Sobre la
desnutrición infantil, sin eufemismos: “Tendremos un país lleno de débiles
mentales”
Por Agustina Sucri
La Prensa, 25.05.2025
Un país con niños
desnutridos, será un país de débiles mentales. Y no se trata de una expresión
peyorativa, sino de una realidad biológica. Es por ello que ocuparse de la
desnutrición infantil es una manera de velar por el futuro de la Argentina. Es
intentar torcer el rumbo del doloroso destino que supone haber nacido en un
hogar pobre, donde alimentarse bien y recibir cariño desde el nacimiento son
dos “lujos” que suelen estar ausentes. Así lo entendió el doctor Abel Albino,
médico pediatra mendocino, al fundar hace 32 años la Cooperadora de Nutrición
Infantil (CONIN) en el país, siguiendo el modelo de los Centros de Recuperación
de CONIN Chile, diseñado por el doctor Fernando Mönckeberg.
El trabajo de
Albino y los profesionales que lo acompañan en la Fundación CONIN desde hace
más de tres décadas ya ha permitido sacar de la desnutrición a 45.500 niños y
tratar en su Hospital especializado -ubicado en Mendoza- más de 3.000 casos de
desnutrición grave provenientes de distintas provincias del país. Sin embargo,
en los últimos dos meses ha comenzado a peligrar la continuidad de esta
organización, lo que empujó al médico mendocino a cerrar el miércoles último
las puertas del hospital y hacer un desesperado pedido de apoyo a través de las
redes sociales.
“La única
debilidad mental que se puede prevenir, revertir, y que es creada por el
hombre, es la del desnutrido”, advirtió Albino en una entrevista con La Prensa,
para luego añadir: “Genéticamente hablando, todos los seres humanos somos
iguales. Lo que difiere entre nosotros es la epigenética, el entorno en el que
nos tocó nacer. Si el ambiente es agradable, amoroso, eso hace que uno pueda
cablear el cerebro”.
En esa línea
Albino detalló que cada neurona, de las 100.000 a 140.000 millones de neuronas
que tenemos en tres milímetros de espesor de la corteza cerebral, emite hasta
15.000 ‘cables’. “El niño necesita el estímulo amoroso repetido, frecuente. Si
la criatura está en un ambiente con buena alimentación y buena estimulación
-50% alimentación, 50% estimulación, un trago de leche, un beso-, estimulo su
curiosidad, incremento su imaginación, lo engancho con la vida, ese cerebro
estará bien cableado”, ilustró el médico, quien como contrapartida describió:
“Si está mal alimentado y está mal estimulado, ese cerebro en lugar de 15.000
cables por célula, producirá 2.000, 3.000, 4.000 cables. Y entonces ese chico
aprende a sumar o a restar, pero nunca a multiplicar o dividir, nunca entenderá
el teorema de Pitágoras y jamás irá a la universidad. Y con él nos quedamos
todos”.
Un país se hace
con miles de niños leyendo, pero para leer y escribir “primero hay que tener
cerebros”, insistió. “Si tenemos cerebros y niños bien cableados y mandamos a
la escuela a los chicos hasta los 16 años, con secundaria completa, el
desarrollo del país es una consecuencia. No nos tenemos que preocupar”,
completó.
Según puso de
manifiesto el pediatra, la desnutrición es el resultado final del subdesarrollo
y es por ello que el modelo de prevención de la desnutrición que aplican en los
114 centros de CONIN incluye programas de educación nutricional, educación para
la salud, lactancia materna, jardín maternal, jardín infantil, estimulación
temprana, escuela de arte y oficio, programa de educación agraria,
lectoescritura para analfabetos, ropero familiar, club de padres, escuela para
padres, documentación y legalización de la familia, tratamiento del alcoholismo
e inmunizaciones. “También solicitamos a las autoridades agua corriente, agua
caliente, luz eléctrica, cloacas… Tenemos un programa de asistencia alimentaria
complementaria. Las familias que asisten regularmente a nuestros centros,
semanalmente se llevan un bolsón de comida”, enfatizó.
SITUACION CRITICA
El modelo de la
Fundación CONIN atiende las múltiples causas de la desnutrición, tomando como
pilares la educación, la asistencia y la investigación. “De nada sirve que yo
alimente a un chico, si lo devuelvo al ambiente hostil del que proviene… 15
días después estamos alimentándolo nuevamente. Si queremos quebrar la
desnutrición, dijimos hace muchos años, lo que debemos hacer es un abordaje
integral de la problemática social que le da origen al subdesarrollo. Educación
nutricional, educación para la salud, lactancia materna, jardín maternal,
jardín infantil, estimulación temprana… Todos esos programas que enunciaba
recién son los que aplicamos en las criaturas”, puntualizó el fundador de la
organización, cuya labor es financiada a partir de donaciones de privados y de
empresas, mientras que el Estado brinda su apoyo al contratar sus servicios.
“Aun así hemos
llegado a una situación en la que estamos bloqueados en cuanto a la posibilidad
de continuar nuestro trabajo normal de tantos años porque los sueldos de
nuestro personal han aumentado naturalmente más del 100% y los ingresos no.
También los insumos incrementaron sus precios. Por ejemplo, las leches
aumentaron de una manera sorprendente, casi el 200%. Pero no le puedo decir al
donante auménteme un 200%. Y el Estado no nos actualiza hace tres años, si bien
debería existir una actualización automática”, lamentó Albino, quien adelantó:
“Si no hay una respuesta rápida y concreta, no podemos seguir”.
“Estoy tan
agradecido a esta gente a quien no le puedo hoy pagar el sueldo desde hace dos
meses. La miro con tanto cariño. Fonoaudiólogas, psicopedagogas, pediatras,
estimuladoras… tengo gente de lujo trabajando conmigo. Cada uno de los que
están conmigo vale tanto como yo y todos juntos son más que yo. No podría haber
hecho nada sin este grupo humano espectacular”, confesó.
CAPITAL HUMANO
En la actualidad
no existe un número oficial, pero el pediatra comentó que las estimaciones
apuntan a que alrededor de 2 millones de niños sufren desnutrición en el país y
aclaró que ocuparse es una obligación, independientemente de las cifras: “Con
que haya uno, ya es suficiente. Si no, ese chico está muerto en vida”.
Albino enfatizó
que la principal riqueza de un país es su capital humano. “Si ese capital
humano está dañado, el país no tiene futuro. Eso tenemos que entenderlo e
incorporarlo. Todos somos necesarios, cada uno en lo suyo. No hay salidas
individuales. No puedo salvarme solo. La seguridad es indivisible. O es para
todos o no hay seguridad. La educación o es para todos o no hay una buena
educación. Todos tenemos que tener esas posibilidades. Los que hemos aprendido
a leer y a escribir en este país querido tenemos la obligación moral de hacer
que cada uno de nuestros niños pueda desplegar su potencial genético para tener
el día de mañana realmente igualdad de oportunidades”, argumentó.
Darle la espalda a
la desnutrición tiene consecuencias graves para nuestro país. “Tendremos un
país lleno de chicos débiles mentales, que no podrán servirse a sí mismos ni
tampoco podrán servir a los demás, que repetirán en la escuela, y que andarán
poblando las esquinas del país, sin hacer nada, condenados al desempleo, al
subempleo, a veces al delito y a veces a la droga”, evaluó el especialista.
¿QUE ES LA PAZ?
Albino habla con
la sabiduría que le dan 53 años de ejercicio de la pediatría. Una profesión que
ha llevado adelante desde CONIN como fruto de “una pasión”, según él mismo lo
reconoce. “Algo me lleva a que ayude, a que me comprometa, a que me meta en los
problemas, a que trate de solucionarlos, a que busque gente para que me ayude a
su vez para lograr estos objetivos. Quisiera que todos los chicos vayan a la
escuela y terminen haciendo la universidad. Me encantaría eso. Trabajo para
eso”, aseguró.
Fue al recibirse
de médico, tras rendir la materia de ‘Infecciosas’ con el profesor Juan
Francisco Villalonga en la Universidad de Tucumán, cuando este catedrático
infectólogo le aconsejó a Albino que continuara sus estudios en Pediatría y no
en infectología, como tenía pensado. “Abel, si te gustan las enfermedades
infecciosas, tenés que hacer pediatría, porque vas a tener un manejo natural de
la infectopatología”, recordó Albino que le dijo Villalonga.
“Porque la gran
mayoría de las enfermedades de niños son infecciosas: sarampión, rubeola,
paperas, otitis, bronquitis, sinusitis, neumonía, neumonitis,
gastroenterocolitis, meningitis… Tenía razón el profesor. Entonces me fui a
hacer pediatría. Me dieron una beca en la Universidad de Chile y partí raudo a
hacer pediatría allá”, relató.
En aquel país
vecino, Albino conoció al doctor Fernando Mönckeberg, un pediatra dedicado a
estudiar el problema de la desnutrición desde hacía años, quien había
encontrado la forma de solucionarla. “El creó un centro, llamado Instituto de
Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), que hoy se llama Instituto
Mönckeberg, donde estudiaron el problema y supieron que debían hacer una
organización que sea el brazo ejecutor de los lineamientos que dictara el INTA
y ese brazo ejecutor sería CONIN. Así que yo vi nacer a la fundación CONIN en
Chile”.
Sin embargo, no
fue hasta varios años después que Albino encontraría el verdadero propósito de
su profesión. Ocurrió luego de haberse doctorado en Medicina con un trabajo
sobre la histoplasmosis y durante un viaje a Europa adonde lo habían invitado
para ampliar sus conocimientos sobre biología molecular.
Albino recordó que
al conocer Europa en ese viaje y ver aquellos países tan pequeños y poderosos
en contraste con una Argentina tan gigantesca, pero empobrecida, lo preocupó y
lo angustió.
“Me sentía muy
mal. Le dije a mi esposa por teléfono ‘no estoy en paz’ y ella me dijo ‘Vamos a
rezar para que te pongas bien y que estés en paz’”, rememoró.
Las oraciones de
la esposa no tardaron en ser escuchadas. Según narró Albino, pocos días
después, encontró un diario tirado en la calle, que curiosamente decidió
levantar, aunque no era algo que solía hacer. “Al abrirlo, el diario se abre
solo en las páginas centrales, donde había un artículo grande titulado ‘¿Qué es
la paz?’. Me quedé con la boca abierta, no lo podía creer”, expresó.
“Ese artículo lo
había escrito la madre Teresa de Calcuta, que hoy es Santa Teresa de Calcuta
-prosiguió-. Y el texto hacía un resumen en un verso: ‘El fruto del silencio es
la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el
fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz’. Fui a la
dirección del hospital con el diario debajo del brazo y renuncié a mi estancia
en Europa. Dije: ‘Mire profesor, me doy cuenta de que estoy haciendo una
especialidad del futuro y en realidad yo soy hijo de un país que no tiene
solucionado su pasado. Yo sé que puedo subirme al tren del desarrollo y partir,
pero también sé que mucha gente se va a quedar y, en el fondo del corazón, yo
soy médico nomás y soy médico de niños. Si hay un chico que me necesite, lo
correcto es que me vuelva’”.
Así fue. Albino
regresó a la Argentina con la idea de que “tenía que servir, pero no sabía ni a
quién ni cómo”. Recién en un segundo viaje a Europa, durante su paso por el
Vaticano, encontró la respuesta. Fue en una homilía del 17 de mayo del 92 del
por entonces papa Juan Pablo II, en homenaje al hoy santo José María Escrivá:
“Ocúpense de los más pobres, de los más necesitados, sigan el ejemplo del (en
aquel momento beato) José María”, había dicho Juan Pablo II.
“Servir, decía la
madre Teresa; a los más pobres, decía el Papa, siguiendo el ejemplo de San José
María. Así redondeé la idea. ¿Quiénes son los pobres? ¿Cuándo digo pobres?
Cuando tenés chicos con problemas neurológicos. Me voy a dedicar a debilidad
mental”, pensó.
“Renuncié a Europa
por segunda vez, me vine acá. Organizamos un curso al que asistió Mönckerberg y
habló de la única debilidad mental que se puede prevenir, de la única debilidad
mental que se puede revertir, la única que es creada por el hombre, que es la
del desnutrido. Desde entonces trabajo en el tema. A pesar de todas las
dificultades y los inconvenientes, me hace muy feliz”, aseguró por último este
pediatra movido por su firme vocación, quien confía en que cientos de personas
más comprendan el valor fundamental de su trabajo y se sumen como miembros de
la asociación de amigos de CONIN.