domingo, 14 de abril de 2013

UN ALMIRANTE EN EL AEROPUERTO DE EZEIZA (SIC)





(Urgente24), 14-4-13

Hace muchos años los Les Luthiers parodiaron la toma de posesión de cargos por parte de los ministros de un gobierno militar.  Lo mas desopilante del relato era cuando asumía como ministro de Marina... un brigadier.

Nilda Garré ha venido a poner las cosas en su lugar, o al menos a equipar los tantos: ella ha designado como subinterventor de gestión administrativa de la seguridad del principal aeropuerto del país al vicealmirante (RE) Álvaro José Martínez, conocido en los ambientes uniformados como 'el Oriental', que además de ser oficial de la Armada Argentina... es de nacionalidad uruguaya (¡estos kirchneristas...!).

Martinez protagonizo varios escándalos navales en 2009 y 2010, y finalmente perdió la pulseada para quedarse con la Jefatura del Estado Mayor General de la Armada cuando el diario El País, de Montevideo, tituló en forma apresurada: “Un ciudadano uruguayo a punto de convertirse en el nuevo jefe de la Armada Argentina”.

Además de lo versátil que parece ser este experto en aguas (Martínez inclusive fue director general de Personal y Bienestar, y luego director de Educación de la Armada...), la realidad sigue contradiciendo al relato. Por un lado se declama la prohibición a los militares a intervenir en la seguridad interna, pero el coronel Sergio Berni maneja la Prefectura Naval, la Policía Federal, la Gendarmería Nacional y la Policía de Seguridad Aeroportuaria... Luego, otro coronel administra la logística del Ministerio de Seguridad; y ahora un almirante gestiona los recursos presupuestarios de un aeropuerto.

La Administración del Estado K quedó al desnudo en las recientes inundaciones en La Plata: pese a la presión tributaria extraordinaria (récord), terminó siendo más eficiente y voluminosa la solidaridad privada y espontánea, de la que el Frente para la Victoria intentó apropiarse vía Unidos y Organizados. Un mamarracho. Pero, tal como lo confirma lo de Garré/Martínez, no fue una casualidad sino que lo indebido es una política de Estado.