por Jorge Enrique Yunes
Informador Público, 31-3-17
Cada vez que a través de los medios de comunicación me
impongo de un nuevo acto criminal en perjuicio de algún ciudadano,
inmediatamente me acuerdo del Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni y su caprichosa Teoría
Finalista-Garantista del delito, en contraposición a la Teoría Causalista o
tradicional.
El delito, conforme a la Teoría Causalista, es
definido como una conducta típica, antijurídica, culpable y punible. Conforme a
ello, todo el sistema penal se pone en funcionamiento para investigar,
perseguir y condenar al autor del delito, sujeto activo, en función de un tipo
penal descripto en la ley de fondo, el Código Penal de la Nación. Esa es
precisamente la esencia y fundamentación de la ley penal, no otra.
Hasta allí todo estaba perfectamente claro. La
sociedad organizada estaba protegida, al menos desde el punto de vista
normativo. Pero cuando irrumpe en la doctrina la capciosa Teoría
Finalista-Garantista del Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni, ya nada fue igual en este
bendito país. Ahora, el sujeto activo de un delito, el delincuente, resultaba
ser víctima de la sociedad organizada, y en función de ello la victimaria, la
sociedad, debía por todos los medios posibles reinsertar al delincuente en la
comunidad organizada, aún a costa de la propia víctima.
Este verdadero giro copernicano acerca de la Teoría
del Delito, en donde se atiende al elemento subjetivo que navega en la mente
del delincuente al momento de cometer el delito, para así condenarlo o
absolverlo, impregnó como un cáncer varias generaciones de juristas que se
vieron seducidos por su construcción intelectual, a todas luces nefasta.
Si a ello le agregamos que existen leyes nacionales
garantistas, como la Ley Nº 24.660 de Ejecución de la Pena Privativa de
Libertad, que en vez de apuntalar la ley sustantiva desvirtúan la esencia misma
del sistema penal antes reseñado, y considerando la facultad federal de las
Provincias de dictar sus propios Códigos en materia Procesal Penal, como el
caso de la Provincia de Santa Fe que es de neto corte garantista, el resultado
que se obtiene es un cóctel explosivo que no se ve reflejado precisamente en
los claustros académicos, sino en el día a día en la vía pública, y más aún
dentro de nuestros propios hogares, ahora objeto también de las nuevas
modalidades de ilícitos que se reinventan constantemente.
En mis años de juventud como estudiante de Abogacía,
aprendimos en la Universidad Católica de Derecho, que muchas veces el Proceso
se transforma en la tumba del Derecho. Particularmente creo que en esta
Provincia Garantista, no ya “Invencible”, de Santa Fe, tal premisa se viene
cumpliendo a rajatablas, en triste perjuicio de la ciudadanía que no se cansa
de reclamar por su seguridad. Es una verdadera lástima que Rudolph Giuliani no
sea argentino y no nos gobierne, pero esto tiene solución si nuestros
mandatarios se ponen definitivamente los pantalones y aplican como Política de
Estado la Tolerancia Cero, ya es hora de que así sea.
“La sociedad es la última defensa de la especie.
Cuando el individuo sea respetado incondicionalmente, la especie se mantendrá
por sí misma, y la sociedad carecerá de motivo para subsistir”. PITERBARG.
* Abogado; Dr. en Ciencias Jurídicas y Sociales;
Analista Político; Investigador; www.puentepolitico.blogspot.com.ar; e-mail:
doctorjorgeyunesfarrud@gmail.com; Rosario, Provincia de Santa Fe, República
Argentina.