Temperley, 1 de junio de 2022
Señor diputado
nacional
Sergio Tomás Massa
Presidente de la
Cámara de Diputados de la Nación
Me dirijo a usted
en referencia a un Plenario de “Gestión menstrual en la Agencia Parlamentaria”
que se llevó a cabo el 27 de mayo ppdo. en dependencias del Palacio
Legislativo, en el marco de un proyecto de ley que se está debatiendo en la
Cámara que usted preside, titulado Programa
Nacional de Accesibilidad Gratuita a Productos de Gestión Menstrual
Reutilizables (Proyecto de Ley 1953-D-2022).
En dicho proyecto
ha sido incorporada una nueva figura jurídica que no existe en la Constitución
Nacional ni en el Código Civil y Comercial de la Nación: me refiero concretamente
a una entidad llamada persona menstruante.
La persona como
tal es la dignidad que define sustancialmente a todo ser humano como tal,
independientemente de las características específicas que distinguen a cada
individuo como tal, independientemente de su edad, sexo, profesión, creencias,
valores culturales, etc. Por eso suena raro que se la defina específicamente en
este caso por una función biológica que no está presente en la vida íntegra de
toda persona, sino en un lapso determinado y acotado.
Como muestra y
enseña la Biología, sólo las mujeres son las que experimentan en el ciclo
fértil de su vida esa experiencia, que se interrumpe momentáneamente en un
embarazo y se concluye definitivamente en el ciclo de la menopausia.
Llama
poderosamente la atención que con los problemas gravísimos que estamos
padeciendo en la Argentina haya legisladores que tengan tiempo para plantear
como problema de Estado una circunstancia que desde los orígenes de la historia
hasta ahora las mujeres han resuelto con total naturalidad. Corriendo el riesgo
de que las personas que no menstrúan sean dejadas de lado y no se piensen en
políticas de Estado para ellas y se conviertan en ciudadanas de segunda o
directamente en intocables, como en India.
En este sentido,
para ampliar el universo en la “lucha contra la injusticia sexual”, bien podría
usted animar a los legisladores que usted circunstancialmente preside a
elaborar políticas de salud referidas a las PERSONAS EYACULANTES, para que
puedan vivir su sexualidad a pleno, con subsidios del Estado. También podría
ayudar a impulsar legislaciones que permitan a las personas que viven en pareja
(¿PERSONAS COGIENTES?) vivir plenamente su relación, también subsidiadas por el
Estado. También habría que promover legislaciones que contemplen la
problemática de quienes gozan su sexualidad en forma absolutamente individual
(¿PERSONAS MASTURBANTES?), por supuesto, con fondos del Estado, para que nadie
se vea o se sienta discriminado a causa de su funcionalidad biológica.
Y ya que estamos en tren de impulsar este proceso revolucionario de flatulencia verbal, pongo a su consideración la necesidad de impulsar una ley que en forma absoluta destierre todo tipo de discriminación y diferencia, que abarque a todas las personas sin excepción, más allá de su sexualidad, identidad de género, funcionalidad biológica, profesión, edad, creencia, cultura, profesión, etc. En este sentido, considere usted si no sería necesario -y revolucionario- incorporar al Código Civil y Comercial (y quizás también al plexo normativo de la Constitución Nacional) el concepto de PERSONA CAGANTE, porque el acto de defecar es el nos hace iguales a todos los seres humanos sin excepción alguna, ya que todos lo practicamos inevitablemente, so pena de sucumbir mortalmente si alguien se niega a cumplir con esa función biológica tan básica y esencial para la existencia humana
. Como usted es abogado, tendrá presente el precepto del
Derecho Romano que afirma apodícticamente ET QUI NON CACAS PERIT, que el
Derecho Alemán tradujo como Wer nicht scheißt stirbt, el Derecho Inglés como He
who doesn't shit dies, y que el Derecho Español tradujo brutalmente como El que
no caga se muere.
La ventaja que
ofrece una iniciativa de este tipo es que lo que hasta ahora es un insulto en
momentos de discusión y enojo –“andá a cagar”- se convertiría de aquí en más en
una exhortación a que la persona aludida se sienta animada a ejercer plenamente
su ser-persona, haciendo realidad el mandato antes ofensivo, devenido en
solidaridad biológica, si me permite el término.
La posible
aprobación del reconocimiento universal del Ser Humano como Persona Cagante
permitiría además que la misma ley u otra en consonancia con ella disponga que
el Estado proporcione a todos los habitantes de la Nación, sin excepción
alguna, el papel higiénico necesario para el momento post-biológico, con lo
cual se daría un gran impulso a la industria en general y a las empresas en
particular que fabrican ese elemento que fortalecería el ejercicio limpio,
hasta diría ecológico, de un derecho humano tan básico y fundamental. Y para
consolidar este derecho, también el Estado debería proveer a todo habitante de
la Nación un inodoro como sede del ejercicio fecal, acoplado a las redes
cloacales que tendrían que estar presente en toda vivienda o hábitat de cada
uno de quienes habitan nuestro noble suelo. Fíjese cómo crecerían, entre otras
cosas, los servicios de AySa.
Mientras se
universaliza este derecho, le pido que transmita a los legisladores de su
confianza que impulsen otra iniciativa, que también haría posible quebrar el
estereotipo de definir a los varones como personas, que en realidad es un
sustantivo femenino. Esta nueva ley debería modificar el Código Civil, ya que
todos los seres humanos masculinos (¿personas eyaculantes?) podrían ser
definidos como persono, con el artículo masculino antecediéndolo: lo persono.
Espero que los
legisladores que usted preside y que lo acompañan en su gestión legislativa y
en sus iniciativas políticas puedan elaborar en concreto estas iniciativas que
le y les sugiero, pero que en realidad me han sido inspiradas por su militancia
menstrual. Yo las desarrollaría, pero no tengo la capacidad jurídica ni el
tiempo material para hacerlo, y además ellos (¿elles? o ¿ellxs?) cuentan con el
respaldo y la tranquilidad de cobrar una dieta de 300.000 pesos o más, lo que
les da la tranquilidad de redactar fundamentos para estos principios
revolucionarios, cuya efectivización pondría fin en forma definitiva a la pobreza
que nos agobia y a la inflación que nos devora.
En perspectiva
histórica, qué lástima que Eva Perón se dirigiera en sus numerosos discursos a
las mujeres de la Nación como “hijas, esposas y madres”, pero se olvidara de
resaltarlas como “menstruantes”. Otra hubiera sido la historia en nuestro país,
cuántos golpes de Estado y de mercado se hubieran impedido, cuánta pobreza y
miseria que hoy nos circunda e invade se hubiera evitado. Me suena raro que
estemos mutando el concepto de felicidad familiar con todos los miembros de un
hogar bien alimentados, vestidos y sanos por un tampón o una copa menstrual en
todas las mesas, porque no sé si su uso proporciona las calorías y energías que
todo ser humano necesita para desarrollarse en plenitud. Pero es cierto que por
algo siempre se empieza.
Señor diputado de
la Nación Sergio Tomás Massa, lo saludo con mi consideración más distinguida,
como corresponde a toda persona eyaculante y cagante.
Quedo a su entera
disposición
José Arturo Quarracino
DNI: 10.801.385