Daniel Montamat
Ex presidente de YPF
Clarín, 6-2-15
Contestes del serio
problema energético que van a heredar, los principales candidatos de los
partidos de oposición (Massa, Macri, Cobos, Sanz, Binner, Stolbizer)
suscribieron un documento de acuerdos básicos propuesto por el grupo de ex
secretarios de Energía.
El compromiso
acordado en el tema nuclear reza: “Por ley especial del Congreso se
determinarán los objetivos del Plan de Construcción de Centrales Nucleares en
base a las necesidades energéticas proyectadas y a criterios técnicos,
económicos y ambientales. Se promoverá el desarrollo de generación
nucleoeléctrica a través de un programa que contemple: la actividad de la
industria atómica y su tecnología, las últimas condiciones de seguridad a nivel
mundial y las factibilidades económica y financiera”.
El Gobierno nacional
con mandato acotado a este año pretende imponer acuerdos que lo trascenderán
por muchos años como si formaran parte de su “política de Estado”. Siempre
confundieron “política de Estado” con perpetuidad en el gobierno.
Así, como lo han
hecho en otros órdenes, en el sector energético están comprometiendo obras en
directa sin que se conozcan los respectivos estudios de factibilidad. Entre los
acuerdos suscriptos con China uno especial se refiere a la construcción de una
quinta central nuclear.
En oportunidad de la
visita del Presidente de China a Buenos Aires, se informó que ambas partes se
orientaban al suministro chino de un reactor tipo Candu (800 megavatios de
potencia) de agua pesada y uranio natural, similar a Embalse (comunicado de
prensa Ministerio Planificación). Ahora, según el texto acordado en Beijing se
hace referencia a una tecnología muy distinta.
La opción del reactor
nucleoeléctrico ACP 1000, refrigerado con agua liviana presurizada y con
elementos combustibles con uranio enriquecido. Este cambio repentino de opción
tecnológica, permite dudar que el tema haya sido analizado con la profundidad y
las consultas que requiere una obra con un período de ejecución de 8 años.
En la cuarta central
se estimaba una inversión de 2.000 millones de dólares correspondientes a
suministros del exterior, más 32.000 millones de pesos para obras y suministros
locales. Resulta que ahora, como estaban de compras por China, agregaron al
paquete una quinta usina, de otra tecnología y otro precio.
Las urgencias
financieras han obligado al gobierno a negociar desde la asimetría y el estado
de necesidad. Con estas decisiones el Gobierno sigue siendo rehén del corto
plazo y exacerbando la soledad de su gestión. Le toca a la oposición en
conjunto restablecer la capacidad de transacción entre las urgencias del hoy y
los desafíos energéticos que nos plantea el futuro. El futuro nuclear argentino
debe ser parte de una política de Estado que asuma la alternancia republicana
en el poder y el proyecto de desarrollo económico y social que nos debemos.