerto por un enfrentamiento
entre la gendarmería argentina y los carabineros chilenos, el teniente chileno
Hernán Merino. Muerte que en su momento causó gran tensión entre ambos países.
Con este propósito el 2 de agosto de 1991, bajo la
gestión del canciller Di Tella, ambos países firmaron sendos tratado para
resolver estos dos conflictos limítrofes. Se convino que los Hielos
Continentales, se resolverían mediante una polémica y arbitraria “Poligonal”
trazada por Chile, cuyo itinerario se puede observar en la siguiente imagen.
Mientras que el área de Laguna del Desierto sería mediante un juicio ante un
Tribunal Arbitral Latinoamericano.
En el caso de los Hielos Continentales, donde el
flamante vicecanciller Foradori tuvo un rol protagónico como coordinador del
“Grupo de Trabajo sobre Hielos Continentales”, el tratado fue un estrepitoso
fracaso. El acuerdo debía aprobarse por los congresos de ambos países, pero la
entrega de miles de kilómetros cuadrados a Chile mediante el trazado de una
caprichosa “poligonal”, motivó la rebelión de muchos legisladores de la
oposición y del oficialismo, quienes argüían que no había ningún fundamento
técnico para conceder este territorio al país trasandino.
El rechazo fue tal, que el acuerdo de los Hielos
Continentales de Di Tella y Foradori, estuvo casi ocho años frenado en el
Congreso. Los legisladores de la provincia de Santa Cruz se opusieron
abiertamente a él, por lo que fueron apartados por el menemismo de las
comisiones correspondientes, en su empeño de aprobar a toda costa el tratado.
Incluso, el entonces gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner, hizo un acto y
una marcha junto al gobernador de Tierra del Fuego, para oponerse a esta
entrega.
Estas posiciones anti-acuerdo se vieron ratificadas en
1995 cuando el tribunal arbitral resolvió el área de Laguna del Desierto
correspondía a Argentina no a Chile. Muchos legisladores sostenían que este
fallo le daba margen a Argentina para negociar con mayor fuerza el área de los
Hielos Continentales, incluso ante un tribunal internacional, dado que Chile,
donde la derecha pinochetista aún tenía mucha influencia, no tenía margen para
otra derrota diplomática.
Como la cuestión estaba enquistada en el Congreso
argentino, Chile comenzó a presionar amenazando que si el tratado por los
Hielos Continentales no era aprobado, no se aprobaría el famoso “Tratado de
Integración y Complementación Minera entre Chile y Argentina”. Redactado por la
propia Barrick Gold, a los efectos de poder explotar el yacimiento binacional
de Pascua Lama, según lo reconocieron en una oportunidad dos de sus ejecutivos
chilenos.
Por este motivo, uno de los grandes impulsores de este
tratado era el actual diputado y ex gobernador de San Juan del FPV José Luis
Gioja. Quién como diputado y senador menemista había sido un público y notable
defensor de la Barrick Glod, la gran minería a cielo abierto, y él artífice de
las leyes que la posibilitaron.
“Es imposible que el gobierno chileno apruebe el
acuerdo minero antes que los campos de Hielo… Lo lógico es despachar primero
Campo de Hielos y después dedicarse al tratamiento del acuerdo minero”, dijo
textualmente el canciller chileno Miguel Insulza haciendo explicita las
presiones.
Para destrabar la cuestión, en 1997, el canciller Di
Tella creó el “Grupo de Trabajo de los Hielos Continentales” y puso al frente
de él a Foradori. Este grupo realizó una investigación sobre el tema, y
participó en congresos, conferencias, seminarios, procurando defender ante la
opinión pública y especializada el tratado que exigía Chile, con su polémica y
caprichosa “poligonal”.
Aun así, de derecha a izquierda, la posición de muchos
legisladores se mantuvo inamovible. Finalmente, para poder destrabar la
cuestión, ante la presión de los diputados y senadores, Di Tella y Foradori se
vieron obligados a olvidarse para siempre de la famosa “poligonal”. “La
Poligonal está muerta, hicimos luto y la enterramos” declaro Di Tella en agosto
de 1998, siete años después de haberle dado luz.
El entredicho se destrabo mediante la gestión de
legisladores argentinos y chilenos, que convinieron que debían respetarse los
centenarios convenios vigentes con Chile, referidos al trazado de límites
cordilleranos. (Ver nota complementaria La trama de los conflictivos límites
con Chile y su notable actualidad). De esa manera el 2 de junio de 1999, fue
aprobado definitivamente en simultáneo por los congresos de Argentina y Chile,
un nuevo tratado de límites que estuvo muy lejos de las posturas de Di Tella y
Foradori.
Del lado chileno, esta aprobación se vio facilitada,
según la detallada investigación de Sergio Eissa, “Hielos Continentales – La
política Exterior en los 90” por la detención, a fines del año 1998, del ex
dictador Pinochet en Londres por pedido del juez español Baltasar Garzón. Ante
la cual, el gobierno menemista se había pronunciado en contra, ya que también,
había denegado los pedidos de extradición contra militares argentinos
formulados por el mismo juez Garzón.
Voces en contra
Quién desde un primer momento estuvo en contra de la
caprichosa poligonal fue la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner, por
entonces diputada nacional por Santa Cruz. Por ello el kirchnerismo no
cultivaba simpatía alguna por Foradori. No obstante el diario Clarín,
tergiversando la cuestión, recientemente afirmó que la antipatía hacia el
vicecanciller de Macri provenía porque supuestamente Foradori la había
corregido técnicamente en el caso de los Hielos Continentales, cuando en
realidad sucedió a la inversa.
Mediante un duro informe de 52 páginas, la
ex-presidente, hoy socia política de Gioja y defensora de la Barrick, desechó
el convenio sosteniendo que “la integración con Chile es algo cotidiano,
fundada en la convivencia diaria en nuestra región”, por lo tanto no se
justificaba, bajo ningún concepto, la entrega de los Hielos Continentales por
motivos económicos.
Otro empecinado opositor de ese tratado hasta su
instancia final fue el radical Alfredo Avelin, senador de San Juan, luego
gobernador de esa provincia, y ferviente opositor del plan minero de Menem y
Gioja. Sin pelos en la lengua, Alevín denunció que este acuerdo promovido por
Di Tella, Foradori, y Gioja, se había cristalizado para hacer viable el
proyecto binacional de Pascual Lama. Incluso, acusó a su coterráneo Gioja de
ser un “instrumento de la Barrick”.
“Nos encontrábamos en los años ´90 con 23 conflictos
no resueltos con Chile. Se resuelven 22 coordinadamente y sin perjuicios para
ambos países, pero surge un problema en los Hielos Continentales… En 1990, se
reúnen los presidentes Carlos Menem y Patricio Aylwin, y dan instrucciones para
la demarcación. Esta se concreta en julio de 1991, donde Argentina decide hacer
una poligonal… fue aprobada por mayoría en el Senado (en 1999), en la que uno
de los principales expositores fue el actual gobernador de José Luis Gioja”,
describió el senador Avelín, autor del libro “Hielos Continentales Patagónicos:
la Historia nos Juzgara”.
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Según el senador sanjuanino el acuerdo con Chile se
aprobó violando la Constitución de Santa Cruz, que taxativamente prohibía esta
entrega; omitiendo los informes de Instituto de Hielos Continentales
Patagónicos; y omitiendo 67 pedidos de informes que había sobre el tema.
Cuestionó además la demarcación sobre el terreno, aduciendo que no había sido
correcta y no era completa. Razón por la que tanto él, como su hija Nancy
Avelín, junto con otros siete diputados, y otros cuatro senadores, rechazaron
esa demarcación. “Ustedes me preguntaran por que la Alianza a aprobado todo
esto. No sé cual son los intereses que han ocurrido. Desgraciadamente esto le
hace un grave daño al país.”
Sobre esta acusación, fue el propio Gioja desde el
Senado quien en su alocución parlamentaria se encargó de explicar los motivos
“políticos” que impulsaban al tratado. “El acuerdo fue esencialmente político
(…) El camino de la integración argentino-chilena tenía una piedra en el
zapato. Y esa piedra era precisamente este problema de los Hielos
Continentales… Estamos pasando por un momento espectacular en las relaciones
con Chile (…) Esto ha abierto muchos beneficios como el tratado de integración
minera que está firmado por el Poder Ejecutivo y yo calculo que en el presente
período legislativo va a hacer aprobado por ambos parlamentos”, explicó el
actual diputado del FPV y ex gobernador de San Juan, público lobista de Barrick
Gold.
El avance de la Barrick
En marzo del 2000, poco meses después de aprobado el
polémico acuerdo por los Hielos Continentales, los congresos de Chile y
Argentina aprobaron el “Tratado sobre Integración y Complementación Minera” con
que Chile presionaba a Argentina. Este tratado lo que hizo paradojalmente, fue
eliminar los hasta entonces conflictivos límites entre Chile y Argentina, para
generar un nuevo país llamado “área de operaciones” de la Barrick Gold. Dentro
del cual esta megaminera puede explotar todos los recursos naturales existentes
en la zona, sin importar su país de origen.
Era un traje hecho a la medida de los intereses de
Barrick Gold, según lo reconocieron Sergio Jarpa y José Antonio Urrutia, dos
ejecutivos de la empresa cuando afirmaron: “fue la Barrick Gold la que elaboró
el Tratado Minero entre Chile y Argentina.”
La compañía detentaba en Pascua, en la Tercera Región
de Chile, un enorme yacimiento de oro diseminado, pero carecía de agua para su
explotación. Por eso su necesidad de romper los límites políticos entre
Argentina y Chile, y transformar a su emprendimiento en un proyecto binacional,
único en el mundo. Dado que gracias a ese tratado, el agua ahora será provista
por los glaciares y nevados existentes en la zona de Lama, en la provincia de
San Juan, donde Gioja manda.
Allí según su Estudio de Impacto Ambiental, Barrick
prevé extraer el oro del lado chileno y tratarlo con agua argentina mezclada
con cianuro, dejando los desechos industriales en Argentina. Mientras que los
tributos por el oro extraído en Chile y procesado en Argentina, se pagaran en
Chile, gracias a un convenio complementario aprobado durante el kirchnerismo.
Perjudicándose así nuevamente a Argentina que se quedará sin el agua, con la
contaminación ambiental, y sin la renta.
“Es una iniciativa formidable, cuya aprobación tendrá
una influencia decisiva en la calidad de vida de muchísimos argentinos, entre
ellos los que habitan regiones empobrecidas y aisladas del país” argumentó José Luis Gioja, desde su banca en
el Senado, donde defendió casi como un empresario minero el tratado redactado
por Barrick. “A lo largo de la Cordillera de los Andes, Argentina y Chile
comparten numerosos yacimientos que, por una cuestión de costos o por
restricciones legales, en las zonas fronterizas son inviables, a menos que sean
explotados desde ambos países, en forma integrada y complementaria” agregó el
actual diputado del FPV, para justificar la aprobación de este otro mal acuerdo
con Chile.
El acuerdo de comunicaciones de Malvinas
Mientras se resolvía el acuerdo con Chile por los
Hielos Patagónicos, la detención de Pinochet en Londres abrió paso a otro
convenio en el que intervino Foradori, como coordinador de la “Unidad de
Trabajo del Atlántico Sur”, pero esta vez a favor de Inglaterra y sus intereses
en Malvinas. Como consecuencia que a esa inusitada detención, Chile respondió
suspendiendo los vuelos que LAN Chile efectuaba semanalmente a Malvinas desde
Punta Arenas, para abastecer las islas y trasladar la numerosa población
chilena que trabaja en ellas.
Esa oportunidad abierta por la abrupta desconexión de
las islas Malvinas con el continente, y los problemas que ello aparejaba a los
isleños y al Reino Unido, fue desperdiciada por el canciller Di Tella y
Foradori, quienes finalmente arribaron a un anodino convenio a mediados de
1999. Logrando que a cambio de interceder ante Chile para que reanudara sus
vuelos hacía Malvinas, este hiciera escala en Rio Gallegos, donde podrían
embarcar pasajeros argentinos munidos de pasaporte, para realizar una corta
visita como turistas a las islas, en la medida de su capacidad receptiva.
También se agregaron de algunas clausulas declamativas referidas al control de
la pesca, y la necesidad de creación de “confianza” mutua.
Este convenio de Foradori, formalizado mediante una
Declaración Conjunta, fue severamente cuestionado por diplomáticos argentinos
relevantes, como Dante Caputo, Raúl Alconada Sempé, Mario Cámpora, y Hugo
Gobbi. (Ver nota complementaria Críticas relevantes al convenio de Foradori).
Quienes criticaron el no haber logrado que los vuelos salieran de Argentina, y
solo recalaran en tránsito aeronaves chilenas. El haber permitido que
interviniera en las negociaciones los concejales isleños, pese la tradicional
postura argentina aceptada por la ONU, de que no son parte en el conflicto. Y
por haber concedido el uso del pasaporte, postura que Argentina tradicionalmente
había rechazado, al equipararse a las islas con un territorio extranjero.
Sobre este asunto, en el acuerdo de comunicaciones del
año 1972, concretado durante la dictadura del general Alejandro Lanusse, se
había previsto el uso de “tarjetas blancas” emitidas por la cancillería
argentina, para evitar el uso de pasaportes. Y a su vez la demanda de
pasaportes fue lo que precipitó la guerra de Malvinas de 1982, al exigir el
Reino Unido que los chatarreros argentinos de Davidoff se retiraran de las
islas Georgias, al estar munidos de “tarjetas blancas” y no de pasaportes,
aduciendo que ellas no eran validas para desembarcar en estas islas. Lo cual
pone en evidencia el carácter improvisado y anti histórico del convenio
formalizado por Di Tella – Foradori.
¿Ahora el petróleo de Malvinas?
Foradori es presentado actualmente por la prensa como
un radical, pese haber sido un cuadro en las relaciones exteriores menemistas,
basadas en las “relaciones carnales” y la “seducción” de los isleños” de Di
Tella. A pesar que sus “éxitos” diplomáticos, conforme lo visto, son
deplorables o anodinos, como para honrarlo con el cargo de vicecanciller.
Máxime cuando el conflicto geopolítico de Malvinas,
que se considera que es actualmente el más extenso e importante del mundo, ha
entrado en una etapa definitoria. Poniendo en evidencia el verdadero interés
que el Reino Unido tiene por ellas, que no es otro que el petróleo que la
rodea. Por eso con flema inglesa, adopta cualquier excusa para tratar de quedarse
allí, esgrimiendo sin sonrojarse el derecho a la autodeterminación de 1.500
isleños, postura que le fue denegada por la resolución 2.065 de la ONU.
Al respecto, estimaciones conservadoras dicen que en
las islas hay reservas de petróleo por 60.000 millones de barriles de petróleo.
O sea unos 2,4 billones de dólares a su alicaído precio actual (40 dolares),
equivalente a diez veces nuestra deuda externa. Mientras que otras estimaciones
dicen que podría existir nueve veces más petróleo que en el Mar del Norte, cuya
explotación detuvo la debacle en que había caído al Reino Unido tras la Segunda
Guerra Mundial.
Actualmente tienen instaladas plataformas petroleras
marinas en torno las islas Malvinas, cuatro compañías petroleras
norteamericanas e inglesas, Desire Petroleum, Rockhopper, Falkland Oil&Gas,
y Borders Southern. Lo hicieron sin consentimiento del Estado Argentino,
violando la Resolución 31/49 de la ONU, que insta a las partes a abstenerse de
ejecutar medidas unilaterales en el área en disputa. Y violando la ley
argentina que califica a esas incursiones petroleras como “ilegales” y
“clandestinas”, por lo que fueron demandadas y embargadas por el gobierno
argentino durante la gestión de Fernández de Kirchner.
En ese marco resulta notable que estas compañías, que
actualmente están en condiciones de extraer petróleo de Malvinas, han visto con
enorme agrado el arribo a la presidencia de Macri, según lo informó Clarín en
su nota “Tras las elecciones, se unen las dos petroleras más importantes de
Malvinas”. “La victoria de Mauricio Macri habría contribuido a esa decisión. La
empresa resultante de la fusión entre Rockhopper y Falkland Oil & Gas se
convierte en la primera por derechos de exploración”, informó “Gran Diario
Argentino”.
Por su parte respecto a Malvinas, Macri dijo hace un
tiempo “nunca entendí los temas de soberanía en un país tan grande como el
nuestro”, aduciendo además que su recuperación implicaría “un fuerte déficit
para Argentina”. Así el flamante presidente emuló a Domingo Faustino Sarmiento,
a quién dice admirar, quién afirmaba que “el problema de Argentina, es que es
demasiado grande“. A la par que su admirado país EE.UU, anexaba enormes
extensiones de territorios, multiplicando su superficie por ocho, y se
convertía en un país bioceánico. Con lo cual, en realidad, parecería que el
problema no es que Argentina sea demasiado grande, sino que tiene dirigentes
enanos.
“Esperamos que el presidente electo de Argentina, Mauricio
Macri se encamine por políticas más positivas y constructivas tras doce años de
reiteradas acciones contra las Falklands, por parte de la presidente saliente
Cristina Fernández y su marido Néstor Kirchner a quien ella sucediera”, sostuvo
por su parte Alan Huckle, secretario de la Asociación de las Falkland Islands
(FIA) y ex gobernador de las Islas.
La designación de Foradori como vicecanciller, parece
ir en este sentido, al ser un experto en el tema, por haberse desempeñado como
coordinador de la “Unidad de Trabajo del Atlántico Sur” durante la gestión
menemista. Y por haberse mostrado además ducho en formalizar acuerdos
inconvenientes o perjudiciales para Argentina. En este contexto también se
puede leer la designación de Fulvio Pompeo como secretario de Asuntos
Estratégicos de Macri, quién públicamente sostiene desde años atrás, luego de
haber hecho un postgrado en relaciones internacionales y teoría política en la
University of Westminster de Londres, la necesidad de abandonar definitivamente
la política de confrontación, y pasar a una política de cooperación en
Malvinas, incluso en la faz petrolera.
Ver “Que trae Macri bajo el poncho respecto Malvinas y
el petróleo”
A ello se suma la designación de Juan José Aranguren,
ex gerente de la petrolera inglesa Shell, como ministro de Energía, quién
propone olvidarnos del autoabastecimiento y la soberanía energética, para pasar
a depender probablemente del petróleo inglés que se extraiga de las islas. Y
también la designación de Susana Malcorra al frente de la cancillería, quién se
jacta de tutear al primer ministro inglés David Camerón, y al secretario de
Estado norteamericano John Kerry. Pero en sus gestiones privadas tanto en IBM
como en Telecom, estuvo muy lejos de obrar en función de los intereses del país,
siendo esto ya otra historia.-
Notas complementarias
La trama de los conflictivos límites con Chile y su
notable actualidad
Como resultado de la diplomacia anglonorteamericana,
el acuerdo de delimitación de fronteras entre Argentina y Chiles se basa en el
confuso y ambiguo principio de “las altas cumbres que dividen las agua”. Que
quedó estipulado en el Tratado de 1880, mediante el cual la diplomacia anglo
norteamericana logró que Argentina se mantuviera neutral en la Guerra del
Pacífico emprendida por Chile contra Bolivia y Perú.
Cuyo resultado indirecto fue que compañías del Reino
Unido pasaran a detentar el nitro existente en la costa peruboliviana. Que era
el unico nitrógeno fijo que existía entonces en el mundo, y era la base para la
fabricación de la dinamita y los fertilizantes. A la par que compañías de
EE.UU. pasaron a detentar la mina de cobre y oro de Chuquicamata, la más grande
del mundo, que estaba en el territorio que Chile despojó a Bolivia.
El motivo de esa guerra que Chile emprendió contra
Bolivia y Perú, contando para ello con la superioridad naval provista por
buques y marineros ingleses, lo provocó la disposición por parte de Bolivia de
aumentar los tributos sobre el nitro, que se explotaba en la “zona común
compartida”, que Bolivia había concesionado a Chile para la explotación de ese
recurso. Lo cual tiene una extraordinario paralelismo con el emprendimiento
“binacional” emprendido por Barrick Gold en Pascua Lama.
Tras el descubrimiento del carbón de Rio Turbio, al
principio de “las altas cumbres que dividen las agua”, la hábil diplomacia
británica le añadió otro: “Argentina en el Atlántico y Chile en el Pacífico”.
Con él se impidió que ese carbón argentino tuviera una salida directa al mar, y
pudiera competir con el carbón de “Cardiff” que el Reino Unido exportaba
masivamente a todo el mundo, y también a nuestro país.
No por casualidad, el único que tenía conocimientos
acabados de esos majestuosos parajes patagónicos casi no hollados por el
hombre, donde la cordillera de los Andes se hunde en el mar e incomunica
territorialmente a Chile, era el Reino Unido. Como consecuencia de la expedición del Beagle que
con Charles Darwin a bordo había explorado minuciosamente esa área entre 1826 y
1836. Por ello la aplicación de esos contradictorios principios limítrofes
manipulados por la diplomacia británica a favor de sus intereses y sembrando
discordias entre vecinos, resultaba sumamente engorrosa. Que se complicaba aun
más por la imposibilidad de fijar mojones sobre los Hielos Continentales, por
sus movimientos de glaciar.
Razón por la cual, supuestamente, la cancillería
argentina de la mano de Di Tella y Foradori, había optado por la caprichosa
poligonal. No obstante la existencia de los modernos métodos de relevamiento y
geo referencia satelital, finalmente se impusieron para dilucidar ese trazado
fronterizo, mediante la intervención de comisiones técnicas acorde los
tradicionales principios establecidos.-
Críticas relevantes al convenio de Foradori
Respecto a este convenio, el politólogo Dante Caputo,
ex canciller del presidente Raúl Alfonsín opinó que “Argentina tuvo que pagar
costos altísimos” señalando que en el acuerdo alcanzado había “dos problemas
muy serios”: “El primero es el tema de los pasaportes. Para ingresar a las
islas Malvinas los argentinos tienen que presentar el pasaporte. Desde el punto
de vista del derecho internacional, esto es un acto por el cual la Argentina
admite la soberanía del Estado ocupante. No hay ningún tratadista internacional
que niegue esto: cuando un Estado reconoce actos administrativos de otro Estado
ocupante de un territorio que reclama, reconoce la ocupación de ese
territorio”. En segundo lugar, sostuvo Caputo, que: “el mayor problema es el
reconocimiento de los isleños como parte en la negociación. Estamos a un paso
del principio de autodeterminación de los isleños, que trabaría cualquier
recuperación.”
A esta opinión se le sumó la de Raúl Alconada Sempé,
ex vicecanciller Alfonsín. Según él, “todo lo que se acordó beneficia en el
corto plazo a los isleños y puede resultar beneficioso para la confianza
recíproca entre Londres y Buenos Aires recién en el mediano y largo plazo”.
Además puso en duda que haya habido una relación directa entre este convenio y
la política de seducción desplegada por Di Tella: “es fundamental reconocer que
la Argentina llegó a esto de casualidad. Si un juez hubiera detenido a Pinochet
en otro país, los argentinos seguiríamos sin capacidad negociadora. No hay que
creer que se llegó a este punto por la brillante política de seducción del
Gobierno, fue la oportunidad la que apareció del cielo, y lo que hay que
reconocer es que Di Tella se manejó con rapidez, aunque esto no sirva para
justificar ocho años de política exterior”.
También, el ex-embajador en Londres, Mario Cámpora,
que se desempeñaba como embajador en Bélgica declaró que “era el resultado de
una diplomacia sin frutos”, en la que el desenlace fue “bastante escaso” y que
se había presenciado una negociación “exageradamente publicitada que generó
expectativas no satisfechas”. Además calificó de “espejismo” al acuerdo porque
los argentinos habían sido autorizados a visitar las islas presentando
pasaporte: “¿acaso los argentinos necesitamos un pasaporte para ir a Mendoza o
a cualquier provincia argentina?” retrucó.
Para el embajador Hugo Gobbi, ex-secretario general
adjunto de las Naciones Unidas, el acuerdo claramente favorecía a los
británicos que habían ha logrado varios objetivos. Entre estos: evitar el
aislamiento de las islas, favorecer el turismo, prorrogar el congelamiento de
las aspiraciones argentinas, proteger mejor sus espacios marítimos y dar un
premio consuelo a un gobierno que se despide, sin por ello ceder en los más
mínimo en su pretensión de tener una soberanía irrevocable. Afirmó además que
la necesidad de pasaporte para viajar a las islas es “ilegal y una abdicación
de derechos”. “Más aún, significa la admisión del poder de jurisdiccional
británico”. Para Gobbi, este convenio ignoraba y violaba, “casi con ostentación”,
el artículo 1° de la Constitución Nacional que dispone recuperación de la
soberanía teniendo en cuenta los intereses de los isleños.
Por su parte el embajador del Reino Unido en Buenos
Aires, William Marsden, se despachó en el diario La Nación con un corto
artículo titulado “Confianza y cooperación”. En él destacaba que el acuerdo de
Foradori y Di Tella era “un gran logro” dado que se estaba creando “un
importante espacio de confianza y cooperación”. Palabras que curiosamente
repite ahora el flamante presidente Mauricio Macri, en relación con distintos
temas, y también respecto a Malvinas. Pero que tienen un amplísima resonancia,
dado que a guisa de ejemplo, los filibusteros y bucaneros de la “Cofradia de
los Hermanos de la Costa” de la Isla Tortuga, también hablaban de “confianza y
cooperación”.-