Barcelona se afirma española
elmanifiesto.com, 7 de octubre de 2016
El próximo 12 de octubre se celebra en Barcelona, como
todos los años, una gran manifestación por la adhesión de Cataluña a España.
Recogemos en este artículo algunas de las declaraciones efectuadas por Eduardo
García, presidente del Comité Organizador de la Fiesta Nacional de España y Día
de la Hispanidad, al periódico Selecto*Digital.
S*D- Las
fuerzas leales constitucionalistas y patrióticas españolas de Cataluña apenas
operan en ‘territorio hostil’, hasta el punto de no atreverse ni a exponer una
bandera rojigualda en el balcón de su casa, lucir un adhesivo en el coche, por
miedo a tratado como un ‘enemigo’ de Cataluña. ¿Cómo reaccionar ante ello?
EG- En Cataluña
los catalanes leales a España llevamos más de tres décadas desamparados por los
Gobiernos de España, ya sean de uno u otro color político. El movimiento
separatista ha crecido en Cataluña porque desde los poderes centrales del
Estado no solo no se le ha combatido debidamente, sino que se le ha consentido
lo intolerable a la vez que se le concedían todos los medios y transferencias
autonómicas formales para aumentar su poderío y así extender su perniciosa
influencia… incluso más allá de Cataluña (Valencia, Baleares, Franja de
Poniente aragonesa). Es por ello por lo que el Estado de Derecho constitucional
está obligado a rectificar urgentemente, abandonar las políticas de
ablandamiento, y respaldar eficiente y generosamente a todos los ciudadanos,
entidades y sectores sociales que en Cataluña defendemos la unidad nacional de
España y el imperio de la Ley.
S*D- ¿Cuál es el sentido de crear un acto
multitudinario, con miles de personas manifestando su pulsión cariñosa y
respetuosa por lo español? ¿Acaso sucede que ahora más que nunca se requiere
interceptar la trayectoria revolucionaria emanada de parte del Parlamento de
Cataluña?
EG- El valor es
el más importante de los activos de los habitantes de una comunidad, pues sin
valor no pueden defenderse los demás principios, creencias y lícitos intereses,
que si no se defienden se pierden. Nunca ha sido fácil luchar contra la
tiranía, y hacerlo sin más medios que la voluntad lo hace aun más difícil. Pero
las dificultades las debemos ver como retos o pruebas a superar y a título de
oportunidades para cambiar nuestra sociedad.
En consecuencia, y aunque los
medios de comunicación y demás voceros subvencionados lo nieguen o lo camuflen
periodísticamente, cada vez somos más ciudadanos los que en Cataluña estamos
dispuestos a combatir y derrotar al separatismo. Para ello, para lograr
triunfar sobre el vertiginoso separatismo que nos ocupa es indispensable dejar
de lado los personalismos atomizadores y, en cambio, construir organizaciones
fuertes que no rivalicen entre ellas y que practiquen la unidad de acción.
Es en esta tesitura que planteamos los ‘doce de
octubre’ como lo que son y deben ser: la celebración universal conmemorativa de
una de las mayores gestas de la historia de la Humanidad. Y como tal, como hazaña
tan española, en la misma fecha celebramos la Fiesta Nacional de España.
El doce de octubre es la Fiesta nacional de España;
hagamos que sea lo que dice ser: una fiesta fraternal, alegre y vertebradora de
una sociedad huérfana de referencias y liderazgos sólidos a la hora de encauzar
las energías de las personas honradas y nobles.
S*D- Usted y su
Comité Organizador defienden que la
Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad, que concentrará en Barcelona a la buena gente que todavía
cree en los valores, principios y compromisos identitarios concernientes a
nuestra Historia, se encare cualitativa y simbólicamente a la gran conspiración
antiespañola que se ha sembrado en Cataluña. Sin embargo, ¿qué sentido le da a
incluir a las personas de origen hispanoamericano en la misma jornada? ¿Es
compatible con ese bienintencionado enfoque integrador la arrasadora munición
multiculturalista, multiétnica que puede acabar sustituyendo demográficamente a
españoles nativos del país por extracomunitarios?
Para entendernos, además de
los lazos idiomáticos, de raíz religiosa o de lejanos cruces consanguíneos e
intereses económicos ¿se puede defender la españolidad y la hispanoamericanidad
dentro de un mismo lote?
EG- Se puede y
se debe. El Doce de Octubre conmemora la dimensión hispanoamericana de España.
No podemos dejar a las comunidades hispanoparlantes en manos del separatismo
que en Cataluña tiene el idioma como principal herramienta política de
justificación independentista vía la asfixiante penetración social urdida en
sórdidas sociedades de interés mundialista, que acaba siempre transformada en
hechos protorrevolucionarios y altamente inflamables.
Existe una comunidad de países hispanos –y una
comunidad mundial hispanohablante– cuya conexión emocional y vital con España
debemos fomentar, pues no en vano sigue ostentando el titulo de Madre Patria, o
lo que es lo mismo: patria común de todos los españoles e hispanoamericanos.
El problema convivencial e identitario lo destruyen
otras comunidades étnicas, religiosas y culturales que son realmente exógenas,
refractarias e incluso hostiles a todo lo que significa y simboliza España y el
Doce de Octubre. Y creo que no es necesario señalarlas ni poner ningún ejemplo
para que sepamos a qué comunidades étnicas, religiosas y culturales me refiero.
S*D- Finalmente, ¿qué mensaje desea hacer llegar a las
personas que accedan a esta entrevista? ¿Cómo pueden adherirse a la Fiesta del
12 de Octubre? ¿Dónde sucederá todo?
EG- La Fiesta comenzará con una manifestación matinal
a lo largo del Passeig de Gràcia que desembocará en la concentración que tendrá
lugar como todos los años a las 12:00 h en la Plaça de Catalunya.
Para que así sea y todo disponga de una adecuada
coherencia testimonial, quiero recordar que recientemente hemos solicitado al
Ayuntamiento de Barcelona que tenga a bien poner el nombre DOCE DE OCTUBRE a
una vía pública de Barcelona, ya sea
calle, avenida, rambla o plaza. Sabemos que el actual equipo de gobierno
municipal está a años luz de nuestro postulado, pero la realidad es tozuda y
vence siempre a la tergiversación y la mala fe sectaria de algunas fuerzas
frentistas.
No será fácil lograrlo, pero éste es un primer paso.
Poco a poco, sin prisas pero sin pausas, se trata de que en todos los ámbitos,
la verdadera normalidad patriótica vaya recuperando terreno a la anormalidad
secesionista y sus extensiones extremistas vinculadas al esperpento en el que
se ha convertido la mala praxis política catalana.