Escrito por
Consejo Editorial
ACDE, 19-6-21
“Idear, trazar o
proponer el plan y los medios para la ejecución de algo.” Así define nuestro
diccionario la palabra proyectar. ¿Cuál es el proyecto que tiene la sociedad
argentina? ¿Podemos afirmar con autoridad que tenemos un proyecto? ¿Puede
progresar una sociedad sin un proyecto? ¿Puede hacerlo una empresa? ¿Puede
hacerlo una persona?
En las próximas
líneas intentamos reflexionar sobre este crucial interrogante sin la pretensión
de lograr una acabada respuesta, sino disparando algunos lineamientos con la
esperanza de alentar una sana discusión que consideramos imprescindible.
En primer término,
una perspectiva histórica nos puede servir como referencia ya que el derrotero
de nuestra nación no ha sido precisamente lineal y sin escollos ni crisis
disruptivas.
Unidad nacional y
prosperidad económica
Tras obtener la
independencia de la corona española, siguió un largo lapso de cinco décadas que
algunos autores como Juan Alvarez (1) calificaron como las guerras civiles
argentinas, hasta alcanzar la unidad nacional y plasmar un proyecto común en la
Constitución de 1853-1860.
“En aquella época
se trataba de afianzar la independencia por las armas; hoy debemos tratar de
asegurarla por el engrandecimiento material y moral de nuestros pueblos”
escribió J. B. Alberdi (2) en sus escritos fundacionales de nuestra
Constitución. Con un manifiesto y declarado sentido práctico el autor señalaba
“Así, como antes colocábamos la independencia, la libertad, el culto, hoy
debemos poner la inmigración libre, la libertad de comercio, los caminos de
fierro, la industria sin trabas, no en lugar de aquellos principios, sino como
medios esenciales de conseguir que dejen ellos de ser palabras y se vuelvan
realidades”.
Más allá de
cualquier posición política o ideológica, la evidencia histórica muestra que
esa Constitución y su efectiva aplicación permitieron que nuestro país
convirtiera efectivamente esas palabras en realidades y hacia la primera década
del siglo XX la Argentina se había posicionado como el país más próspero de
América del Sur.
Entre 1914 y 1945
el mundo enfrentó una crisis disruptiva con tres acontecimientos que
significarían un profundo cambio en el orden mundial: la Primera Guerra
Mundial; la crisis económica-financiera de 1930 y la Segunda Guerra Mundial.
Tales cambios exigían nuevas respuestas.
Industrialización
e integración social
“En la gran
depresión mundial de los años treinta. Fue un verdadero desastre en la
Argentina…Terminamos por fin de convencernos, que había que apartarse de las
ideas convencionales. Así empezó el impulso decisivo a la industrialización y
hubo que tomar medidas de emergencia que permitieran al país recuperar su crecimiento
y lograr un ritmo superior de nuestras exportaciones. Los centros impugnaron la
industrialización, el proteccionismo, y la sustitución de importaciones”
explica con mirada retrospectiva en su libro Raúl Prebisch (3), uno de los
principales protagonistas intelectuales y políticos del nuevo proyecto que
comenzaba a gestarse en ese entonces, proyecto que en la década siguiente
llevaría a una mayor intervención del Estado en la economía en aras de avanzar
en esa dirección y lograr una mayor equidad social.
De nuevo, más que
hacer una revisión histórica y crítica del proyecto, vale destacar la presencia
de una formulación concreta de objetivos y políticas para implementarlos
Al mirar hacia atrás a mediados de los 1980s,
el mismo autor sostiene “En la Argentina, continuamos por inercia con la
política sustitutiva y fuimos lentos y tardíos en alentar las exportaciones.
Esto fue parte del gran capítulo de errores en que cayó nuestro país.”
Hacia un nuevo
proyecto
Esta inercia se ha
prolongado en las últimas décadas y los objetivos y políticas han quedado cada
vez más obsoletos ante los nuevos desafíos y oportunidades que plantea el
contexto global actual. Las consecuencias de esa obsolescencia se manifiestan
en el estancamiento y la inestabilidad económica con crisis cambiarias e
inflacionarias recurrentes con su secuela de una creciente pobreza y
desigualdad social, situación que tiende a agravarse cada vez más. Urge
redefinir objetivos y diseñar políticas adecuadas para concretarlos. Al efecto
de facilitar una discusión se enumeran algunos que consideramos fundamentales.
La recuperación de
la democracia y el sistema republicano de gobierno, pilar del proyecto de
organización política y social de nuestro país, resulta un logro indiscutible.
Pero sabemos que el ejercicio pleno aún dista de haberse alcanzado, y entonces
el sostenimiento y cabal funcionamiento del sistema constituye un primer
objetivo esencial.
Corregir los
errores de la inercia implica aceptar la necesidad de generar una economía más
competitiva e integrada al comercio mundial, dando lugar a un nuevo modelo que
aliente exportaciones en lugar de sustituir importaciones. Una economía más
integrada hará más compatible lograr el objetivo de una moneda sana y estable.
El primordial
objetivo social es por un lado afianzar la educación y por otro lado atender
las necesidades de los sectores mas vulnerables de la población y evitar el
creciente deterioro de los últimos años. La asistencia social será inevitable
para los casos extremos, pero sin duda el gran objetivo es brindar condiciones
favorables para que se genere trabajo y empleo genuinamente productivo.
Puede sonar
ilusorio el planteo, pero como nos lo testimonia nuestra propia historia,
también resultarían ilusorios en su momento los objetivos de lograr la
independencia, alcanzar la unidad nacional, y motorizar la prosperidad
económica y social. Hace falta grandeza
y valor como lo tuvieron nuestros fundadores. Vale recordar para alentarnos la
respuesta del General José de San Martín al planteo que le hiciera el General
Pueyrredón a su objetivo atravesar la cordillera de loa Andes con su ejército.
“Se que es imposible, pero es imprescindible intentarlo”
Quizás la actual
dirigencia política, empresaria y sindical se halla enquistada en una
estructura de poder e intereses y no se halla motivada para liderar un nuevo
proyecto. Es tiempo entonces de la Argentina invisible, esa que supo descubrir
y describir Eduardo Mallea (4) en su Historia de una Pasión Argentina. Es
tiempo de sembrar esperanza y asumir compromisos.
Notas
bibliográficas
Juan Álvarez. Las
Guerras Civiles Argentinas. EUDEBA, Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1972
Juan Bautista
Alberdi. Bases y puntos de partida para la organización política de la
República Argentina. Edición conmemorativa de su 150 Aniversario. Academia
Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Buenos Aires 2002
Raúl Prebisch. La
crisis del desarrollo argentino. De la frustración al crecimiento vigoroso.
Librería El Ateneo Editorial. Buenos Aires 1986
Eduardo Mallea.
Historia de una Pasión Argentina. Ediciones Corregidor. Buenos Aires 1986