las cloacas de la política
por Carlos Pissolito
Informador Público, 23-8-18
Las cloacas del sistema: Tomás de Aquino, doctor de la
Iglesia, sostenía que hasta el más bello de los castillos necesita disponer de
un drenaje cloacal. Con esta figura quería expresar que todo sistema político
demanda uno dedicado a la evacuación de las impurezas que produce.
El problema es que cuando ese sistema colapsa y deja
de funcionar, nos inundamos con sus subproductos. Tal parece ser el caso de la
sociedad argentina, hoy, asqueada ante el espectáculo deleznable de los
escándalos judiciales y políticos que la sacuden.
Un rápido análisis de los que se encuentran en curso,
nos conducen todos ellos, indefectiblemente y, más allá de toda consideración
moral o política, a constatar la existencia de una red de informantes que tuvo
un rol protagónico, tanto en la recolección como en la reunión y en la difusión
de la información que les da sustento a las denuncias.
Un análisis más profundo nos llevaría, seguramente, a
comprobar que estas actividades de inteligencia no siempre tuvieron un origen
estatal legítimo y legal. Por el contrario, deducimos con razonable certeza,
que se originaron en grupos cuentapropistas que alguna vez tuvieron una
dependencia estatal, pero que ahora operan en forma semiindependiente o hasta
independiente, por su cuenta y riesgo.
Se sabe que todo conflicto, especialmente, aquellos
que adquieren la forma no convencional del combate a una insurgencia demandan
de una gran volumen de información precisa sobre los oponentes a los que se
debe identificar antes de poder combatirlos. Sucede, que es la propia
naturaleza de ellos, al pretender mimetizarse entre la población, lo que
dificulta, enormemente, esta tarea. Y que trae aparejado, en consecuencia, un
crecimiento y una especialización de los servicios de inteligencia dedicado a
la tarea de su identificación.
La propia dinámica de las tareas de inteligencia y de
los profesionales que la practican ha generado una frondosa literatura sobre
sus personajes y tramas. Cualquiera que la haya frecuentado sabrá que no son
pocas las traiciones, la existencia de agentes dobles y hasta triples y la
existencia de montajes destinados a la desinformación. En pocas palabras: al
uso de la información como un arma.
Lo sostenido en el párrafo anterior sirva para
ilustrar y para evitar entrar en detalles de lo sucedido durante el conflicto
armado interno que afectó a la Argentina, especialmente, durante la década de
los 70.
Como era de esperarse se crearon y se reforzaron hasta
el infinito los diversos sistemas de inteligencia. Tanto estatales, como no
estatales. Una vez terminado, al menos formalmente, el conflicto, no todo ese
personalmente altamente especializado pudo ser reasignado a otras tareas ni
reinsertado laboralmente.
Muchos de ellos continuaron con las únicas actividades
que habían aprendido en forma autónoma y fuera de todo control estatal. Habían
descubierto el poder de las cloacas del poder.
Los sucesivos gobiernos democráticos, no solo no
arreglaron este entuerto, sino que se sumaron a su espurio aprovechamiento.
Como si esto fuera poco, el poder judicial -bajo la excusa técnica de las
escuchas ilegales- se sumó a las ventajas de contar con un sistema de
inteligencia propio. También, algunas grandes corporaciones actuaron en forma
análoga.
Como si esto fuera poco, agentes de servicios de
inteligencia extranjeros se sumaron, no en pocas oportunidades, a este
aquelarre informativo. Con el plus de contar con el apoyo de los medios de
reunión técnicos sofisticados de alcance global de los que disponían sus
respectivas agencia matrices.
La reformulación del sistema: Todo lo dicho hasta el
momento, no implica que no necesitemos servicios de inteligencia dignos de ese
nombre. Todo lo contrario. Ya que la anarquía organizacional en la cual se
encuentran las diversas agencias estatales y que tienen por ley la ejecución de
estas tareas, les impide realizarlas con la eficiencia y la eficacia necesaria.
Para empezar, hay que reformular la Ley de
Inteligencia, pues es una diseñada, al igual que la de Defensa y la de
Seguridad Interior, para un cuadro de situación que ya no existe.
La idea es que esta nueva legislación permita disponer
de un verdadero sistema de inteligencia nacional basado en los siguientes
parámetros:
El primero es establecer que su finalidad será la de
brindar un sistema de alerta oportuna sobre las amenazas contra la defensa
nacional y la seguridad. A la par, de conformar grupos de análisis que permitan
seguir situaciones globales, regionales y locales de interés, a los efectos de
facilitar los procesos de toma de decisión nacionales.
Dicho sistema se deberá articular en tres niveles de
conducción. A saber; el nacional, el operacional y el táctico. Con el nacional
a cargo de los temas que afecten los supremos intereses nacionales, el
operacional a cargo de los distintos comandos estratégicos o de las
reparticiones nacionales de ese nivel y el táctico, de allí para abajo, hasta
el menor nivel orgánico operativo.
Lo segundo es establecer una distinción funcional en
función de su finalidad. Al margen de los niveles y por sobre los mismos, será
necesario establecer dos sistemas de inteligencia. Uno dedicado a la
inteligencia criminal, el otro a la estratégica.
Lo tercero, es establecer diversos organismos y
canales de coordinación entre ambas inteligencias, pues no puede negarse que
muchas veces diversos actores y/o amenazas podrán operar en ambos campos. Como,
por ejemplo, sería el caso de un cartel del narcotráfico internacional.
Lo cuarto, es la necesidad de organizar un sistema de
capacitación de los aspirantes y de los integrantes de las distintas agencias
de inteligencia. En forma concurrente, es imprescindible desafectar,
desmovilizar y controlar a los viejos agentes de inteligencia que no cumplan
con las condiciones morales y técnicas necesarias del nuevo sistema.
El funcionamiento del sistema: El sistema deberá
funcionar en forma concurrente y simultánea. Vale decir con las dos ramas del
mismo, la criminal y la estratégica, en sus tres respectivos niveles, el
nacional, el operativo y el táctico funcionando bajo una dirección
centralizada, pero bajo la modalidad de una ejecución descentralizada.
* Tal como funciona nuestro sistema inmunológico
cuando nuestro organismo es atacado deberá funcionar bajo los siguientes
principios:
* El de subsidiaridad que implica que los niveles
superiores no deberán ocuparse de los que los respectivos niveles subalternos
puedan solucionar por sí mismos.
* El de recurrencia que asume que cuando un elemento
del nivel inferior se encuentra superado deberá informar y requerir el apoyo
necesario.
* El de sinergia que se materializará mediante el
compartir la inteligencia y la información que sea pertinente de un nivel hacia
los otros y de ambas ramas de inteligencia.
Recomendación final: Como éste será un sistema de
inteligencia argentino vale la pena aclarar que jamás se deberá permitir que
sea utilizado para fines sectoriales, mucho menos mafiosos y/o personales.