James Phillips
El Ojo Digital, 18 de May de 2018
Gran parte de la cobertura de los medios de
comunicación tradicionales sobre la apertura de la embajada de Estados Unidos
en Jerusalén vinculó la ceremonia al tumulto generado por palestinos a lo largo
de la frontera entre Israel y Gaza, sugiriendo que existió allí una relación
causa-efecto. Pero esta es una falsa conclusión: los incidentes violentos en
Gaza fueron orquestados por Hamás, la organización terrorista palestina de
proyección islamista, como parte de su programa propagandístico antiisraelí
intitulado 'Gran Marcha de Retorno'.
La campaña buscó subrayar
el 'derecho de retorno' de los palestinos, destruyendo la reja perimetral,
ostensiblemente para permitir que los palestinos 'regresen' a hogares que
habían abandonado en la guerra de 1948 que llevó a la creación del Estado de
Israel moderno. Los incidentes hubiesen tenido lugar sin importar la locación
de la embajada estadounidense, porque los palestinos simplemente buscaban
desacreditar a Israel en el 70avo. aniversario de su creación.
Hamás, quien supo tomar el poder en Gaza tras un
sangriento golpe de Estado en 2007, ha tenido al menos dos millones de ciudadanos
de Gaza como rehenes, en su poco promisoria explicitación de destruir a Israel.
Los militantes de Hamás se ocultaron entre civiles palestinos para disparar
cohetes contra objetivos civiles en Israel, provocando tres guerras contra Tel
Aviv en 2008, en 2012, y en 2014.
Luego de que Israel lograra reducir la amenaza de los
cohetes -ejecutando ataques de precisión y desplegando sistemas de defensa
misilística-, Hamás dio inicio a la construcción de túneles bajo la frontera,
que son empleados en ataques furtivos contra soldados y civiles israelíes. Como
parte de su modelo propagandista 'Gran Marcha de Retorno' -que comenzara
oficialmente en marzo-, Hamás movilizó a civiles palestinos para que oficien
como escudos humanos para ocultar un esfuerzo sistemático en pos de desmantelar
la reja perimetral, y escenificar una masiva infiltración del territorio
israelí que podría amenazar a miles de civiles que residen a lo largo de la
línea fronteriza.
Literalmente, Hamás utilizó humo y espejos para
disfrazar su ataque contra la frontera, en una operatoria que involucró armas
de fuego, explosivos, cócteles Molotov, barriletes-bomba, y globos
incendiarios. Mientras los apologistas de la estrategia de violencia empleada
por Hamás han desparramado culpa y responsabilidad exclusivamente contra
Israel, dado el 'uso excesivo de la fuerza' contra 'manifestantes', claramente
Hamás ha logrado exponer sus cruentas intenciones.
'Esto no es una resistencia pacífica. ¿Ha disminuído
la opción de la lucha armada? No. Al contrario; está creciendo y se exhibe en
desarrollo. Eso está claro', sentenció ante la cadena televisiva al-Jazeera
Mahmoud al-Zahhar (funcionario senior de Hamás), el pasado 13 de mayo. 'Así es
que, cuando hablamos de "resistencia pacífica", estamos engañando al
público. Esto es una resistencia pacífica respaldada por una fuerza militar y
por agencias de seguridad, y que disfruta de un tremendo respaldo popular'.
El 16 de mayo, otro alto funcionario de Hamás, Salah
al-Bardawil, reconoció que 50 de los 62 palestinos asesinados el 14 de mayo
-fecha de apertura de la embajada estadounidense- eran miembros del grupo
terrorista.
Claramente, la responsabilidad por la violencia
política a lo largo de la referida frontera debe enfocarse exclusivamente en
Hamás. Ningún gobierno en el globo toleraría que una fuerza hostil cruzase una
frontera para cometer homicidios en masa. Un acuerdo de paz entre Palestina e
Israel será imposible, mientras Hamás continúe reteniendo Gaza. Hasta tanto
Hamás sea derrotado o bien desacreditado por completo, continuará sacrificando
las vidas y el bienestar de los palestinos, a los que ha tomado por rehenes. Lo
cierto es que, para Hamás, los civiles palestinos son peones dignos de
manipulación, a la hora de montar el escenario de su marcha militante islamista
por la muerte.
Ya es suficientemente negativo que Hamás emplee el
cinismo de estas cruentas tácticas a efectos de avanzar en su meta de destruir
al Estado de Israel; pero sería incluso peor si los medios de comunicación
occidentales fracasaran en su intento de analizar la realidad más allá de la
cortina de humo y espejos desplegada por Hamás. Eso le permitiría al núcleo
terrorista prolongar su brutal dominio sobre Gaza, y alentar a esta
organización para que continúe ocultándose detrás de civiles palestinos para,
tiempo después, asesinar a civiles israelíes.