Al confundir la intención del patriota de utilizar la planta de cannabis para aplicaciones industriales, con la obvia pretensión de legalizar la marihuana medicinal, primero, y luego la recreativa. Más información en:
http://www.mario-meneghini.blogspot.com/2021/06/jugar-con-fuego.html
Punto por punto,
qué dice la ley con la que el Gobierno busca impulsar la industria y producción
de cannabis
Fernando Soriano
Infobae, 4 de
Junio de 2021
Lo pensó Manuel
Belgrano cuando volvió al Virreinato del Río de la Plata después de educarse
durante años en España. Y esa idea la volcó en un documento escrito en 1797, un
memorándum que resaltaba los provechos que podría traerle el cultivo de cáñamo
al suelo de lo que luego sería la Patria. Lo intentaron, antes que él, varios
de los conquistadores ibéricos. Y luego, en el siglo XX, retomó la idea un
empresario belga radicado en el pueblo bonaerense de Jáuregui, hasta que la
dictadura arrasó con sus cultivos en 1977. Finalmente, mucho tiempo después, y
justo en el día del cumpleaños del prócer de la Bandera, el Gobierno nacional
presentó ayer miércoles un anteproyecto de ley que busca impulsar la incipiente
industria del cannabis y posicionar al país entre las potencias productoras de
los derivados de esta planta milenaria y controvertida.
El documento, de
ocho páginas, ya circula entre legisladores y funcionarios y está pronto a
meterse en las oficinas de los despachos de las cámaras de Diputados y
Senadores del Congreso, que una vez ingresado en Mesa de Entradas tendrá 180
días para su tratamiento.
La intención del
Poder Ejecutivo es que esta legislación se debata y se apruebe este año y que
la rueda productiva comience a girar. La fila de inversores privados,
emprendedores, organizaciones civiles, comerciantes, investigadores, intermediarios
y, por supuesto, consumidores, es larga.
En Casa Rosada
miran lo que pasó en otros países y proyectan un futuro venturoso para el país.
Según cálculos “conservadores” del equipo de trabajo de Kulfas, estiman que
para 2025 se podrían haber generado en Argentina 10.000 nuevos empleos (con un
20% estimado de trabajadores calificados en investigación, desarrollo e
innovación), US$ 500 millones en ventas al mercado interno anuales y US$ 50
millones de exportación por año.
“La presente ley
tiene como objeto establecer el marco regulatorio de la cadena de producción y
comercialización nacional y/o con fines de exportación de la planta de
cannabis, sus semillas y sus productos derivados afectados al uso medicinal,
incluyendo la investigación científica, y al uso industrial; promoviendo así
el desarrollo nacional de la cadena productiva sectorial regulada”, son las
primeras líneas de un proyecto que el ministerio de Desarrollo Productivo, a
cargo de Matías Kulfas, comenzó a pensar apenas asumió en 2019 y elaboró
durante todo 2020 dentro del Consejo para el Cambio Estructural, un área de esa
cartera que planifica políticas productivas. Incluyó el aporte de científicos
del Conicet, organizaciones cannábicas, empresarios interesados en invertir en
el sector y legisladoras de ambas cámaras.
El corazón del
anteproyecto, al que tuvo acceso Infobae, es la creación de la Agencia
Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME),
que tendrá autarquía técnica, funcional, financiera y jurisdicción en todo
el territorio nacional. Será el organismo competente para reglamentar,
controlar y emitir las autorizaciones administrativas con respecto al uso de
semillas de la planta, del cannabis y de sus productos derivados.
Durante la presentación
que hizo el Gobierno en el Museo del Bicentenario con los y las titulares de
los ministerios de Salud, Desarrollo Productivo, Ciencia y Tecnología y
Agricultura, Ganadería y Pesca, junto con las autoridades del Consejo Económico
y Social, el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, apoyó expresamente
la iniciativa pero pidió que la Agencia tenga representación y autonomía en las
provincias, lo que seguramente será un aspecto de debate en la discusión
legislativa. “Para que no se tomen decisiones desde una oficina en Buenos
Aires”, ironizó el dirigente puntano.
La Agencia tendrá
como función regular y reglamentar la importación, exportación, cultivo,
producción industrial, fabricación, comercialización y adquisición de
semillas, plantas, materia verde y el resto de derivados. En relación con las
semillas, la ARICCAME trabajará en conjunto con el Instituto Nacional de
Semillas (INASE), que emitirá resoluciones especiales para el registro de
genéticas de producción local. Hasta ahora, la única forma de conseguir
semillas era por importación, lo que dificultaba mucho la investigación y el
desarrollo también por entorpecimiento de la ley de drogas, que considera a la
semilla, increíblemente, un estupefaciente.
El gobierno de
Alberto Fernández aspira a que Argentina se convierta en un líder regional en
el negocio del cannabis industrial, confiado en las capacidades agropecuarias y
científico-tecnológicas del país. Con el cannabis y sus semillas se elaboran
infinidad de productos desde hace cientos de años. Se espera que con esta
regulación el mercado local reciba la llegada de ropas, calzados, cosméticos,
materiales de construcción, alimentos fabricados a base de esta planta. Pero
también que se desarrolle la exportación de estos mismos elementos y tecnología
aplicada a esta nueva matriz productiva. Según detalla el anteproyecto de ley,
la Agencia reglamentará y controlará el almacenamiento, fraccionamiento,
transporte, distribución y trazabilidad.
El artículo 5
establece que la ARICCAME será conducida por un Directorio de hasta cinco
integrantes con rango de Secretario de Estado. El hombre o mujer que tenga la
tarea de encabezar la Agencia será propuesto o propuesta por los ministerios ya
mencionados sumada la cartera de Seguridad. Este nuevo organismo tendrá su
propia partida asignada en el Presupuesto Nacional y además sus recursos
provendrán del cobro de tasas y fiscalización de los productores,
desarrolladores y resto de actores de la nueva industria.
Además la Agencia
ejercerá el control y seguimiento de las licencias y autorizaciones y las
normas de buenas prácticas de plantación y cultivo, con sujeción a estándares
y certificaciones de calidad. En el otorgamiento de las autorizaciones,
contemplará “muy especialmente” las solicitudes orientadas a contribuir al
desarrollo de las economías regionales y promover la actividad de cooperativas
y de pequeñas y medianas empresas productoras agrícolas “atendiendo,
asimismo, la inclusión de la perspectiva de género y diversidad en su otorgamiento”.
“Nuestro país
tiene claras ventajas comparativas para el desarrollo del cannabis medicinal e
industrial. Producto de su condición agroindustrial, Argentina cuenta con
importantes capacidades científicas y tecnológicas en materia agrícola
(incluyendo el desarrollo genético de semillas, un eslabón clave en la cadena
del cannabis). Asimismo, cuenta con propicias condiciones climáticas y de
suelo, y posee una extensa red de laboratorios nacionales (públicos y
privados) y transnacionales que se han mostrado interesados en investigar las
propiedades y aplicaciones del cannabis”, dice el anteproyecto en su
presentación al Congreso.
En el país ya
marchan proyectos legislativos e iniciativas en 22 provincias y 80 municipios.
El caso más conocido -porque fue el primero en arrancar- es el de Cannava, la
empresa estatal jujeña creada por el gobernador de esa provincia, Gerardo
Morales, y comandada por su hijo Gastón. También existen otros emprendimientos
100% públicos, como los que llevan adelante las provincias de Misiones y San
Juan; empresas mixtas, como la del gobierno de La Rioja o la Municipalidad de
San Pedro (provincia de Buenos Aires), iniciativas como las de la agrupación
cannábica Ciencia Sativa en conjunto con el INTA Río Negro; o totalmente
privadas, como las de la Droguería ABP o Pampa Hemp.
La premisa de
insertar pequeños productores y las cooperativas en la industria del cannabis
es clara en el anteproyecto de ley: permite para este grupo que haya trámites
especiales en las autorizaciones, tasas sociales para el acceso, apoyos técnicos,
entre otras formas de acompañamiento.
La reglamentación
de la legislación prevé un programa especial de adecuación a los
emprendimientos de las organizaciones cannábicas sin fines de lucro que en
estos años desarrollaron conocimientos y experiencias en los usos terapéuticos
de la planta.
En la presentación
del miércoles en el Museo del Bicentenario se dejó claro que esta nueva ley
será un complemento para la 27350 que regula el uso medicinal, pero que no se
metía con la producción de aceites, cremas, comprimidos, aerosoles o tinturas
que tienen aplicación terapéutica.
“Un marco
normativo que regule la producción, industrialización y comercialización de
productos derivados del cannabis con fines terapéuticos contribuirá a
desbaratar el mercado informal de aceites y otras preparaciones herbarias
irregulares que existe en la actualidad”, sostiene el Poder Ejecutivo en el
mensaje que antecede el articulado del anteproyecto.
La idea presentada
por el Gobierno busca fomentar la producción en las provincias y que la
industria cannábica reemplace rubros estancados, como el tabacalero: “Por su
alta adaptabilidad ambiental, el cáñamo puede ser la solución para la
reconversión de sectores productivos hacia actividades más amigables con el
medio ambiente y más rentables económicamente, y una oportunidad de
crecimiento para zonas aún no desarrolladas en materia agroindustrial”.
El Poder Ejecutivo
apunta a que el desarrollo del sector genere en inversiones, genere puestos de
trabajo calificados en todas las regiones del país; en la generación de
divisas genuinas vía exportaciones; y en la mejora al acceso a la salud de la
población.
En 1797 Belgrano
ya veía en la producción de cannabis una perspectiva de género y una salida
laboral para los sectores más postergados. “Un recurso para que trabajen tantos
infelices, y principalmente del sexo femenino, sexo, en este país, desgraciado,
expuesto a la miseria y desnudez, a los horrores del hambre y estragos de las
enfermedades (…) expuestos a la prostitución (…) a tener que andar mendigando
de puerta en puerta un pedazo de pan”.
“Son increíbles
los beneficios que proporciona a un país un nuevo cultivo provechoso. Esta rama
de comercio vendrá a ser algún día una de las más interesantes del país”. No lo
dijo Matías Kulfas, el ministro de Desarrollo Productivo, ni lo dijo el
Presidente Alberto Fernández. Lo dijo Manuel Belgrano, hace 224 años.