Cardenal Sarah
“La
tierra ha sido creada por Dios. Él quiso un mundo pluralista. los hombres no
son iguales unos y otros. La naturaleza, además, es multifacéticamente
rica, porque Dios ordenado las cosas así. Nuestro Padre ordenó que los hijos
sean enriquecidos por sus diferencias.
Hoy,
la globalización es contraria al plan divino. Ella tiende a hacer todo
humanamente uniforme. La globalización significa cortar al hombre de sus
raíces, de su religión, de su cultura, de su historia, de sus costumbres y
ancestros. Él deviene súbdito, sin una patria, sin una tierra. El estaría en
casa en todas partes y en ninguna parte. Sin embargo, la riqueza de la nación
es la tierra que muestra su nacimiento y crecimiento. El maneja incalculables
recursos desde ese particular espacio geográfico. La tierra no puede ser un
océano sin fronteras. Este planeta entonces vendría a ser un desastre.
Dios
quiso el lugar para su creatura en un jardín, en un país, en un continente. Las
naciones son familias amplias. Dios quiso que el hombre sea enraizado. Él
conoce qué importancia tiene este régimen para su buena salud. El hombre no ha
sido creado para ser un agente económico o un consumidor. La humanidad entra en
el divino plan que la Biblia incesantemente describe. Dios quiere protegernos,
pero si los hombres se sustraen a su naturaleza falsificada a su medida, ellos
perecerán.
Los
países como éstos en Visegrad Group que refuta perder en su mala carrera son
estigmatizados, a veces insultados. La globalización se convierte en
prescripción médica obligatoria. El mundo-patria es un fluido continuo, un
espacio sin identidad, una tierra sin historia”.
(The Day is Now Far Spent, SARAH, Robert Cardinal, In conversation with
Nicolas Diat, translated by Michael J. Miller del original francés, Ignatius
Press, San Francisco, 2919, p. 242/3).