y el sentido común lingüístico
La Nación, editorial, 28-11- 2018
En marzo del año próximo, la Argentina será sede del
VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), por realizarse en Córdoba.
Es la segunda vez que nuestro país tendrá el enorme privilegio -nunca antes se
realizó dos veces en un mismo país de recibir en un encuentro de este tipo a
escritores, académicos y estudiosos de distintas nacionalidades, comprometidos
en la preservación y el devenir de la lengua.
Hoy, el español es la segunda lengua con más hablantes
nativos en el mundo luego del chino mandarín: involucra a 475 millones de
personas. Esa cifra es inmensa y aumenta hasta 578 millones si se suma a
quienes aprendieron el español y lo tienen como segundo idioma.
La Argentina fue sede del congreso realizado en
Rosario, en 2004. Esperemos que sean irrepetibles algunas experiencias de ese
encuentro, como la inaudita intervención de la entonces senadora Cristina
Kirchner a fin de que se eliminara a destacados lingüistas y escritores de la
nómina de participantes preparada con la antelación de un año por la Real
Academia Española y el Instituto Cervantes. Fue tanta la porfía de quien luego
presidiría el país que consiguió la separación de tres personalidades entre
ellas, Emilia de Zuleta Álvarez-, imputadas de tendencias derechistas. Lo hizo
con inaudito empeño, como si eso gravitara negativamente en el manejo de la
lengua y empalideciera los importantes antecedentes como catedráticos de las
personalidades cuestionadas.
En noviembre de 2004, Rosario también fue escenario
del colosal papelón por el cual el matrimonio presidencial llegó con dos horas
de atraso al Teatro del Círculo, admirable escenario del congreso, y obligó a
los reyes de España a retornar al hotel donde se hospedaban y aguardar desde
allí la noticia de que los Kirchner estaban al fin a punto de arribar.
Al acto de presentación del nuevo congreso, realizado
hace poco en Córdoba, vinieron especialmente de España el director de la Real
Academia Española y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua
Española, Darío Villanueva, y el director del Instituto Cervantes, Luis García
Montero. Compartieron el estrado con el gobernador de la provincia anfitriona,
Juan Schiaretti; el presidente de la Academia Argentina de Letras, José Luis
Moure; el rector de la Universidad Nacional de Córdoba, Hugo Juri, y otras
autoridades. El tema convocante será "América y el futuro del español.
Cultura y educación, tecnología y emprendimiento".
En su estada aquí, el director de la Real Academia
formuló comentarios que resulta interesante considerar en relación con la
esforzada moda del lenguaje llamado "inclusivo". Como se sabe, por
esa vía se intenta violentar lo que es el habla natural desde hace siglos y
siglos de los hispanohablantes e introducir términos como "todes" a
fin de incluir en un sentido neutro palabras como "todos" y
"todas". Más que una democratización del lenguaje eso parecería un
trabalenguas cuya aceptación sería a costa de la racionalidad verbal y
prosódica e infundiría la noción de que la demagogia con grupos minoritarios,
pero radicalmente activos, ha terminado por teñir hasta las conversaciones y
las letras de una sociedad que en el fondo es más lógica y está más en sus
cabales de lo que se nos quiere hacer creer.
Podría decirse que todo lenguaje genuino es como tal
inclusivo, incluye, comunica, interrelaciona. Si tiende a aislar o separar y el
destinatario concreto o la comunidad lingüística no capta o no admite lo que se
le quiere transmitir falla como tal y, en lugar de vincular, genera
incomunicación.
El intento de difundir palabras artificiales como
"todes" u otras expresiones similares, desparramado en redes
sociales, e incluso, introducido en algunos textos oficiales, suscitó una
reflexión de Villanueva, quien, antes de asumir su actual cometido, fue rector
de la Universidad de Santiago de Compostela. Estimó que esa es una solución
poco meditada y no llamada a tener demasiado recorrido. Él suele hablar de
"palabras globo", que irrumpen con increíble fuerza, suben muy
rápido, pero luego se desinflan y caen, hasta que en dos o tres años dejan de
tener el lugar que ocuparon.
Villanueva sostuvo que hay que respetar mucho la
lengua que hablamos. La lengua es un ecosistema, es una estructura de
equilibrios, no se puede andar jugando con ella. Y la lengua no es la culpable
de la invisibilidad o el relegamiento de la mujer; eso depende de otras
cuestiones y no del idioma. "Ese tipo de manipulaciones por una parte a mí
me desagrada dijo-, porque representan un cierto menoscabo y menosprecio del
idioma, una falta de respeto hacia él. Y también significa la atribución al
idioma de unas culpas que el idioma no tiene".
No podríamos estar más de acuerdo con el sano criterio
de quien se dispone en poco tiempo más a dejar su cargo de director "por
mandato cumplido" de la presidencia de la RAE. Sucede que entre la
alharaca de quienes procuran con desatino revolucionar la lengua como
revolucionan a menudo, hasta con violencia, las calles, la gran mayoría de
hablantes permanece, como bien dice Villanueva, callada, pero firme en un
sentido común, natural del uso de la lengua. "Y yo me pregunto insistió
Villanueva, ¿se les va a convencer u obligar o imponer a estos que digan
'todes', en lugar de lo que siempre han dicho y han aprendido de su
madre?".
En la obra Libro de estilo de la lengua española,
presentada ayer por la Real Academia Española, uno de sus capítulos se refiere
precisamente al tema del género. Se afirma que "el masculino, por ser el
no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos" y que, por lo
tanto, "no hay razón para pensar que el género masculino excluya a las
mujeres en tales situaciones".
Cabrá ahora esperar que del congreso de Córdoba provenga
una reafirmación académica de los peligros que implica jugar desaprensivamente
con una lengua que nos unifica en una cultura compartida a cientos de millones
de seres humanos. Solo la estrechez de miras de los falsos progresistas está
lejos de captar las inmensas bondades de todo orden que eso implica para los
hispanohablantes en su relación con el mundo.