gente pensando y trabajando
Héctor Huergo
Clarín, Rural, 11-8-18
Hablemos de otra grieta. La positiva. Mientras las
grandes ciudades, comenzando por la CABA, se revolcaban en el fango de los
cuadernos y el aborto, en Córdoba se juntaba el think tank del campo en una
“manifestación” extraordinaria: el Congreso de Aapresid, con más de 4.000
asistentes y otros cuantos miles siguiéndolo por streeming en todo el país y el
extranjero.
El evento tuvo lugar en los viejos talleres de Forja.
Un nombre sugerente, que invoca la esencia del “momentum”. La Segunda
Revolución de las Pampas, trabada cuando el kirchnerismo puso el pie en la
puerta giratoria en su inconcebible guerra con el campo, soltó definitivamente
amarras y su impulso se hace imparable. Es lo que se percibió en las sesiones
plenarias, y sobre todo en los más de cien talleres que sesionaron en paralelo.
Muchos con lleno total, algunos desbordados, con gente afuera siguiéndolos por
pantalla. Y el intenso intercambio en los pasillos y en los stands, un
hervidero nunca visto. Imposible de abarcar todo, llevará meses digerir
semejante contenido.
Desfilaron todos los temas. Desde la problemática del
control de malezas, el mayor desafío tecnológico de la hora a partir de la obsolescencia
del modelo de la siembra directa y el glifosato, hasta la incipiente impronta
de una nueva ganadería que se abre paso como destino unívoco en la saga del
valor agregado. Entre el “feedlot ecológico” y las mejores combinaciones de
forrajes En el medio, la extraordinaria oleada de la AgTech, caracterizada por
una creciente pléyade de emprendedores que va gestando una nueva forma de
encarar la producción. Herramientas que facilitan la gestión, con las
aplicaciones basadas en imágenes que ayudan a mejorar la eficiencia del manejo
de la nutrición y la sanidad de los cultivos (Auravant), el mapeo y control de
malezas (Milar, Ecosniper), los tratamientos (Agroapp), el riego (Kilimo). Y la
irrupción del blockchain en el comercio de granos (Agree).
Botón de muestra de la onda del congreso: dos jóvenes
de 25 años que tras una fascinante charla sobre el uso de drones en la
agricultura finalizan su exposición con un slide mostrando sus códigos QR. Y de
inmediato se disparan los celulares fotografiándolos. Ya están en red. La
información está volando. Uno de ellos, Nicolás Marinelli, hijo de Sergio, un
contratista y gran experto en maquinaria agrícola, ya está acollarado a
“Pirincho” Cicaré, el mago de Saladillo, creador de helicópteros que pronto se
convertirán en drones para todo tipo de tareas. “Inteligencia artificial”,
“internet de las cosas”, “ecosistema digital”, “aceleradoras” como Yield Lab
canalizando fondos hacia estos emprendedores.
Estamos lanzados. Y los resultados llegarán pronto. Se
viene la mayor cosecha de la historia. No solo se sembró más, sino que se lo
hizo con más tecnología. Los proveedores de fertilizantes están sorprendidos
por la demanda, y saben que afrontan un desafío logístico sin precedentes:
tendrán que entregar 2 millones de toneladas de Nitrógeno en los próximos 60
días para trigo en macollaje y maíz. Después viene el fósforo para la soja.
Habrá 21 millones de toneladas de trigo, dice la Bolsa de Comercio de Rosario.
Más que necesarias para dar vuelta la taba, después de la debacle climática de
la última campaña. La está sufriendo todo el país.
Sumaremos 50 de maíz y quizá 60 de soja, si se cumplen
los pronósticos. Más 3 de cebada, otras 3 de sorgo, 2 de girasol, el maní, el
arroz, el algodón. Son 10.000 millones de dólares extra, que de movida
representan 2 puntos de PBI. Pero esto es solo “la macro”. La “micro” es el
efecto difusión de este crecimiento en toda la economía, empezando desde el
interior. Gente de las grandes ciudades: prepárense, lo van a sentir. Y esto
recién empieza.