martes, 20 de septiembre de 2022

PADRES ADOPTIVOS


 y sociedades narco

 

"Hay `precarios' en todas partes; si todo esto permanece mucho tiempo en tal situación, serán como `muertos´ sociales, personas sin futuro que dependerán de las ayudas del Estado, y sin posibilidades de construir un proyecto propio''.


`La sociedad desvinculada', de Josep Miró i Aredèvol)

 

POR JUAN ALBERTO YARÍA

La Prensa, 18.09.2022

 

Crecer parece ser la clave para alcanzar la libertad. Hoy dedico esta columna a las funciones parentales y a la vida familiar como eje de la salud. Surgen por el deterioro de estas funciones estructurantes `padres adoptivos' en las barriadas que suplen la ausencia o limitaciones de los padres biológicos y son los `narcos' los que dominan los amplios espectros del orden-desorden de la población. Son proveedores de trabajo y de planes de apoyo social, al más típico y conocido Medellín de los '80- '90.­

 

Una paciente contenta con su rehabilitación me comenta que de seis casas en su barrio capitalino, otrora lleno de inmigrantes genoveses, cuatro venden drogas. De sus seis amigas de consumo cinco murieron. Ella describe a través de la fuerza del vínculo en la comunidad terapéutica (verdadera casa de vida) un refugio de salvación de luz en su vida circundada por la oscuridad de la muerte y la dependencia a sustancias.­

 

A esto se une una cultura de la aceptación social del consumo de drogas que alimenta esta triste realidad. La `progresía' considera un acto de libertad consumir. Prevenir es una palabra prohibida, ya que es sinónimo de represión y el consumo en su libertad de crear `paramundos' va originando una masa de `nadies' que vagabundean `descerebrados' por las calles.­

 

La progresía olvida que el consumidor tiene cerebro que queda `hipotecado' por el consumo (valga esta interpretación inmobiliaria). Ya no son libres. El narco con su poder económico, a través del miedo y la violencia junto con la creación de trabajo que genera desde las pymes que poseen para la distribución y la producción de estupefacientes, ofertan tareas a jóvenes sin escuela ni oficios ni padres que puedan suplir por sus carencias estos poderes de la muerte.­

 

Rosario como tantos lugares de nuestra Argentina es un emblema de esta decadencia de la ley y de la paternidad como amparo y protección. Puede serlo Villa Lugano, puerta de Hierro, Villa Soldati, etc. Informes de Filonews muestran que en Rosario balear una casa cuesta $3000, matar $50.000. A los jóvenes le dan salida laboral con empresas que ellos mismos poseen como formas de `lavar dinero' de la venta.­

 

Todos tienen miedo, incluso los políticos, jueces, policías. Los grupos narcos pelean territorios entre sí y en las últimas semanas se han encontrado (símil México, Colombia o en el Perú de Sendero Luminoso) cuerpos de adversarios descuartizados (banda de los Gorditos). Se considera a Rosario una `fábrica de sicarios' y de `gatilleros'. Desde las cárceles los líderes manejan todo como lo es en Brasil.­

 

HISTORIA DE VIDA­

Mientras tanto, una madre rosarina con idioma simple me escribe: "Es duro vivir al lado del búnker. Me dicen que no me exponga escribiendo estas cosas y simplemente me causa risa. ¿Por qué? ¿Las `metras' disparando a pleno mediodía no te exponen a que te den un tiro? A mí la `falopa' me destruyó la vida y jamás consumí, pero destruyó a quienes más amaba. Y saber que alguien a quien quiero mucho vendió la frazada con que mi abuela se tapaba para comprar droga... ¿Por qué tener el fantasma constante de que tu hijo caiga de nuevo, no es duro?­

 

Y continúa: "Ver las caras transfiguradas de personas que conocés de siempre digo, transfiguradas, porque uno ve el proceso, la disminución de peso, como se oscurece la piel, como la mirada y la esencia de esa persona se pierde, lo que era un caminar, se vuelve un correr desesperado hacía el objeto de deseo, la droga, por el cual no importa qué hay que hacer para conseguir''.­

 

"Aparecen ofreciendo venderte lo que sea, lo que menos se te ocurra, realmente. La carne del freezer aún congelado, yerba, el ventilador con las paletas aún girando. La olla con comida adentro. Es que, en la urgencia compulsiva de consumo, todo es vendible. En cuántas casas amanecen sin pava, sin sillas, sin mate, sin yerba y sin garrafa. Su propio familiar vendió para el consumo (robó, para ser más precisa)'', agrega.­

 

Personas que quizás tenían un conflicto interno o en la trama vincular familiar, y quizás con terapia psicológica o un factor protector: iglesias, trabajo, nuevas relaciones interpersonales, hubieran logrado recomponer o establecerse en algún momento se ven precipitadas en estas situaciones. Cuando el paco entra en la vida de los menores, ya todo se hace más difícil, extremadamente adictivo, compromete el sistema de recompensa en el cerebro (eje de las motivaciones y el placer) produciendo daños irreversibles, afecta el control de impulsos y el lóbulo frontal (eje de la separación con los primates).­

 

Entonces se compromete la parte cognoscitiva, de razonamiento, comprensión y autorregulación, así también se va comprometiendo la conciencia moral, de ley y de límites. Desaparece el límite y la conciencia. Qué queda de ese ser humano, si sobrevive a la toxicidad, que afecta todos los órganos de cuerpo.­

 

Todo esto tiene raíces, desde la familia, la pérdida de la ternura, del valor a la vida que genera el culto al consumo, que se instala junto con la cultura narco.­

 

La madre rosarina continúa con su relato y comenta: "¡En conjunto con la pérdida de oportunidades! ¡La promoción de salud como derecho y la prevención como estrategia! Faltan centros de atención con profesionales especializados, y podría escribir tanto más. Y sé que no soy la única, somos miles y miles de personas, de ciudadanos dolidos y cansados. ¡Esto tiene que parar!''.­

 

Esto dice una madre desesperada que hasta estudió temas de adicciones para entender al imperio de la muerte en su barrio, es operadora terapéutica en adicciones.­

 

Trabajo todos los días con jóvenes que no han tenido padres o que estos han tenido muchas fallas (ausencias, desaparecidos aun viviendo, muertos, presos, denigrados, devaluados por sus mujeres, etc). También, con padres desesperados que en este momento de expansión `narco' en los barrios y de cultura de la aceptación social del consumo, otros `padres adoptivos', en la época de la máxima vulnerabilidad adolescente, observaron atónitos como el joven fue tomado por barras, sectas, grupos de distribución, etc. La voz familiar quedó inaudible frente al ruido que siempre genera el vacío. Donde hay mucho ruido hay mucho vacío. Este no tolera el silencio.­

 

También están los que nunca conocieron al padre, ya que este no se hizo cargo de nada, y por ende no se podía hacer cargo de alguien. El hijo cargará con esa `cruz' quizás toda la vida. En la escuela se sentirá diferente y cuando hable con su almohada quizás llorará.­

 

En los casos de peor pronóstico adictivo hay una ausencia total del padre como figura de acompañamiento e incluso como figura de inscripción legal del niño. La falta de reconocimiento se transforma en venganza hacia otros y/o hacia sí.­

 

Ser compañía del hijo en momentos clave no es ser amigo del hijo. La asimetría existe porque todo sistema social tiene aspectos asimétricos marcados por la jerarquía de las funciones y los distintos roles a cumplir.­

 

El padre se define por la palabra que transmite, el acompañamiento y que está ahí cuando hace falta, el silencio que ayuda, la escucha que permite pensar al hijo que habla, el juicio moral en suspenso en momentos de culpabilidad de los hijos con el consuelo (con-suelo: darle suelo, o sea firmeza a alguien) y siempre el ejemplo de la conducta como modelo ético. Pero el verdadero mensaje de los padres está en la propia vida de los padres. Al padre se lo presenta, y también se presenta en su función que, como tal, es un deber, un compromiso y una lealtad. Los hay aquellos que sufrieron a padres que no se presentaron a relevar su papel de orientadores, educadores y fundamentalmente `parteros' hacia la vida de sus hijos.

 

Juan Alberto Yaría

* Director general de Gradiva - Rehabilitación en adicciones