Salud mental y adicciones
POR JUAN ALBERTO
YARIA
La Prensa,
05.04.2021
“...porque después
de todo he comprobado q no se goza bien de lo gozado sino después de haberlo
padecido” (F.Luis Bernárdez poeta argentino)
Mientras escribo
me llaman por una abuela que trata de tirarse de un sexto piso. Sola y
abandonada la melancolía le hace sentir que la vida no tiene sentido. Tiene
miedo al Covid y toma 15 pastillas de tranquilizantes. Un amigo médico cuida a
un médico, también amigo, que tiene Covid y está con respirador en sus 60 años
y con obesidad, hipertensión y diabetes. Un amigo medico muere siendo su vida
un testimonio de humanidad y ejemplaridad ya que la neumonía producto del virus
fue inmanejable. Otro paciente conocido se recupera. Dos enfermeras amigas de
varios años me llaman que tienen Covid, las aliento.
Ha aumentado el
índice de suicidalidad en el mundo desde el COVID y sugestivamente en la
población sanitaria, jóvenes y mujeres de edad (Fuente Medscape-Marzo 2021). El
estudio muestra que entre el 10 a 12 % de estudiantes de Medicina consumen
drogas y aproximadamente el 50% de los médicos problemas de alcoholismo y de
consumo de múltiples sustancias. Esta población se siente estigmatizada para
pedir ayuda (Dr. José Mendoza Velazquez-Mexico).
EL CAMBIO DESDE
MARZO 2020
Todo cambió en
nuestras vidas desde el 20 de marzo del 2020. El virus del COVID en el campo de
los tratamientos de adicciones y en nuestras vidas dedicadas al tratamiento de
patologías severas de toxicomanías tomó otras dimensiones.
Desde el 20 de
marzo del 2020 pasamos de trabajar en la conformación de una alianza con el
paciente para tratar de que esa enfermedad crónica, progresiva y terminal no
avanzara y al lado de la familia o de los restos de esta, también con ellos,
tener un pacto de trabajo con reuniones amplias y de centenares de personas a
otro ritmo en donde lo virtual reemplazaba a lo presencial y además no podíamos
no estar.
Nosotros no
podíamos hacer teletrabajo. Teníamos que estar y brindar vínculos, calidad de
vida, esperanza como siempre. Era un homenaje a nuestra vocación y un llamado
que nos hacia el otro.
Lidiar con
nuestros miedos era una tarea y cada prueba de anticuerpos que nos hacíamos era
una prueba de angustia que teníamos que superar. ¿Estariamos o no infectados?
¿nuestros familiares no podían ser contagiados?.
Se espaciaron los
contactos personales, emocionales y grupales en relación con el tiempo
anterior. Las tomas de temperatura dos veces por día a todos, la saturación de
oxígeno, el uso de tests de anticuerpos como herramienta para ver si continuaba
la negatividad de la posible enfermedad y la utilización continua de PCR para
avalar la burbuja sanitaria de una institución fueron y son cosas de todos los
días.
Aparecen nuevos
profesionales como los infectologos que nos enseñan y, a la vez, calman
nuestras ansiedades para tratar de mantener la burbuja sanitaria. También
laboratoristas que miden o no la presencia del virus.
Además, los
compañeros que se enferman. Contenerlos. Nuestros propios miedos, pero también
nuestra responsabilidad profesional que nos demanda no ceder y trabajar desde
esa herida traumática que es el COVID en una resiliencia que mueva nuestros
deseos de ayuda y amor hacia el otro. No podíamos “tirar la esponja”. Era la
prueba de nuestros días.
Sorpresivamente la
retención de pacientes en la Institución fue del 100%. A pesar del Covid se
percibían en un lugar seguro; en una comunidad de vínculos y esto era una
fortaleza. El “enemigo” estaba afuera y ellos con nosotros habían establecido
una alianza fuerte por la vida.
EL COVID Y LA
ANGUSTIA
Lo que está
sucediendo es un TRAUMA, que es un tajo, una herida que mutila dividiendo la
vida en dos, son dos tiempos en nuestra vida: lo anterior y lo posterior.
Vivimos desde hace un año en plena situación traumática siendo además un trauma
colectivo que en sí mismo era inimaginable en el pre-20 de marzo. Ahí triunfaba
la tecnología, y con un teléfono éramos dueños del mundo. Nuestra omnipotencia
nos dominaba. La ciencia y la Tecnología habían vencido todo.
No estábamos
preparado para eso. Las ciudades desiertas que conocimos después del 20 de
marzo eran la imagen bíblica de un desierto sin esperanza. En un principio
pensábamos que no había defensa posible para eso.
La omnipotencia
cede. La impotencia, el desvalimiento, la intemperie crece. Miles de
desamparados nos juntábamos en las ciudades más allá de las condiciones
económicas, pero con amplia repercusión en los más vulnerables: pobres, gente
de edad y especialmente con patologías asociadas (diabetes, hipertensión,
obesidad, etc.), adictos, enfermos mentales, y esa gran masa de muchedumbre
solitaria de las grandes urbes.
No es un simple
miedo es ANGUSTIA. El miedo tiene un objeto exterior determinado del cual se
puede huir; en la angustia la fuga deviene imposible y la experiencia del virus
es la de una angustia colectiva. La ciencia ha encontrado respuestas, pero
todavía parciales.
La acción del
virus dicen filósofos y psicoanalistas italianos recuerda la acción del
terrorismo de la época de las Brigadas Rojas. Se mueve en los confines, no se
puede identificar, es como un hombre que no diferencia amigo de enemigo.
Cualquiera puede ser el transmisor y no podemos distinguir amigo de enemigo;
con las Brigadas Rojas no se podía distinguir quien era quien, dicen nuestros
amigos italianos.
TIPOS DE ANGUSTIA
A) ANGUSTIA
PERSECUTORIA: el riesgo de contagio nos persigue y nos defendemos con el
confinamiento como forma de recuperar una cierta seguridad al precio de una
perdida de una cierta libertad. ¿Es un estado de excepción? ¿Nazista o
Stalinista? Pienso que no es una privación de la Libertad si no se la utiliza
para otros fines espureos.
Se ataca a la
Libertad anárquica (como las fiestas clandestinas). Desde mi punto de vista es
la experiencia de la Libertad junto con la solidaridad. No es la renuncia a la
Libertad porque sin solidaridad no hay Libertad. La salvación es colectiva, en
conexión con el otro.
B) ANGUSTIA
DEPRESIVA: El gran tema resulta ser el futuro…surge el futuro como un
interrogante. ¿Como será el mundo del futuro?; la muerte, el destino de los más
frágiles, los más pobres. No hay ningún grupo familiar que no ha perdido a una
persona. La angustia depresiva daña la noción de futuro incluso se prevén menos
nacimientos en el mundo abonado esto por las políticas antinatalistas que se
proponen. Como decían los viejos en nuestra infancia ¿para que traen hijos al
mundo? ...en referencia a ciertas situaciones de abandono e incertidumbre a los
cuales se los iba a someter y sin tutelas válidas.
C) ANGUSTIA ANTE
EL CAMBIO: el ser humano tiene una doble condición; por un lado, busca lo
abierto, el mar, la libertad, pero al mismo tiempo teme lo extraño, el cambio,
ama el muro. Prefiere la seguridad. Cuando se abre una comunidad vuelve a lo
abierto y ahí vuelven las angustias.
Ahí en las
aperturas se pierden los cuidados y paradójicamente desaparece el miedo y
reaparece la omnipotencia. El coraje debe estar unido al miedo; solo el
fanático tiene coraje sin miedo, el terrorista también.
La “peste” que
vivimos no solo en el plano del propio COVID sino también en el aumento de las
depresiones patológicas y del consumo de drogas y alcohol nos debe llevar a una
Libertad con solidaridad. Rescatando el papel extraordinario de las
Instituciones como la Escuela.
Este siglo ha sido
una ola de desinstitucionalización. Se ataca a la familia, las escuelas y se
las transforma en entes vacíos, las Iglesias, y en general todos aquellos que
forma el tramado de valores y de transmisión de notas de vida. Aumenta la gente
sola y sin anclajes.
LAS PESTES - A.
CAMUS Y NOE
Camus muestra en
su novela La Peste como una ciudad es invadida por una plaga en donde
mueren de a miles. Un personaje de la novela es un religioso que dice que esta
peste es producto de los pecados del Hombre y la venganza de Dios aparece. Es
la representación de la Peste como una especie de Diluvio Universal como signo
de la Providencia.
Luego a este
religioso se le muere un niño en sus brazos y piensa cómo es posible que muera
un inocente; esto no puede ser obra de Dios. En su Sermón habla de que el Mal
es un Misterio; no se puede explicar, es un sin sentido, un absurdo.
Cuando la Peste
abandona al Pueblo y todos van a otros lugares el religioso se queda porque la
misión del Hombre es ayudar a los más desprotegidos, los inermes, los
desamparados.
Para Camus de
todas las Plagas se aprende algo. Hay seres que admirar. Los solidarios que son
los que tienen un compromiso incondicional con uno mismo y con los demás. La
vida es algo concreto-dice- que está hecha de batallas algunas perdidas y otras
ganadas. Los éxitos son pasajeros, nunca eternos.
La peste no solo
simboliza la guerra sino también el mal que se expande cada día más en los
corazones y que no permite al hombre dejar a un lado el egoísmo, el beneficio
propio y la hipocresía que tanto le hacen daño a èl y a sus semejantes. Es un
ataque al Individualismo total y al materialismo. No hay vida sin otros, con
colaboración de personas a que le puede brindar su amistad, cariño y respeto,
esperando reciprocidad.
En la Peste de
Camus hay otro personaje central el Dr. Rieux que es un ejemplo de solidaridad.
Yo conocí a uno que mencione anteriormente y que se lo llevo el Covid. Como
Director de un centro médico de excelencia me enseñó a diseñar burbujas,
paradójicamente, para que los médicos no se contagien. Su ejemplo perdura en
mí. Era el símbolo de la moral de la honradez de Camus: amor, comprensión,
lealtad, fraternidad, integridad de cada ser.
No olvidemos la
enseñanza bíblica Noe después del desastre Universal lo primero que hace es
plantar una viña; o sea cree en el FUTURO, la noción de vida triunfa.