viernes, 19 de abril de 2013

LOS CLIMATÓLOGOS NO SON NINGÚN EINSTEIN, DICE SU SUCESOR





Paul Mulshine

NewJersey.com

Freeman Dyson es un físico que estuvo enseñando en el Instituto Para Estudios Avanzados en Princeton desde que Einstein estuvo allí. Cuando Einstein murió en 1955 hubo una vacante para el título de “el físico más brillante del planeta.”  Lo ocupó… Freeman Dyson.

De manera que cuando el movimiento del calentamiento global hizo su aparición, una gran cantidad de personas se preguntaron por qué él no estaba también allí. La razón detrás de ellos es muy simple, dijo Dyson a sus 89 años cuando le hablé por teléfono.

“Pienso que todo buen científico debería de ser un escéptico,” me dijo Dyson.

Dyson llegó a los Estados Unidos desde su Inglaterra nativa a la edad de 23 años y de inmediato hizo grandes avances en la teoría cuántica. Después de eso trabajó en un cohete impulsado por energía nuclear. Luego, a fines de 1970, se involucró en tempranas investigaciones sobre el cambio climático en el Instituto para Análisis en Energía, en Oak Ridge, Tenn.

Esa investigación, que involucraba a científicos de muchas disciplinas, estaba basada en la experimentación. Los científicos estudiaron cuestiones tales como la manera en que el dióxido de carbono interactúa con la vida vegetal y el rol de las nubes en el calentamiento.

Pero ese enfrentamiento perdió la partida contra los modelos computados favorecidos por los científicos del clima. Y ese acercamiento al tema estuvo equivocado desde el principio, dijo Dyson. “Yo simplemente pienso que ellos no comprenden al clima,” dijo acerca de los climatólogos. “Sus modelos computados están repletos de factores distorsionados.” 

Un gran factor de distorsión concierne al rol de las nubes. El efecto invernadero del dióxido de carbono por sí mismo es limitado. Para llegar a las proyecciones apocalípticas pregonadas por Al Gore y sus acólitos los modelos tienen que incluir suposiciones de que el CO2 causará la formación de nubes de una manera que producirá más calentamiento. “Los modelos son extremadamente sobresimplificados,” dijo Dyson. “No representan en absoluto a las nubes en sus detalles. Ellos simplemente usan un factor de confusión para representar a las nubes.”

Freeman dijo que su escepticismo sobre esos modelos computados fue confirmado por recientes informes sobre un estudio de Ed Hawkins de la Universidad de Reading en Gran Bretaña, que mostró que las temperaturas globales permanecieron planas entre 2000 y 2010 –a pesar de que los humanos inyectaron cantidades récord de CO2 en la atmósfera durante esa misma década. 

Eso ha sido una reivindicación para un hombre que fue etiquetado de “un hereje civil” en un artículo del New York Times por sus visiones contrarias. Dyson abraza esa etiqueta, con las implicaciones de que a lo que él se opone es un movimiento religioso. Lo mismo hace su colega físico y colega escéptico, William Happer. “Hay personas que necesitan de una causa que sea más grande que ellos mismos,” dijo Happer. “Entonces ellas pueden sentirse virtuosas y decir que las demás personas no lo son.” Para demostrar lo incivil que esa multitud puede llegar a ser, Happer me envió un email con un artículo sobre un profesor australiano que propone –muy seriamente- la pena de muerte para los herejes como Dyson.

Como le sucedió a Galileo, los herejes pueden obtener una conmutación de la pena si se retractan. Tengo la esperanza de que ese tipo nunca llegue a escuchar la afirmación más herética de Dyson Freeman: “El CO2 puede en realidad estar mejorando al ambiente.” “Es realmente cierto que el dióxido de carbono es bueno para la vegetación,” dice Dyson. 
“Alrededor del 15% de los rendimientos agrícolas se deben al CO2 que ponemos en la atmósfera. Visto desde esa perspectiva, quemar carbón y petróleo es un bono extra.” De hecho, hay más evidencias sólidas de los efectos benéficos del CO2 que de sus efectos negativos, dijo.

Entonces, ¿por qué el público está escuchando a un solo lado del debate? Porque los medios de comunicación están haciendo un pésimo trabajo de información sobre el tema. “Son absolutamente horribles,” dijo acerca de los periodistas norteamericanos. “Eso también es cierto en Europa. No comprendo cómo les han lavado el cerebro.” Pero yo sé por qué: Son perezosos. En vez de cavar en los detalles, la mayoría de los periodistas se contentan con repetir el mantra sobre el “consenso” entre los científicos del clima. 

El problema, dijo Dyson, es que el consenso se basa en esos modelos computados. Los computadores son buenos para analizar lo que sucedió en el pasado, dijo, pero no son nada buenos para imaginar los que sucederá en el futuro. Pero muchos científicos construyeron sus carreras sobre ellos. De allí su odio hacia los que disienten con ellos. “Fue igual que en la Unión Soviética,” dijo. “¿Quién podía dudar que la economía Marxista era el futuro? Todo lo demás estaba en el tarro de la basura.” 

Hay mucho lugar todavía en ese tarro de basura para las ideas promulgadas por personas mucho más tontas que Dyson. Que es casi todo el mundo. Añada: Esta cita del gran H.L. Mencken captura perfectamente la naturaleza religiosa de aquellos en el culto al clima: “La esencia de la ciencia es que está siempre deseosa de abandonar una idea determinada, a pesar de lo fundamental que pueda ser, a favor de una idea mejor; la esencia de la teología es que mantiene sus verdades como eternas e inmutables..”

Fuente: Mitos y fraudes
Estrucplan, 19-4-13