Estimados amigos:
Por otra parte, se informa que en la China (la
comunista o más o menos comunista), con una población de 1.500.000.000 de
personas, desde que comenzaron los contagios hasta ahora, hubo en total
4.636 muertos por la misma causa.
Lo cual quiere decir que Córdoba, con una población
428 veces menor que China, ya ha sufrido más fallecimientos que el país
asiático, por tal virus. Y sin duda durante un par de meses más morirán muchos
más; se estima que unos 260 a 300 por semana, al menos.
Hay que añadir, a la comparación mencionada, que el
gobierno y pueblo chinos fueron sorprendidos por un virus desconocido por sus
organismos de salud pública, por lo cual no pudieron tomar medidas de
prevención hasta muchos días después que se propagaron los contagios, y que el
fenómeno surgió en una ciudad muy poblada (más de 10.000.000 de habitantes), de
intenso tráfico comercial interregional y en una época de grandes migraciones
internas, una fecha semejante a nuestra Navidad, en que la gente viaja a
localidades más o menos lejanas para visitar a sus familias.
Alguno dirá que las estadísticas del gobierno chino
serían mentirosas, porque los gobiernos comunistas que han oprimido a los
diversos países han usado siempre de la mentira política. Y puede ser. En
efecto, suelen mentir, incluso quizás más que los gobiernos estadounidenses, lo
cual es mucho decir (aunque éstos últimos no han mentido en lo que concierne a
los fallecimientos por la pandemia). Bueno, consideremos que la
estadística china no es veraz. Que en vez de 4.636 haya muerto el doble de
gente, o el triplo, o el quíntuplo: 25.000 personas... Igualmente
el contraste que expuse es resaltante.
El luctuoso hecho de nuestro país fue también el de
la mayoría de los países europeos y americanos. Y de entre los 80 países más
importantes o más poblados del planeta, parece que China fue casi la única
excepción. Y no sólo en la cantidad de víctimas fatales, sino en el hecho de
que allí prácticamente el problema se habría terminado, hace pocos meses
después del comienzo del fenómeno, salvo algún que otro rebrote episódico que allá
controlan prontamente y eficazmente.
¿Qué puede explicar las diferencias en los
resultados? En mi ignorancia de los hechos mismos y sus circunstancias, y
sólo con algunas pocas informaciones que podemos ver en los medios comunes de
prensa, expreso tan sólo mi conjetura: el éxito de los chinos obedece a que sus
gobiernos, nacional y locales, además de dictar medidas de aislamiento, etc., las
controló rigurosamente, la gente las habría acatado más que en otros países y
se habrían castigado sus violaciones con severidad y mensaje de ejemplaridad.
Habría muchas consideraciones para expresar al
respecto. Brevitatis causa, diré: No debe criticarse al gobierno nacional
argentino (al Presidente) por las medidas de cuarentena, confinamiento,
aislamiento, prohibición de circular y de reunirse, prohibición temporaria de
actividades comerciales, deportivas, religiosas, etc. (me refiero a las medidas
en general, o sea a la clase e intensidad de ellas, pues siempre en las reglas
concretas puede aspectos opinables o incluso manifiestamente erróneos... la
diferencia que ya sabemos que hay entre los juicios universales -de la ciencia
moral y de la filosofía política- y las decisiones concretas que requieren juicios
prudenciales).
Lo criticable del gobierno nacional no es, en
general, la índole de las medidas, sino que la observancia de ellas no se haya
controlado con el necesario rigor, que no se haya modificado la legislación
penal para la emergencia (por ej. suspendiendo la libertad condicional, la
suspensión del juicio a prueba, etc.) para la comisión de estos delitos; que
los tribunales no hayan aplicado la prisión efectiva (que conmina el art. 203
del C.P.) y no meramente multa para estos ilícitos, y que los fiscales del
fuero penal en su mayoría no hayan hecho lo debido...
Detrás de los hechos que censuro, conjeturo que
están
1)la lenidad penal (internalizada en los espíritus
de jueces, fiscales, empleados del foro, al grado de verdadera corrupción de su
inteligencia),
2)el resguardo de las libertades individuales
concebido no como un valioso cometido del Estado, sino como fin máximo del
Estado, en lugar del bien común político, que es el principio supremo;
3)el interés electoralista que erige en criterio
supremo de las políticas de Estado la atracción de votantes, o sea la
demagogia.
Afectuoso saludo,
C. T.
Profesor de Derecho Civil y de Filosofía del
Derecho
Universidad Nacional de Córdoba
Universidad Católica de Cuyo