¿Es
un problema de salud mental ….?
Por José Antonio Riesco
Instituto de Teoría
del Estado
“Cuando la ineptitud, la imprevisión y la
irresponsabilidad domina la mente
y la conducta
de los gobernantes, parece llegada la hora de la anti-política.” (Anthony
Barry)
“-No contamos con estadistas, por que la política se
convirtió en un reñidero
de gallos, donde la lucha por el ascenso o la
reelección consume el grueso de las energías psicofísica de los dirigentes”.
(Benito Pelayo)
Los gravísimos
sucesos de los últimos tiempos, con cientos de víctimas fatales, más la secuela
de heridos y lisiados, con derivaciones crueles en las familias (viudas,
huérfanos, etc.) han perdido, casi, el carácter de novedad o de hechos
fortuitos. Hay, inclusive, una suerte de resignación que, pasado los primeros
momentos, marca el “status” moral de la sociedad.
Fueron 200 los
muertos de Cromagnon, 51 en el accidente ferroviario del Once, y más recientemente
el desastre en daños personales (superan los 52 muertos) y materiales (miles de
millones de pesos) de las inundaciones en la Capital Federal y,
especialmente, en la ciudad de La Plata. Vale recordar que la irracionalidad en el
uso de vehículos de alta velocidad y los déficits de la infraestructura vial,
son causa, cada año, de 7 a 8 mil víctimas fatales en las rutas y caminos del
país.
Estamos en presencia
de un fenómeno extendido de carencia de eficacia y, sobre todo, de
responsabilidad de parte de los gobernantes y funcionarios de su dependencia.
En pleno siglo XXI ejercen sus cargos con una tecnología de gestión que ni
siquiera tuvo el siglo XIX. La estructura gubernativa, la que figura en la ley
de ministerios y en el presupuesto de gastos, está llena de secretarías,
subsecretarías, direcciones, jefes de área, parientes, amigos, testaferros,
etc. con altos emolumentos, viáticos y canonjías.
Pero no funciona o no
existe una percepción objetiva, precisa, actualizada y previsora de la problemática
social. Ni la personal, en vivo y en directo, ni la sistémica mediante la
programación, la prospectiva y la supervisión informáti ca. Y cuando en algún coqueto panel del pomposo
ministerio que dirige Julio de Vido o alguno de sus colegas de las provincias y
municipios, se prende una luz roja, advirtiendo de un asunto grave, en el acto
la apagan. Qué no joda..!!
Es que nuestros
gobernantes tienen una prioridad suprema e impostergable : “la interna
partidaria”. Lo demás puede esperar. Primero está la pelea por la ree lección,
o por un cargo más alto o defenderse de la guerra que le prodigan sus propios
correligionarios. Nunca como en estos días la Argentina estuvo absor
bida en “la lucha por el poder”, arriba, al medio y abajo. En la nación, en
las provincias, en las comunas e incluso en los
clubes deportivos y en la farándula.
Como en ninguna parte
ni en otra época la riña consume en tan alta proporción las energías del cuerpo
y de la mente. La sociedad, en lo
medular, avanza hacia la anemia perniciosa, se está quedando sin sangre, como
las víctimas de Drácula. Tal es la lógica de la decadencia que se nos impone.
A nuestros
mandatarios, no les faltan títulos universitarios (aún truchos) ni discursos de vuelo académico. Pero en el mando practican los métodos que
ridiculizó Minguito. Ignoran, en los hechos, que la Teoría del Estado enseña
cómo el gobierno es planeamiento y administración y, con esos recursos
imprescindibles, adoptar decisiones oportunas e inteligentes. Claro que la
historia no parece convalidar eso de que “gobernar es fácil” (E. Duhalde)
Y la Psicología Política
tiene un capítulo jugoso sobre la percepción de la realidad que hace y debe
hacer el estadista. Pero también dedica buenas páginas a “la atención” o
concentración de la mente en un objeto y en un problema, acaso en varios. Y que
esa función sustantiva de la mente está expuesta a leyes psico-biológicas, las
que rigen la capacidad del sujeto y, especialmente, el grado en que la fatiga
debilita o distorsiona sus aptitudes, en particular la caída del nivel “de
concentración de la actividad consciente” (cf. Schoua-Verthelyi, p. 97)
La política –en tanto
conflicto que demanda aplicación neuronal intensa sobre “lo propio y lo del
otro”-- es una de las faenas que mayor desgaste de energías genera. Estimula el apetito pero eleva
riesgosamente el “stress”. En la pugna el sujeto puede llegar a un punto de
total entrega de su mente a la competencia, incluso postergando o prescindiendo
de cualquier otro asunto (familiares, profesionales, etc.). El esfuerzo se
dirige a neutralizar las embestidas del adversario (a veces enemigo) y bastante
a frenar las deserciones y las traiciones en la propia tropa.
Salvo excepciones
–hay individuos de estructura psicofísica que todo lo soportan--, es común
que el ser humano (el político lo es,
pese a su incurable maquiavelismo) que
acumula presiones dentro y fuera de su entorno, se vea inserto en una trama de tensiones. De allí la
acumulación de fatiga. A esta, bien se ha dicho, la produce “el esfuerzo mental
prolongado en actividades que demandan mucha atención, así como por conflictos
emocionales”.
Puede que la fatiga
no aniquile la atención, pero sí influye para soslayarla o no darle la
significación ni la urgencia adecuadas a los”objetos” que se le pre sentan. En
tanto al gobierno le cabe el parentesco con un “sistema” en la entrada se
acumulan diversas demandas, por cuya urgencia o importancia, compiten entre sí.
¿Cuál logra atención privilegiada…? ¿Cómo influye la demanda “política” en comparación
con otras..? ¿A cuál concede prioridad el gobernante enfrascado en la lucha
política..?
Las respuestas están
en la experiencia argentina. Esa que sufrimos y tenemos a la vista. O acaso se
trata de un cierto problema de “salud mental”..?, no en el sentido
médico-terapéutico aunque sí sociológico-político. Pero no hay dudas que está
ínsito en “el mal desempeño” que contempla el art. 53 CN como causal de juicio
político.
-Schoua-Verthlyi :
Psicología; Bs. As. Ed. Crespillo, 1986.
-Lapierre, Jean-William
: Los sistemas políticos; Barcelona, 1976.