Blog de Cabildo,
25 de marzo de 2018
Recuerdo hace unos años un artículo tremendo de Miguel
Wiñazki sobre la muerte de Pinochet que se titulaba “Cagó fuego”. Ciertamente,
uno está tentado de titular del mismo modo la muerte de Hawking, pero no pasa
de una tentación, ya que existe un abismo entre Wiñazki y nosotros; el abismo
de la fe.
Hawking me recuerda mucho la parábola del hijo
pródigo, pero esta vez con un final terrible: El hijo nunca vuelve.
Ciertamente, este “hijo” nunca estuvo en la casa del Padre (nunca tuvo fe),
pero la relación con el hijo pródigo la encuentro, por un lado, en la enorme
paciencia que le tuvo el Padre y, por otro lado, en las oportunidades que le
dio para llegar a la Fe. En primer lugar, tenía una enfermedad que, según los
médicos, lo iba a matar en poco tiempo y, sin embargo, sobrevivió varias
décadas con la misma. Por otro lado, él más que nadie podría haber llegado a la
Fe a través de la teoría del origen del universo, que tanto estudió (aunque no
fue su tema específico de investigación) y que abandona, literalmente, porque
“suena a intervención divina”. Tremendo misterio el de la Fe. Es un regalo
(don) de Dios, pero que necesita del asentimiento de la voluntad.
También resulta llamativa la degradación moral a lo
largo de su vida. Habiendo leído todos sus libros de divulgación, he pasado de
una cierta simpatía al leer su primer libro de este tipo: “Historia del tiempo.
Del Big Bang a los agujeros negros” a una decepción total en su último libro “El
gran diseño”.
La simpatía respecto del primer libro se debía a una
cierta honestidad intelectual que demostraba al afirmar, brutalmente, que
abandonó la teoría del Big Bang porque “suena a intervención divina”.
Normalmente, los científicos y seudo–científicos no hablan tan claro, sino que
tratan de ocultar su postura filosófica (ateísmo) a través de argumentos
seudo-científicos a los que he llamado en otro artículo “dogmas científicos”
por la contradicción entre los términos. Inclusive, en dicho libro afirma
“Sería muy difícil explicar por qué el universo debería haber comenzado
justamente de esa manera (Big Bang), excepto si lo consideramos como el acto de
un Dios que pretendiese crear seres como nosotros”. Y por esa misma razón trata
de buscar otra teoría del origen del universo.
Sin embargo, su libro “El gran diseño” directamente es
una falacia total, dónde presume de haber “demostrado” que el universo podría
haber comenzado sin intervención divina, siendo que su teoría de los
“multiversos” es un tremendo verso, ya que no cumple con los requisitos de
cualquier teoría científica que él mismo explicita en su libro “Historia del
tiempo”. O sea, es una teoría indemostrable experimentalmente porque no hay
comunicación posible entre los múltiples universos. Por lo tanto, es un dogma
científico que debemos creer por la autoridad de….. Stephen Hawking. Por mi
parte, prefiero creer en los dogmas católicos, con base en la autoridad de
Cristo y su Iglesia.
Luego de su muerte y antes también, los medios de
comunicación han endiosado su figura, calificándolo de “genio” y, según esos
artículos, pareciera que Hawking es el físico más importante de todos los
tiempos. Sin embargo, la realidad es muy diferente. Si bien era el físico en
vida más famoso por lejos, y era muy influyente por sus conferencias, no era el
físico más importante desde el punto de vista científico. A modo de ejemplo,
puede mencionarse el índice h, que es una medida de la importancia e impacto de
las publicaciones de un investigador. Este índice es elaborado por la base de
datos científica más importante: Scopus (www.scopus.com) de la editorial Elsevier y, en el
caso de Hawking, reporta un índice h de 71 (Marzo 2018) y su trabajo más citado
tiene 6054 citas (una enormidad). Por otro lado, el físico argentino 30 años
menor, Juan Martín Maldacena, actualmente Profesor en la Universidad de
Princeton (USA), tiene un índice h de 72 (marzo 2018) con su trabajo más citado
con 9659 citas. El premio Nobel de física de 2014, Shuji Nakamura, 10 años
menor que Hawking, tiene un índice h de 96 (Marzo de 2018). De todos modos, hay
que reconocer que, sin sus impedimentos físicos, tal vez Hawking podría haber
producido más y mejores trabajos.
Ahora, Hawking ya sabe todo del universo, ahora ya
salió del espacio-tiempo que tanto estudió y pudo comprobar que, lo que le
sugería la misma teoría que él desechó, era la realidad absoluta. Tarde,
demasiado tarde, tal vez.
Daniel Ambrosini