los que educan en la Verdad
Por Pablo Bruzzese
*
La Prensa,
17.09.2022
El 17 de septiembre se conmemora en nuestro
país el día del profesor. La fecha se fijó en memoria de José Manuel Estrada,
quien falleció ese día del año 1894.
La figura de
Estrada es verdaderamente inspiradora para todos los educadores, pues supo
defender con coraje la identidad católica de nuestra Patria frente al proyecto
liberal de fines del siglo XIX, siendo especialmente activo durante el debate
que terminó con la sanción de la ley de 1420.
Estrada luchó
contra esa Ley de fuerte raigambre laicista, que representó un atentado contra
la integralidad de la educación en nuestro país por negar la dimensión
religiosa de la persona.
Por su postura,
Estrada fue cesado en todos los cargos públicos que ocupaba. Fue en ese
contexto de persecución y censura que nos legó sus famosas palabras: “De las
astillas de las cátedras destrozadas por el despotismo, haremos tribunas para
enseñar la justicia y predicar la libertad. […] El amor de la verdad me llevó a
vosotros. El amor de la verdad nos separa. Él nos reunirá, donde los ciudadanos
de un pueblo libre luchan y triunfan contra los traficantes y los ambiciosos”.
A los educadores
de nuestro tiempo nos toca también librar el "buen combate" como
cooperadores de la Verdad que somos y debemos ser.
Para que esta
cooperación sea idónea, se requieren sujetos con una sólida formación y dotados
de toda virtud. En palabras de San José de Calasanz, patrono de las escuelas
públicas de Argentina, “es indispensable ofrecer no sólo ejemplo de vida
espiritual, sino también de una recta doctrina y un modo de transmitirla”.
Hoy en día, las
escuelas confesionales -y aún las públicas en algunas Provincias- sufren un
ataque disolvente de su identidad, principios e idearios católicos.
Por eso resulta
tan importante rendir el merecido homenaje a cada profesor que, siguiendo el
ejemplo de José Manuel Estrada, es capaz de entregar a los jóvenes una
educación integral, que invite a reformar las costumbres, contemplar la Verdad
y jugarse por ella.
Los educadores
necesitamos, más que nunca, el coraje de
Estrada para asumir nuestra responsabilidad en la defensa de la verdad. Como a
él, esta actitud puede llevarnos a la persecución, al insulto, a la calumnia, a
la incomprensión. Pero la educación de nuestros niños y jóvenes es una misión
tan grande que vale la pena dar esa batalla. Así seremos dignos de las
Bienaventuranzas de Nuestro Señor Jesucristo, que prometen una gran recompensa
a los que son perseguidos a causa de Su Nombre.
* Director de
Estudios del Colegio Calasanz.