por José Antonio
Riesco
Instituto de Teoría
del Estado
“La autoridad –un
compuesto de poder y moral-- es el
primer atributo del Estado; si le falta unidad, y con ello eficacia, pasa ser
uno más entre una pluralidad de centros segmentarios de poder. Con lo cual el
Estado pierde sus capacidades para organizar y promover el crecimiento de la
sociedad, Por allí se marcha hacia la anomia y pronto a la anarquía”. (B. P.)
- - - - - -
La suma de ciertos
elementos que están en el escenario nacional abre un horizonte de buenas y
malas aspiraciones. El dato negativo está en la
inflación que, salvo para los especuladores, a todos les confisca sus
derechos e intereses, y ello en un tiempo donde es evidente el aislamiento
internacional del país. Un problema que no se resuelve de la mano con Maduro y
Fidel, o visitando al Papa para impetrar algunas indulgencias.
Mientras no llegan
inversiones reproductivas, nuestros gobernantes se consuelan ratificando el
clientelismo (o fraude pre-electoral) hacia adentro, mientras insisten, sin
esperanzas, convertir a la devolución de Las Malvinas en una suerte de “ave fénix” del futuro argentino. Es un modo
–huérfano de autentica estrategia nacional-- de tirar la pelota fuera de la
cancha.
No todo es pesimismo,
hay quienes creen que la renovación del elenco gubernativo a fines de 2015, si
se produce, “constituirá una oportunidad histórica para sentar las bases de un
crecimiento económico sostenido que debería venir de la mano de mayor equidad
distributiva y justicia social”. Lo dicen Ezequiel Avila y Lucas Pussetto, en
su nota “Los hábitos de un gobierno altamente efectivo” (La Voz , 12.VI.2014). Se trata de
dos expertos con actuación docente en la Universidad Siglo
XXI, y que incorporan citas de Stephen Covey y de Jeffrey Sachs, calificados
pensadores del presente.
A juicio de nuestros
autores –sin dudas mirando al futuro argentino no lejano-- un gobierno será
exitoso si, en lo fundamental, es efectivo; y ello pasa, ante todo “por los
resultados que obtiene en materia económica y en las consecuencias que esto
tiene en el plano social”. Para lo cual establecen cuatro condiciones: “1)
crecimiento económico sostenido; 2) estabilidad económica; 3) distribución
equitativa de la riqueza generada a través del crecimiento y la estabilidad; 4)
un importante grado de autonomía política respecto de otros gobiernos y/o
empresas transnacionales.”
No dudamos en
suscribir las tres primeras condiciones; sobre todo eso de que una
“distribución equitativa de la riqueza” no salga de la dádiva sino de los valores producidos, sean materiales o
culturales. O sea, decimos, distribuir riqueza verdadera, y no mediante la suba
descontrolada del gasto público, de imponer impuestos exagerados o de fijar
salarios en función del clientelismo político. Por que así fue que llegamos a
2014 sumergidos en la inflación, dejando en la miseria a 12 millones de
personas y encima al grueso del sindicalismo en la vereda del frente.
También –en el
artículo de Avila y Pussetto-- vemos
como positivo reivindicar los valores democráticos, la acción gubernativa a
largo plazo, la contratación de profesionales bien preparados y generar sistemas de capacitación “hacia adentro” del
sector público. Por que son pautas sustantivas, que hacen a la correcta acción
del Estado que, agregan, debe se “dinámica”, o sea “reinventarse en función de
las necesidades y de las demandas específicas del momento”.
Hay, a todo esto, dos
puntos que no nos convencen. Uno es el Nº 4 de los iniciales. ¿Qué quiere decir
eso de “un importante grado de autonomía política respecto de otros
gobiernos..?” – Primero, la “autonomía política” es siempre un producto del
esfuerzo que, dentro de las propias fronteras, hacen a un pueblo fuerte,
socialmente disciplinado, concentrado en el estudio, el trabajo y la
producción, dispuesto a que lo gobiernen los estadistas y no lo ineptos y corruptos.
Logremos eso y seremos respetados por el mundo entero. Los hijos bastardos de
“los de afuera” son precisamente los países donde impera la “ley del vivo” y
así nos va.
El otro, consiste en
una especie de miedo a “las empresas transnacionales”, y que son esas que
llenan el escenario mundial, las que con sus negocios, recursos financieros y
tecnologías cruzan las fronteras de los cinco continentes. No podemos eludir la realidad del siglo XXI, los
grandes buques no dejan de cruzar el mar por que hay tormentas, grandes
oleajes, enormes bloques de hielo, tiburones y hasta piratas. ¿Vamos a ser
nosotros la monjita virgen que no sale a la calle por que hay tipos que le
dicen piropos subidos y por ahí violadores..?.
Tampoco nos parece
alentador, mirando hacia los comicios de 2015, eso de que “los presidenciables
no darán un giro brusco al rumbo de la política económica”…lo que “sería un
primer paso razonable hacia la estabilidad y la previsibilidad”. Después de
una década de régimen kirchnerista es
lícito preguntarse : A qué política económica se refieren Avila y Pussetto…?
Los sucesivos ministros del ramo expresaron criterios y medidas que no formaron
parte de una línea hacia alguna parte.
Cuál sería..? La de
Lavagna, la de Guillermo Moreno, la de Amado Boudou, la de Lorensino, y ahora la de Axel Kicillof..?
Dicho con respeto, sería bueno que nuestros autores especificaran un poco las
cosas. Por que si algo quedó en claro en estos años fue, precisamente, la ausencia
de una política económica que aportara “estabilidad y previsibilidad”. Y sería
terrible que el 10 de diciembre de 2015 el nuevo Presidente de la Nación le dijera al país : Aquí no pasa nada y todo
sigue igual..!!
Casi al final del
trabajo Avila y Pussetto, reclaman “el aumento de la eficacia del Estado”. Esto
sí que es sensato, máxime teniendo presente los tres primeros puntos de su pro
puesta. “-Se trata de políticas
--sostienen-- que se consiguen
sólo si se cuenta con un Estado con la capacidad necesaria para llevarlas a la
práctica con efectividad”. Es que, en tren de sinceros, esta “monarquía” que
tenemos es todo contrario de un Estado eficaz; con un gobierno sin ministros
respetables, apenas mandaderos, y con una divi sión de los poderes sacudida por
los climas imperantes de improvisación y corruptelas.
El Estado
argentino --su manejo-- nunca será eficaz si no recupera su
autoridad, esa cualidad donde deben marchar juntos el poder (o capacidad de
decisión) con lo moral en sentido amplio, o sea aptitud y decencia.-
------
(Especial para
Hora25Prensa)