Cosme Beccar Varela
"El Papa pidió
perdón por abusos del clero". Ese es el título de la noticia que eligió
"La Nación "
para su primera página de hoy, 8 de Julio del 2014. El artículo, escrito por
Elisabetta Piqué, una entusiasta enemiga de la Iglesia que seguramente
por ese motivo es la corresponsal en el Vaticano del mencionado diario, es,
como todos los de ella, un modelo de perfidia.
El Papa le dijo a
seis víctimas de esos crímenes: "Ante Dios y su pueblo expreso mi dolor
por los pecados y crímenes graves de abuso sexual cometidos por el clero contra
ustedes y humildemente pido perdón".
"Francisco, que
ya había hecho un *mea culpa* por ese pecado en abril -dice la Srta. Piqué-, no
sólo volvió a reiterar su *profundo dolor* y a implorar que la Iglesia llore estos *actos
execrables* sino que fue más allá. Denunció una *complicidad que no tiene
explicación* de parte de la misma jerarquía eclesiástica y se convirtió en el
primer papa que también pidió perdón *por los pecados de omisión por parte de
líderes de la Iglesia
que no han respondido adecuadamente a las denuncias de abuso presentadas por
familiares y por aquellos que fueron víctimas del abuso*"
"Francisco dejó
en claro que seguirá con la política de *tolerancia cero* impulsada por su
predecesor Benedicto XVI". Y anuncia que está creando una comisión para la
protección de menores para asegurarse las mejores políticas y
procedimientos..." ¿Una “comisión”? ¿El sacerdocio católico y su sagrada
vocación no bastan?
Hace ya varios años
que la prensa, que no admite la censura contra sus propias obscenidades y
contra su propaganda de toda clase de filosofías inmorales, se está solazando
con estas acusaciones contra la
Iglesia , confirmadas por los reiterados pedidos de perdón de
los últimos Papas.
* * *
Como católico, y
haciendo uso del derecho que me concede el canon 212 del Derecho Canónico
actual me siento obligado a expresar en este artículo una opinión sobre el
escabroso asunto. Ese canon dice que "los fieles...#3 Tienen el derecho, y
a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y
prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que
pertenece al bien de la
Iglesia y de manifestarla a los demás fieles, salvando
siempre la integridad de la fe y de las costumbres y la reverencia a los
Pastores, habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las
personas".
* * *
1) En la mayor parte
de las manifestaciones sobre este detestable asunto, tanto el clero como la
prensa y demás opinadores -no en este caso en particular- usan la palabra
"pedofilia" para designar este crimen contra la inocencia y la pureza
de los niños. Ahora bien, esa palabra no existe en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (vigésimo primera
edición, 1992). Tal vez la hayan agregado ahora para cohonestar este neologismo
cuya etimología, del griego, significa "amor a los niños".
¿¡"Amor a los niños"!? Solamente un canalla de alto voltaje puede
designar la monstruosidad del crimen de pederastia como "amor a los
niños".
¿Por qué lo hacen?
Porque la palabra "pederastia", que es la apropiada, según el mismo
Diccionario de la Real
Academia quiere decir: "Abuso deshonesto cometido contra
los niños" Y en segunda acepción: "Concúbito entre personas del mismo
sexo, o contra el orden natural, sodomía".
Mediante este truco
lingüistico, los miserables que atacan o consienten que se ataque a la Iglesia por esta causa,
evitan dejar en evidencia el hecho fundamental relacionado con el asunto, que
paso a describir.
2) El hecho
fundamental relacionado con el asunto es que la inmensa mayoría de los
monstruos que abusan de los niños son homosexuales que prefieren niños a las
niñas y de estos, la inmensísima mayoría son maricones que no son clérigos.
Véase la noticia que
publica hoy "Clarín" titulada "Un escándalo por abusos sexuales
sacude al Parlamento británico". Entre los mal llamados
"pedófilos" hay hasta diputados conservadores, laboristas, liberales
y periodistas famosos. En todos los casos se ocultaron las aberraciones de
estos crápulas y no existe una campaña contra el Parlamento, ni contra el
periodismo inglés como la que han montado contra la Iglesia (edic. 8/7/2014, pag. 19).
Los que abusan de
niñas son degenerados que pertenecen a todas las profesiones y especies.
Malditos corruptores de menores que en un porcentaje exponencialmente mayor son
individuos de cualquier profesión, hay hasta empresas de turismo pederasta, y
no hay razón ni prueba alguna de que "el clero" sea el máximo
responsable de esta degeneración.
3) Pedir perdón por
"el clero", mencionado así, in genere, sin concretar acusación alguna
sino en un ínfimo número de casos, como el del Nuncio que fue reducido al
estado laical por ser un obsceno corruptor de menores (a los Nuncios los nombra
el Papa) y el del fundador de los Legionarios, no hay otros casos conocidos. Sin embargo, pedir perdón por los
"abusos sexuales del clero" deja flotando en el aire una sospecha
contra TODO el clero, lo cual es una injusticia atroz. No es que yo sea un
entusiasta del clero, actualmente casi todo progresista y por lo tanto, hereje,
sino que el clero es de institución divina y no es admisible que se lo
descalifique en masa o potencialmente en masa.
4) Peor aún, pedir
perdón por la Iglesia ,
eso ya es inaceptable. La
Iglesia es Santa, Inmaculada y es el Cuerpo Místico de Nuestro
Señor Jesucristo. Nunca de los nuncas
puede caber respecto a Ella ni una sombra de sospecha.
Pero la forma en que
últimamente se pide "perdón" en nombre de Ella es confusa y
difamante. Sólo quien no aprecie este dogma fundamental puede dejar en duda esa
santidad mediante expresiones que son usadas sistemáticamente por la prensa
para denigrarla, comprometer la fe de
los católicos e impedir la conversión de los que no lo son.
* * *
Esta es mi opinión,
con todo el respeto que les debo a los Pastores sagrados. Es más, si alguno de
ellos es responsable de alguna de esas aberraciones y de estos juegos de
palabras para proteger al homosexualismo, en vez de pedir perdón, debería ser
destituido, castigado y excluido para siempre de las filas del clero, a la
espera del Juicio de Dios, que, si no hacen la penitencia y la reparación
debidas, ya se pueden imaginar cual será.
Cosme Beccar Varela