Diana Cohen Agrest
Clarín, 1-3-16
El dictamen del Fiscal de Cámara Ricardo Sáenz sobre la muerte del ex fiscal Alberto Nisman tuvo la valentía de poner un mínimo de sentido común en una causa que corría el riesgo de ser borrada por la impunidad. El Dr. Sáenz blanqueó una serie de evidencias que circularon no sólo entre la ciudadanía sino en los medios oficiales y periodísticos internacionales: el asesinato del Fiscal General de la Nación Dr. Alberto Nisman. Si la muerte del fiscal se hubiese seguido de una conducta digna por parte de quienes dirigían la Nación en aquel entonces, la sociedad civil habría sentido la empatía de quienes debieron protegerlo.
La consternación ante lo acontecido, una presentación en cadena nacional del acontecimiento, las banderas a media asta, el duelo nacional y el pésame a la familia, son apenas algunos de los tantos ritos que las sociedades civilizadas han solido construir para expresar lo inexpresable y nada de eso sucedió.
La madre de las hijas del Fiscal asesinado, la jueza Arroyo Salgado, hoy representa la infrecuente intersección donde se anuda quien ha formado parte del poder judicial y quien representa los intereses de las hijas del fiscal fallecido. Extrañamente, es juez y parte. Porque es la voz de quien ya no tiene voz. Y ella pudo vivir en carne propia el desamparo en el que se encuentra la víctima en un sistema judicial que la revictimiza y abusa de un poder concedido por la propia ciudadanía abusada. Sistema perverso si lo hay, pues la enorme mayoría de los operadores jurídicos desconoce el dolor de quien debe peregrinar, con el dolor de la pérdida a cuestas, de juzgado en juzgado mendigando justicia.
Si una jueza de la jerarquía de Arroyo Salgado tuvo que vivir esa desidia abusiva, qué queda de las madres de las villas que, por su condición misma, son relegadas en el sistema que no la protegió y no la vuelve a proteger. De allí que hoy exige públicamente garantizarle a la víctima por lo menos el mismo lugar que se le garantiza al imputado en el proceso. La defenestración del Fiscal Nisman es paradigmática en cuanto a los vicios y falencias de nuestro derruido sistema de investigación penal, Exijamos, entonces, Verdad y Justicia el 18 de marzo en que se desarrollará una Audiencia Pública en la Sala de Apelaciones. La ciudadanía debe saber de qué se trata.
Diana Cohen Agrest es doctora en Filosofía y ensayista. Miembro de Usina de Justicia