por el vínculo entre el consumo de drogas y el
delito en menores de 18 años
Vanesa Listek
La Nación, 14 de mayo de 2018
"¿Qué pasó con los menores de 16 años que cayeron
en la red penal y eran inimputables? El Estado los devolvía al mismo contexto
familiar sin hacerse cargo de los problemas que tenían, sin indagar sobre lo
que pasaba con estos jóvenes que estaban vinculados al delito". Así
graficó el subsecretario de Justicia y Política Criminal del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos, Juan José Benítez, las décadas de abandono de una
de las poblaciones más vulnerables.
Las cifras que grafican el problema son
escalofriantes: entre casi 2000 jóvenes que son asistidos en centros de
tratamiento que integran la Federación Argentina para la Prevención y
Asistencia de las Adicciones de la Argentina (Fonga), la mitad de los menores
de 25 años admitió haber robado para conseguir drogas. Hicieron lo mismo ocho
de cada diez menores de 18 años.
La información cuali-cuantitativa obtenida en las
entrevistas a esos jóvenes es el corazón del libro Consumo de drogas, prácticas
delictivas y vulnerabilidad social, presentado el miércoles pasado en la Feria
del Libro. Durante el evento, los especialistas analizaron datos que explican
cómo el consumo de drogas es el comienzo de conductas delictivas y del abandono
escolar.
Las cifras "describen una problemática arraigada
a un grupo de la sociedad vulnerable, que sin educación ni contención familiar
es colocado a muy temprana edad frente a la tentación del consumo de
estupefacientes y a la presión de grupos delictivos que tienen incidencia
fuerte sobre su comportamiento", sostuvo Benítez.
De la publicación surgen números alarmantes: la
mayoría de los 1900 jóvenes de entre 15 y 25 años encuestados vivió en hogares
donde había problemas de alcoholismo, consumo de drogas, situaciones de
maltrato y uso de armas. En un tercio de esos hogares se padecieron situaciones
de violencia doméstica. Un 60% de los encuestados recibió castigos físicos en
su infancia, la mayoría de las veces, a manos de sus padres.
El ministro de Justicia, Germán Garavano, explicó a LA
NACION: "El estudio confirma que un gran porcentaje de jóvenes que
consumen drogas y que no cuentan con una buena contención familiar abandonan la
escuela y terminan delinquiendo; por eso desde el Estado debemos ofrecer una
respuesta integral a este problema, tanto con medidas socioeducativas como con
sanciones para desalentar la delincuencia".
Coincidió con el ministro el subsecretario Benítez,
quien afirmó que "sería incoherente cambiar esa realidad con las mismas
fórmulas [que hasta ahora] cuando la solución depende de una articulación con
todas las jurisdicciones del país para crear un protocolo de mediación penal
juvenil y una Justicia restaurativa, para que aquel que cometió un delito
trabaje junto con la víctima y con la comunidad para componer lo que
sucedió".
Lejos de las aulas
Del informe surge que un 71% de los encuestados no
completó la educación formal obligatoria. Entre las respuestas, el principal
motivo del abandono escolar fue el consumo de drogas, seguido por la falta de
interés y los problemas económicos.
Estos datos ayudan a explicar porqué el inicio del uso
de drogas y alcohol se centra entre los 12 y los 15 años, siendo los 13 años la
edad de mayor prevalencia en el inicio del consumo de alcohol y los 14, la del
comienzo de uso de drogas ilegales.
Los informes estadísticos también advierten que cuanto
menor es la edad de inicio del consumo mayor es el involucramiento de los
usuarios abusivos de sustancias peligrosas en prácticas delictivas. Tanto es
así que el 84% de los menores de 18 años encuestados para la concreción del
libro afirmaron haber cometido delitos para comprar drogas. Un tercio de ellos
dijo haber cometido algún delito antes de los 13 y el 60% manifestó haber
estado bajo los efectos del alcohol o las drogas a la hora de ese primer
delito.
A la dependencia de drogas y a la necesidad de cometer
delitos para obtenerlas se suma el peligro del uso de armas: el 70% de las
personas encuestadas reconoció haber usado armas de fuego para cometer al menos
un delito.
"Hay que perseguir penalmente a los que están
vendiendo drogas porque están vendiendo muerte y desangrando al país. También
debemos prestar atención a los que consumen y aquellos que tienen una adicción
y ver por qué llegaron a esa instancia", explicó Benítez, quien relató en
la presentación del libro que su madre es trabajadora social y siempre se ocupó
de averiguar qué ocurre con los chicos que se ausentan de la escuela, desde las
vivencias en sus hogares hasta lo que los lleva a abandonar el estudio. Esta
experiencia tan cercana, dijo, lo llevó a cuestionar las distintas causas que
impulsan a los jóvenes al consumo, y también al rol del ámbito educativo, los
equipos interdisciplinarios y los centros de salud que los reciben.
Por eso, en el camino de buscar soluciones, Benítez
postuló que se debe diseñar un sistema con un abordaje integral de menores
inimputables y que contar con datos y estadísticas permitirá tener mejores
políticas públicas para corregir los problemas.
También, como se postula en el libro presentado la
semana pasada, se debe trabajar a partir de los relatos de quienes sufrieron
los efectos de las adicciones. Surgió en la presentación que muchos de los
jóvenes en conflicto con la ley penal recuperados contaron que "extrañaban
la adrenalina que les producía robar".