la producción de alimentos hechos a base de la
semilla de la planta de cannabis
Fernando Soriano
Infobae, 07 Sept,
2023
[No puede extrañar que esta grave medida se produzca, sin suficiente evidencia científica, en un país que carece de Estado. Es otra puerta de ingreso al tenebroso mundo de la droga, con la excusa de presuntos beneficios para paliar el hambre y mejorar la economía.]
Argentina dio otro
paso hacia la reconsideración total de la planta de la marihuana. El Gobierno
aprobó el miércoles la utilización de las semillas del cannabis para la
producción de alimentos. La decisión la tomó la Comisión Nacional de Alimentos
(CONAL), que ayer aprobó la incorporación al Código Alimentario Argentino (CAA)
del grano del cáñamo y sus derivados, como el aceite, la harina y las
proteínas.
El cannabis es
considerado uno de los “superalimentos” del futuro por su alto valor
nutricional. El pedido había salido de algunas organizaciones cannábicas hace
algo más de un año y fue motorizado por Carla Vizzotti, ministra de Salud de la
Nación, cuando la cartera que conduce ejercía la presidencia de la CONAL a
través del secretario de Calidad en Salud, Alejandro Collia.
Durante 2022 y
parte de 2023 se trató el tema en reuniones de la Comisión y del Instituto Nacional
de Alimentos (INAL). Y en el encuentro de la CONAL de ayer miércoles se
confirmó la incorporación al Código, sin fecha prevista. Fuentes del gobierno
remarcaron a Infobae que la orden de Vizzotti fue que sea entre octubre y
noviembre. Afuera de la novedad quedaron, sin embargo, los productos con
fitocannabinoides como el THC y CBD, moléculas que operan sobre el sistema
nervioso central y generan psicoactividad o calma del dolor, entre muchos otros
efectos.
Los integrantes de
la Comisión pidieron más “evidencia científica” para incluirla en el futuro.
Pero se comprometieron a “seguir tratando en reuniones futuras la incorporación
del CBD”, que había sido un pedido explícito tanto de Vizzotti como de Juan
José Bahillo, secretario de Agricultura, en la reunión de la CONAL de diciembre
pasado, armada por la ministra de Salud exclusivamente para avanzar en la
cuestión del cáñamo.
La incorporación
del cannabis al CAA permitirá que se puedan registrar ante el INAL alimentos
con el grano, la harina o el aceite. Se van a poder fabricar y comercializar
golosinas, snacks, pochoclo (maíz inflado), aceites comestibles, harinas para
galletitas o panificados. La semilla es rica en Omega 3, Omega 6 y Omega 9,
tiene ratio de proteína asimilable, vitaminas y antioxidantes.
“A nivel
nutricional es un súperalimento. Va a permitir poner el foco en la soberanía
alimentaria, pensando en Hambre Cero y en buenos valores nutricionales”,
comentó a este medio Diana Barreneche, abogada ambientalista y presidenta de Proyecto
Cáñamo. Esta organización fue la que presentó el pedido el año pasado ante la
CONAL, y trabaja con el objetivo de recuperar la industria cañamera en
Argentina, que estuvo activa hasta la última dictadura, en 1977, cuando todos
los proyectos productivos se cerraron al “confundir” el valor proteico de la
semilla con los efectos narcotizantes que genera consumir el THC de la planta,
provisto solamente por la flor del cannabis hembra.
Qué alimentos se
pueden hacer con la semilla de cannabis
La semilla del
cáñamo (o nuez) se puede consumir en harina, en polvo o natural en ensaladas,
cereales, yogurts, salsas, frutas, vegetales, bebidas energéticas, batidos.
También horneados de pan, muffins y galletas. Además son una alternativa para
fabricar leche vegetal.
Las personas
embarazadas, madres lactantes y niños se benefician de los valores
nutricionales del cannabis. Con 30 gramos se cubre la recomendación diaria
nutricional de ácido fólico en un 23% y de tiamina (vitamina B1) en un 39%.
Como es un alimento libre de alérgenos, lactosa, sodio, colesterol y gluten
además es ideal para las personas alérgicas o intolerantes.
La semilla de la
planta de la marihuana es una nuez recubierta por una piel dura de color marrón
oscuro. Se consume sin la cáscara y tiene un alto porcentaje de ácidos grasos
esenciales, con Omega 6 y Omega 3. Es considerada una de las mejores proteínas
vegetales por su alta proporción y porque incluye todos los aminoácidos,
incluyendo los nueve esenciales que el cuerpo humano no puede producir. Al
consumir este superalimento se ayuda a mantener niveles sanos de colesterol,
presión arterial, el sistema inmune y el metabolismo.
Recientemente
Argentina aprobó la ley de uso industrial del cannabis y, a partir de esta, el
Instituto Nacional de la Semilla (INASE) comenzó a registrar genéticas de
producción local. Serán esas cepas las autorizadas para la producción de
alimentos, además de las que puedan importarse de países productores líderes
como Canadá, Italia o República Checa, entre otros.
El presidente de
la ARICCAME, Francisco Echarren, celebró en las redes sociales la novedad desde
Israel, a donde viajó para establecer convenios con la Universidad Hebrea sobre
investigación en la planta de la marihuana. “Increíble: hace un ratito la CONAL
aprobó la incorporación de harina, aceite y semilla de cáñamo al Código
Alimentario argentino. Un paso histórico para el desarrollo de esta nueva
industria. Se vienen nuevos cultivos y alimentos, más trabajo y mucho futuro. Vamos
con todo!!!!”, exclamó en X (ex Twitter).
A fines de agosto
la ARICCAME había pedido una definición sobre el tema a la CONAL. Pero en la
Comisión reprochan por lo bajo a Echarren. Lo acusan de que se acordó tarde.
“La Agencia nunca tuvo representación en la CONAL”, comentó una fuente.
La Agencia,
constituida por la ley de uso industrial del cannabis para regular las
licencias de producción, fue formalizada en enero de este año. La semana pasada
sesionó por primera vez el Consejo Federal de la Agencia con asistencia
perfecta de todas las jurisdicciones del país. Y según prometió Echarren, en
las próximas semanas saldrán las primeras licencias para producir con la
planta. Quienes que quieran fabricar alimentos deberán conseguir el permiso de
la ARICCAME, que a la vez enlaza permisos de otros organismos, como la ANMAT,
entre otros.
“Estamos muy
felices con la incorporación al CAA. Es un proceso de larga data que incluyó no
solo a organismos del Estado sino a organizaciones y productores. Es el inicio
de un largo camino que hace que no solamente la industria pueda producir, sino
generar valor agregado con desarrollo e identidad de origen”, consideró a
Infobae Gabriel Giménez, director por parte de Agricultura en la Agencia del
cannabis.
“Es un gran paso
para el desarrollo de la industria del cáñamo, se trata de un superalimento con
gran perfil nutricional. Es primer paso concreto y cierto, que demuestra cómo
realmente se puede hablar menos y hacer más”, consideró Guillermo Bellora, que
tiene un proyecto de producción de alimentos con la planta de cannabis en el
partido bonaerense de Las Flores.
“Queremos procesar
el corazón de la semilla para hacer aceite y proteínas. La semilla misma se
come como un snack, como ensalada. Y hacer aceite comestible, para la ensalada.
Se trata de un aceite premiun, con un muy buen perfil nutricional, superior al
de oliva pero con precios similares”, explicó el productor.
La planta de
cannabis es de cultivo anual y su aporte ambiental es también esencial. Captura
hasta cuatro veces más de dióxido de carbono que un bosque forestal. Es
considerada una gran remediadora del suelo y además de las semillas el tallo de
la planta se puede usar para fabricar productos textiles, automotrices,
químicos o para la construcción, entre otros.
En un mundo que,
según estimaciones del Programa Mundial de la Alimentación, demandará un 35%
más de alimentos para el año 2030, la inclusión del cáñamo al CAA resulta
trascendental. Es nada más y nada menos que recuperar una tradición que el ser
humano tiene desde hace miles de años. La planta es originaria del este de Asia
y de la zona del Turpan de ese continente. La evidencia más temprana de una
industria basada en el cannabis son los tejidos de Corea del Sur del año 3.000
antes de Cristo, explica el biólogo Chris Duvall en su libro Cannabis. Durante
la dinastía china Shang (1.600-1.100 a.C.) la planta era considerada uno de los
seis cultivos básicos de la comunidad.