Audrey d Aguanno
El Manifiesto, 20 de mayo de 2018
Un seísmo sacude hoy a Europa... occidental, hay que
precisar, pues la Europa central y la oriental (eso que en los soviéticos
tiempos se llamaba “los países del Este”) ya lleva sacudida desde hace años. El
turno le llega por fin a la parte occidental de Europa. Y las cosas empiezan,
como es normal, por donde todo empezó hace siglos. Se creó Europa a partir de
Roma, renació en el Renacimiento y recibió en la modernidad las alas de una
esperanza que hoy parece querer volver a brotar. Quizá a la larga se acabe
frustrando (nunca se sabe en la historia), pero en estos momentos es obligado
saludar esperanzadamente el gran acuerdo de gobierno que acaban de suscribir en
la capital italiana los dos grandes partidos identitarios, vencedores en las
últimas elecciones: la Lega y 5 Stelle.
El acuerdo prevé medidas auténticamente
revolucionarias: la repatriación de medio millón de inmigrantes ilegales,
reducción fiscal a dos tipos máximos del 15 y del 20 por ciento, limitación del
poder de los burócratas de Bruselas, renta de ciudadanía, amistad diplomática
con Rusia…
Nos lo explica en detalle Audrey d’Aguanno,
corresponsal de El Manifiesto en Italia.
J. R. P.
Parece mentira, pero es verdad. Después de dos meses
de duras negociaciones, después de lanzarse puyas al límite del insulto,
después de negarse una y otra vez a cualquier alianza, los representantes de
los dos partidos populistas vencedores de las últimas elecciones, Matteo
Salvani (Lega) y Luigi Di Maio (Movimiento 5 Stelle) se han puesto de acuerdo
sobre un programa común. Titulado “Contrato de gobierno”, se trata de un
compromiso en treinta puntos que ambas formaciones se comprometen a respetar.
Está sometido a la aprobación de sus militantes (cosa que, en el momento de
cerrar esta edición, ya se había realizado, con el 90% de votos favorables, por
parte de los militantes de 5 Stelle, los cuales votaron por Internet – N.d.R.).
Quienes no lo han aprobado para nada, quienes se han
puesto nerviosísimos, son los mercados financieros, los tecnócratas y los
medios de comunicación del Sistema. Cosa lógica, pues aunque no es
estrictamente revolucionario —no plantea la salida ni del euro ni de la UE,
como tampoco la renegociación de la deuda—, este programa representa una
impugnación casi total de la política italiana emprendida estos últimos años
por los gobiernos tecnócratas o de izquierdas.
Representa, en primer lugar, un rechazo de la
austeridad: el nuevo gobierno pretende reducir la deuda pública “aumentando el
PIB mediante la reactivación de la demanda interna”.
Se establece asimismo una reforma institucional
destinada a “reducir drásticamente el número de parlamentarios”, que pasan de
948 a 600, al tiempo que se endurecen severamente las normas destinadas a
combatir la corrupción: se prohíbe ocupar cualquier cargo público a quienes
estén procesados o condenados por corrupción, soborno o actividades mafiosas,
así como a los miembros de las logias masónicas y a quienes tengan un conflicto
de intereses con las funciones de dicho cargo.
Mediante una revolucionaria reforma fiscal se
establecen dos únicas tasas impositivas, tanto para las personas físicas como
para las empresas, quedando reducidas a un 15 y 20%.
Tal como deseaba el Movimiento 5 Stelle, se instaura
una renta de ciudadanía de 780 euros mensuales, la cual se parece más bien, sin
embargo, a un subsidio de desempleo, ya que “el beneficiario deberá aceptar las
ofertas laborales efectuadas por la administración pública”.
Al tiempo que se adoptan diversas medidas para
favorecer la natalidad, también se suben las pensiones, cuyo mínimo se fija en
780 euros mensuales, y se disminuye la edad de la jubilación: se alcanzará
cuando llegue a cien la suma de la edad y de los años cotizados.
Lo más llamativo son, sin duda, las innovaciones en
materia de inmigración. “Repatriaciones y fin del negocio de la inmigración”,
tales son las palabras clave del programa. Se deberá renegociar el Tratado de
Dublín sobre la redistribución de los inmigrantes en la Unión, al tiempo que se
estipulan toda una serie de medidas encaminadas a reducir sus flujos y la
criminalidad generada en torno a la inmigración, especialmente la de los
institutos privados que se enriquecen con ello, fijándose también toda una
nueva normativa acerca de la reagrupación familiar y los subsidios sociales.
“Una parte de los recursos actualmente destinados a la acogida se destinará a
los fondos para las repatriaciones”. Según se estipula en el acuerdo, ello
afectará a 500.000 inmigrantes irregulares.
En política exterior se confirma la pertenencia a la
OTAN, pero se preconiza un acercamiento a Rusia, “socio económico y comercial,
así como interlocutor estratégico”, al igual que el fin de las sanciones en su
contra.
Este “Contrato de gobierno”, así como el nombre del
primer ministro se presentarán este lunes al presidente de la República, Sergio
Mattarella, el cual lo ratificará. O no…
Una cosa es segura: para disponer de los medios
necesarios a la aplicación de semejante política, es indispensable dejar de
lado el pacto de estabilidad impuesto por Bruselas, lo cual hace suponer que se
produzcan en el futuro grandes conflictos con la UE.
El programa, calificado de sedicioso e irrealizable
por los medios de comunicación, parece ser considerado totalmente legítimo por
parte de los ciudadanos.