se podrían haber evitado 24 mil muertes y 1,5
millones de pobres
Por Mónica Filippi
Tribuna de
periodistas -01/08/2021
La pandemia
planteó desafíos inéditos. En este proceso de aprender sobre la marcha se
cometieron muchos errores. De todas formas, ya se acumulan evidencias de que
hay grandes diferencias entre países. Tanto en términos de proteger la salud de
la población frente a la epidemia, como en términos de reducir los daños
productivos y sociales que produjeron las medidas de aislamiento.
Son muchos los
factores que explican desempeños tan dispares, pero uno de fundamental
importancia es la calidad del gerenciamiento público. En este sentido, en el
Cono Sur se presentan experiencias muy sugerentes. Por un lado, Chile donde el
rol del Estado es más subsidiario respecto al rol del mercado en la
organización económica y social. Por el otro, Uruguay que debió manejar la
pandemia durante una transición de gobierno de casi 15 años de izquierda a uno
más de derecha y que muestra una tradición de rol del Estado más preeminente.
Estas experiencias son útiles para responder algunos interrogantes al pasional
debate que se da en Argentina en torno al tamaño del Estado.
La pregunta que
cabe hacerse es si es importante el tamaño o la profundidad en la intervención
del Estado o la calidad en su gestión.
Sobre la base de
datos de la OMS y los institutos estadísticos de cada país, el Instituto de
Desarrollo Social de Argentina (IDESA) elaboró un informe donde se observa que:
En Argentina la
tasa de mortalidad por Covid-19 es de 2.300 por millón de habitantes y la
pobreza aumentó en el 2020 un 6,5% de la población.
En Chile la
mortalidad es de 1.800 por millón y la pobreza aumentó en 2,2%.
En Uruguay la
mortalidad es de 1.700 por millón y la pobreza aumentó en 3,5%.
Estos datos
muestran que la pandemia tuvo impactos negativos mucho más fuertes en la
Argentina tanto en términos sanitarios como sociales. La Argentina sufrió más
muertes por Covid y más aumento de la pobreza que sus vecinos. Chile y Uruguay,
con concepciones sobre el rol del Estado muy diferentes, tuvieron resultados
bastantes similares y mejores. De haber logrado el desempeño de los vecinos,
la Argentina tendría aproximadamente 24 mil muertes menos por Covid y 1,5
millones menos de pobres. La explicación es que tanto Chile como Uruguay tienen
un mejor gerenciamiento público.
El deficiente
desempeño del sector público argentino se explica porque la improvisación y la
falta de profesionalismo es una “política de Estado”. La vienen aplicando de
manera sistemática diferentes gobiernos durante muchas décadas. Aquí talla, por
un lado, la crónica decisión de gastar siempre por encima de los recursos
disponibles. Esto lleva a muy alta inflación y exceso de endeudamiento que
terminan en periódicos defaults. Chile y Uruguay gracias a una situación fiscal
más prudente enfrentaron la pandemia con acceso al crédito y tasas de interés
de un dígito. La otra “política de Estado” es la sistemática degradación de la
gestión pública. Chile y Uruguay no solo contaron con más recursos sino también
con mayor capacidad para gestionar las políticas sanitarias y las destinadas a
compensar a la ciudadanía por el confinamiento.
La improvisación y
la falta de profesionalismo siguió siendo la regla durante la gestión de la
pandemia. Se conformó un grupo de expertos –por fuera de los organismos
estatales– que impulsó un confinamiento absoluto para todo el país por 7 meses
a través de sucesivas prórrogas cada 3 semanas. Se usaron instrumentos muy
rudimentarios para distribuir ayudas económicas a los afectados, con
situaciones patéticas como las aglomeraciones de personas para capitalizar
políticamente la entrega de las ayudas. Los organismos públicos se paralizaron
debido a que su obsoleta gestión exige presencialidad. El proceso de vacunación
avanza sobrecargado de deficiencias. Chile y Uruguay, aun habiendo cometido
muchos errores, tienen la mitad de la población con la vacunación completa,
mientras en la Argentina esa proporción no llega al 20%.
El fracaso en la
gestión de la pandemia no se debe a que se priorizó la salud por encima de la
economía. Tampoco a que el Estado sea grande o chico. El fracaso en la pandemia
es la consecuencia de la improvisación y la falta de profesionalismo que
siempre caracterizó al diseño de políticas públicas y a la gestión del Estado
en la Argentina.