Por
Luis María Caballero*
Hace ya mucho tiempo
que la Argentina
ha olvidado la vocación de protagonismo global que se le auguraba a comienzos
del siglo 20, pero los nuevos requerimientos del mundo en materia alimentaria,
educativa y científica abren un nuevo panorama a la esperanza.
Parece que el
conformismo y la resignación se han hecho carne entre todos nosotros, y
nuestros políticos se regodean (pese a todas sus declamaciones en contrario y
los anuncios grandilocuentes) en esta medianía general que nos mantiene todavía
lejos del “fondo de la tabla”, pero que no nos acerca a los primeros puestos en
ningún ranking de los que verdaderamente importan (salud, educación, seguridad,
etcétera).
Aunque no deja de ser
un dato a tener en cuenta, hay que ser claros en esto: nuestra oportunista
cercanía a bloques como el Brics (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica) y la repentina atención que nos han prestado recientemente países
como Rusia o China no van a ser nuestra salvación, pues a nivel global se
espera de nuestro país otro tipo de señales. La indiferencia con que el mundo
recibe el posible default de la
Argentina , que ocurrirá en los próximos días si no hay
acuerdo definitivo con los holdouts, es una muestra cabal de esta realidad.
Hay que desterrar de
una vez y para siempre la visión paranoica que nos pretende hacer creer que el
mundo está en nuestra contra. Por el contrario, el mundo desarrollado está más
que interesado en que volvamos a ser parte del concierto de las naciones
“normales”.
En todos los foros
políticos y económicos globales se ha mencionado a la Argentina como una de
las aciones con mayor potencial a la hora de invertir, si se cambian algunas
variables. Sin embargo, y aunque parezca una frase ya trillada, llegó la hora
de convertir todo eso en acciones de fondo y en concretas realidades. No se
puede afirmar frente a los inversores que “mejoramos cualquier oferta” y
después, una vez conseguida su venia, impedir la instalación de un
emprendimiento cambiando las reglas de manera retroactiva.
La seguridad jurídica
es un presupuesto básico para un país que quiere salir adelante. Tenemos que
asumir la responsabilidad de insertar a nuestra querida Argentina en el ámbito
global, y para eso hace falta perder el miedo a abrirnos hacia fuera en materia
económica, en materia educativa y en el ámbito científico.
Nuestras universidades
deben atreverse a intercambiar conocimientos con centros de estudio de todo el
mundo y nuestra normativa deberíapermitir la acción de universidades
extranjeras que quierenabrir aquí sedes e institutos vinculados con todas laa
ramas de la ciencia.
Nuestros lempresarios
y el sector público también tienen una responsabilidad clave en esta materia:
hay que establecer más fondos de becas que apunten a fomentar investigaciones y
desarrollos para la ciencia, para las artes y para la industria.
Los subsidios a
ldiestra y siniestra no contribuyen a ello. Por el contrario, desalientan al
que de verdad se esfuerza y al que tiene grandes talentos. Un sistema que
premie al mérito es clave en esta tarea.
Nunca antes, y aunque
se lo haya dicho muchas veces vale la pena repetirlo, se nos ha presentado una
oportunidad como la actual. El mundo se está reponiendo de una de las crisis
globales más profundas desde el crac de 1929 y en ese despertar requiere cada
vez más alimentos y de mayor calidad, más avances científicos en salud y más
ideas novedosas en educación. La
Argentina tiene ventajas comparativas tremendas respecto de
los países de nuestra región y aún respecto de muchos otros del mundo
desarrollado.
Quizás (estoy
convencido de ello) ha llegado el momento de convertir nuestros talentos
naturales (la adaptabilidad a los cambios y a la adversidad, el ingenio innato
de nuestro pueblo, la feracidad de nuestra tierra y tantos otros) en verdaderas
virtudes que contribuyan a gestar un mejor futuro para los argentinos y para el
resto del mundo.
Ess el momento de
pensar, antes de que sea tarde, qué queremos ser como país en 25 años.
*Abogado. Miembro de
Civilitas-Esperanza Federal
Docente de la Universidad Siglo
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