sábado, 23 de septiembre de 2017

ESTUDIANTES FORMADOS EN LA ANOMIA


Horacio Giusto
Fundación Libre


Los colegios “tomados” por estudiantes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires han sido un tema trascendental en la agenda nacional debido a su impacto institucional. En este punto es preciso abordar cuestiones que van más allá de la reforma educativa que sirvió de excusa para realizar dichas tomas.

Si uno analiza la capacidad discursiva que tienen los alumnos que hacen de voceros en cada movilización y protesta, rápidamente se le viene a la mente la idea de un futuro dirigente político. Se está en presencia de adolescentes con una gran cantidad de recursos en oratoria y amplias posibilidades de poner en la agenda pública la noción de que sus reclamos son legítimos. Si a su vez se observa los resultados de las pruebas PISA, termina de despejar toda duda de que efectivamente entre esos voceros está la futura dirigencia argentina.

En una Nación pobre pero con amplias perspectivas a futuro, un mercado laboral competitivo es la clave para emerger económicamente y dejar de ser una economía que sólo aspira a estar en “vías de desarrollo”. Ante esta situación es que la reforma educativa atiende, entre tantos puntos, dar la posibilidad de que cada adolescente egrese con una mínima experiencia laboral, lo que otorga mayores recursos para enfrentar los desafíos económicos del mañana. Sin embargo, estudiantes que no poseen los más mínimos conocimientos para compararse con sus pares de otras potencias extranjeras, deciden arbitrariamente tomar complejos educativos y suspender el dictado normal de clases.

Resulta atroz que personas que aún no poseen un discernimiento pleno según la ley civil sean capaces de querer discutir actos estatales que bajo ninguna forma están afectando sus derechos. Cada estudiante al ingresar al sistema educativo se somete a la directriz institucional que se traduce en un plan de estudio, el que puede consistir desde dar materias de distintas índoles, hasta pasantías laborales. Pero si se permite que cada uno elija libremente qué contenido curricular ha de prevalecer para sí mismo, automáticamente se está entrando en un sistema de anarquía que impide el normal desarrollo con pautas comunes de conocimiento y conducta para los ciudadanos.

La única forma de entender este proceso de tomas de colegios, sin aludir a la obvia complicidad de partidos políticos opositores, es comprender que Argentina forma a sus habitantes bajo el paradigma de la “anomia”. La falta de regulación social, donde cada uno siente que tiene derecho a hacer lo que desee, aun invadiendo la libertad de un tercero, lleva a que haya alumnos que si no les gusta un plan educativos tomen un colegio, habitantes que si están en contra de una sentencia tomen un juzgado, vecinos que si están en contra de una administración tomen por la fuerza una ruta o empleados que si no quieren acatar las directrices del que les paga el sueldo decidan tomar una fábrica.

Por ello, la mejor forma de educar es seguir adelante con la reforma, toda vez que está direccionada a brindar herramientas que en un futuro cercano amplíen las posibilidades laborales de los jóvenes en un mercado cambiante, y que cada alumno aprenda a respetar los debidos procesos y canales institucionales, de lo contrario es seguir reproduciendo la anomia.