Paul Mulshine
NewJersey.com
Freeman Dyson es un
físico que estuvo enseñando en el Instituto Para Estudios Avanzados en
Princeton desde que Einstein estuvo allí. Cuando Einstein murió en 1955 hubo
una vacante para el título de “el físico más brillante del planeta.” Lo
ocupó… Freeman Dyson.
De manera que cuando
el movimiento del calentamiento global hizo su aparición, una gran cantidad de
personas se preguntaron por qué él no estaba también allí. La razón detrás de
ellos es muy simple, dijo Dyson a sus 89 años cuando le hablé por teléfono.
“Pienso que todo buen
científico debería de ser un escéptico,” me dijo Dyson.
Dyson llegó a los
Estados Unidos desde su Inglaterra nativa a la edad de 23 años y de inmediato
hizo grandes avances en la teoría cuántica. Después de eso trabajó en un cohete
impulsado por energía nuclear. Luego, a fines de 1970,
se involucró en tempranas investigaciones sobre el cambio climático en el
Instituto para Análisis en Energía, en Oak Ridge, Tenn.
Esa investigación,
que involucraba a científicos de muchas disciplinas, estaba basada en la
experimentación. Los científicos estudiaron cuestiones tales como la manera en
que el dióxido de carbono interactúa con la vida vegetal y el rol de las nubes
en el calentamiento.
Pero ese
enfrentamiento perdió la partida contra los modelos computados favorecidos por
los científicos del clima. Y ese acercamiento al tema estuvo equivocado desde
el principio, dijo Dyson. “Yo simplemente pienso que ellos no comprenden al
clima,” dijo acerca de los climatólogos. “Sus modelos computados están
repletos de factores distorsionados.”
Un gran factor de distorsión concierne al
rol de las nubes. El efecto invernadero del dióxido de carbono por sí mismo es
limitado. Para llegar a las proyecciones apocalípticas pregonadas por Al Gore y
sus acólitos los modelos tienen que incluir suposiciones de que el CO2 causará
la formación de nubes de una manera que producirá más calentamiento. “Los
modelos son extremadamente sobresimplificados,” dijo Dyson. “No representan en
absoluto a las nubes en sus detalles. Ellos simplemente usan un factor de
confusión para representar a las nubes.”
Freeman dijo que su
escepticismo sobre esos modelos computados fue confirmado por recientes
informes sobre un estudio de Ed Hawkins de la Universidad de Reading en Gran
Bretaña, que mostró que las temperaturas globales permanecieron planas entre
2000 y 2010 –a pesar de que los humanos inyectaron cantidades récord de CO2 en
la atmósfera durante esa misma década.
Eso ha sido una reivindicación para un
hombre que fue etiquetado de “un hereje civil” en un artículo del New York
Times por sus visiones contrarias. Dyson abraza esa etiqueta, con las
implicaciones de que a lo que él se opone es un movimiento religioso. Lo mismo
hace su colega físico y colega escéptico, William Happer. “Hay personas que
necesitan de una causa que sea más grande que ellos mismos,” dijo Happer. “Entonces
ellas pueden sentirse virtuosas y decir que las demás personas no lo son.” Para
demostrar lo incivil que esa multitud puede llegar a ser, Happer me envió un
email con un artículo sobre un profesor australiano que propone –muy
seriamente- la pena de muerte para los herejes como Dyson.
Como le sucedió a
Galileo, los herejes pueden obtener una conmutación de la pena si se retractan.
Tengo la esperanza de que ese tipo nunca llegue a escuchar la afirmación más
herética de Dyson Freeman: “El CO2 puede en realidad estar mejorando al
ambiente.” “Es realmente cierto que el dióxido de carbono es bueno para la
vegetación,” dice Dyson.
“Alrededor del 15% de los rendimientos agrícolas se
deben al CO2 que ponemos en la atmósfera. Visto desde esa perspectiva, quemar
carbón y petróleo es un bono extra.” De hecho, hay más evidencias sólidas de
los efectos benéficos del CO2 que de sus efectos negativos, dijo.
Entonces, ¿por qué
el público está escuchando a un solo lado del debate? Porque los medios de
comunicación están haciendo un pésimo trabajo de información sobre el tema.
“Son absolutamente horribles,” dijo acerca de los periodistas norteamericanos.
“Eso también es cierto en Europa. No comprendo cómo les han lavado el cerebro.”
Pero yo sé por qué: Son perezosos. En vez de cavar en los detalles, la mayoría
de los periodistas se contentan con repetir el mantra sobre el “consenso” entre
los científicos del clima.
El problema, dijo Dyson, es que el consenso se basa
en esos modelos computados. Los computadores son buenos para analizar lo que
sucedió en el pasado, dijo, pero no son nada buenos para imaginar los que
sucederá en el futuro. Pero muchos científicos construyeron sus carreras sobre
ellos. De allí su odio hacia los que disienten con ellos. “Fue igual que en la
Unión Soviética,” dijo. “¿Quién podía dudar que la economía Marxista era el
futuro? Todo lo demás estaba en el tarro de la basura.”
Hay mucho lugar todavía
en ese tarro de basura para las ideas promulgadas por personas mucho más tontas
que Dyson. Que es casi todo el mundo. Añada: Esta cita del gran H.L. Mencken
captura perfectamente la naturaleza religiosa de aquellos en el culto al clima:
“La esencia de la ciencia es que está siempre deseosa de abandonar una idea
determinada, a pesar de lo fundamental que pueda ser, a favor de una idea
mejor; la esencia de la teología es que mantiene sus verdades como eternas e
inmutables..”
Fuente: Mitos y
fraudes
Estrucplan, 19-4-13