frente a
pandemias, el nuevo parasitismo
POR AGUSTINA SUCRI
La Prensa,
01.01.2023
Poco después de la
irrupción del covid-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se apuró a
empezar a trabajar en un “Acuerdo sobre prevención, preparación y respuesta
frente pandemias” y para ello creó incluso un “Órgano de Negociación
Intergubernamental” que se encuentra trabajando en un anteproyecto del acuerdo.
Este órgano de negociación presentará un informe sobre la marcha de su labor a
la 76ª Asamblea Mundial de la Salud, que se prevé celebrar en 2023, mientras
que las conclusiones serán examinadas en la 77ª Asamblea Mundial de la Salud
prevista para 2024.
Como ya se ha
puesto de manifiesto en artículos anteriores, este “tratado pandémico” que se
propuso bajo la excusa de “garantizar que las comunidades, los gobiernos y
todos los sectores de la sociedad –en el ámbito nacional y a nivel mundial–
estuvieran mejor preparados y protegidos, a fin de prevenir y responder a
futuras pandemias” encierra peligros vinculados con la potencial pérdida de
la soberanía nacional en caso de decretarse una nueva pandemia y el
otorgamiento a la OMS de un poder de decisión absoluto sobre las medidas a
implementar.
Claro que detrás
de este acuerdo y de la propuesta de destinar recursos para la “preparación
frente a pandemias” existen millonarios intereses que nada tienen que ver con
la intención de proteger a las sociedades. Para lograr su cometido, los actores
favorecidos -o mejor dicho, los parásitos- deben crear la idea de que las
pandemias son una amenaza cada vez más habitual. Así lo pone de manifiesto en
un interesante artículo el exfuncionario médico y científico de la OMS David
Bell, médico australiano especialista en Salud Pública y consultor biotecnológico
en salud global.
En el texto,
titulado “Preparación pandémica: el nuevo parásito”, Bell cita un fragmento de
un reciente documento conjunto del Banco Mundial y la OMS, redactado para la
reunión de 2022 del G20, que dice: "La frecuencia y el impacto de los
patógenos propensos a las pandemias van en aumento. Unas inversiones modestas
en capacidades de Preparación y Respuesta Pandémica (PPR) pueden prevenir y
contener brotes de enfermedades, reduciendo así drásticamente el coste de la
respuesta"
Bell subraya que
el documento trata de justificar una petición de financiación internacional sin
precedentes en materia de salud pública dirigida al floreciente sector de la
preparación y respuesta ante pandemias (PPR). “Las modestas inversiones a
las que se refieren incluyen 10.000 millones de dólares en nuevos
financiamientos; tres veces el presupuesto anual actual de la OMS”, resalta.
En el siglo
anterior a la debacle del covid, las pandemias no aumentaban y su impacto
disminuía de forma constante, como se señala en las directrices sobre pandemias
de 2019 de la OMS, hace notar Bell, quien contrasta: “El coste de la respuesta
al covid también habría sido mucho menor si se hubieran seguido estas
directrices de 2019, que se abandonaron aunque estaban basadas en evidencias. Las directrices de la OMS señalan que los
enfoques que comprendían los confinamientos del covid serían costosos,
especialmente para las personas con ingresos más bajos”.
Sin embargo, la
declaración conjunta de la OMS y el Banco Mundial no pretende reflejar la
realidad, sino pintar un cuadro a través del cual el público perciba una
realidad falsa, asegura el médico especialista en Salud Pública. “Al provocar
miedo y deferencia, la respuesta de concentración de riqueza utilizada contra
el covid puede normalizarse y luego repetirse. Las afirmaciones falsas
presentadas como hechos aceptados han demostrado ser muy eficaces para aumentar
la porción de la industria en el pastel financiero mundial. Las agencias
internacionales no tienen estándares publicitarios que cumplir”, argumenta.
En ese sentido,
explica que cuando una industria absorbe valor material para producir productos
en su mayoría incuantificables, las percepciones son vitales. “El crecimiento
de la industria de la salud pública sólo puede producirse de dos maneras. En
primer lugar, la industria y el público pueden identificar conjuntamente áreas
de trabajo mutuamente beneficiosas que el público considere dignas de
financiación. En segundo lugar, la industria puede engañar, coaccionar u obligar
al público, con la ayuda de gobiernos cooperativos, a prestar un apoyo que no
redunda en su interés. Esto último es lo que hacen los parásitos”, grafica
Bell.
"Como
descargo de responsabilidad, he pasado la mayor parte de mi vida laboral
empleado por gobiernos o en presupuestos de ayuda, viviendo del dinero que se
sacaba a los contribuyentes para que yo pudiera tenerlo. Puede ser un gran
estilo de vida, ya que los salarios y prestaciones de la sanidad mundial suelen
ser muy atractivos, permiten viajar a lugares exóticos y suelen ofrecer
generosos beneficios en términos de salud y educación”, confiesa el
exfuncionario de la OMS, quien añade: “Esto también puede funcionar para el
público si la relación es simbiótica, aumentando su salud y bienestar general y
mejorando el funcionamiento de una sociedad moralmente decente. A veces puede
darse ese resultado”.
EN CONTROL
Bell expresa que
para que la salud pública funcione para el público, éste debe seguir
controlando esta relación. “Los
pájaros picabueyes que se suben a los rinocerontes tienen una útil relación
simbiótica con su huésped: eliminan los parásitos de las grietas incómodas de
la piel, proporcionando al rinoceronte una piel más sana y menos picores
irritantes. Si picotearan los ojos del huésped, estos pájaros dejarían de ser
beneficiosos y se convertirían en un parásito merodeador”, ilustra y continúa:
“Durante un tiempo, los picabueyes pueden ganar más para sí mismos, dándose un
festín con las partes más blandas del rinoceronte. Con el tiempo, su huésped
sucumbirá, ya que un rinoceronte ciego, a menos que esté confinado en un
zoológico, no puede mantener su ser. Pero el picabueyes, si se deja llevar por
la codicia, puede no haber pensado tan lejos hacia adelante”.
Para seguir al
mando y gestionar la salud pública en beneficio mutuo, hay que decir la verdad
a los ciudadanos, sostiene Bell. “Pero en una industria de resolución de
problemas en la que los problemas resueltos ya no requieren trabajo, decir la
verdad pone en riesgo la seguridad laboral”, detalla.
"Aquí es
donde la relación simbiótica de la sanidad pública tiende a volverse
parasitaria. Si a uno le pagan por ocuparse de un problema sanitario concreto,
y el problema se resuelve gracias a una buena gestión o a un entorno de riesgo
cambiante, hay una necesidad clara y urgente de justificar la continuación del
sueldo”, prosigue.
En esa línea,
asegura que, a mayor escala, burocracias enteras de salud pública tienen un
incentivo para encontrar más problemas que "deben" abordarse,
elaborar nuevas normas que luego deben aplicarse e identificar más riesgos que
se deben investigar. “Siguen surgiendo y creciendo nuevos organismos
internacionales de salud pública, pero no cierran. La gente rara vez elige el
despido y el desempleo”, remarca.
Para Bell, aquí es
donde la industria de la salud pública tiene una verdadera ventaja. En la
naturaleza, los parásitos suelen concentrarse en un solo huésped para
sobrevivir, adaptándose para maximizar sus ganancias. Un anquilostoma está
diseñado específicamente para sobrevivir en el intestino de su huésped. El
huésped, sin embargo, tiene toda una variedad de parásitos, enfermedades y
otras preocupaciones acuciantes con las que lidiar. Por lo tanto, el huésped
debe ignorar al anquilostoma mientras no suponga una amenaza inmediata
evidente. El gusano necesita nutrirse de la sangre del huésped mientras parece
relativamente inocuo.
"Un
anquilostoma realmente inteligente encontraría la forma de engañar al huésped
para que piense que es beneficioso, tal vez promoviendo los beneficios de
prácticas medievales como la sangría, como hemos visto con los barbijos y los
toques de queda a través de la reciente respuesta covid. La industria sanitaria
mundial puede utilizar este enfoque construyendo una historia que les
beneficie, lo suficientemente plausible para el público como para pasar un
escrutinio rudimentario. Si suena suficientemente especializada, disuadirá de
un examen más profundo”, explica
el médico especialista en Salud Pública.
"En la
versión actual de esta estratagema, el público se enfrenta a una amenaza cada
vez mayor de pandemias que devastarán la sociedad si la industria de la salud
pública no recibe más dinero. Se les da una historia de urgencia, y se les
escuda de las realidades históricas y científicas que la socavarían”, agrega.
Bell hace notar
que ya existen organizaciones internacionales de salud pública centradas
exclusivamente en hacer frente a las pandemias, como la CEPI, inaugurada por la
Fundación Gates, Noruega y Wellcome Trust en el Foro Económico Mundial de 2017,
y el nuevo Fondo de Intermediación Financiera para Pandemias del Banco Mundial.
“Otros como Gavi, y cada vez más la OMS y Unicef, se centran fuertemente en
este ámbito. Muchos de sus patrocinadores, incluidas las grandes empresas
farmacéuticas y sus inversores, obtienen enormes ganancias de la espalda de
este jugoso tren”, subraya.
Como
contrapartida, señala Bell, el contribuyente promedio, que tiene que hacer
frente a la inflación, la vida familiar, el trabajo y un sinfín de otras
prioridades, difícilmente puede interesarse por la veracidad de lo que dicen
los "expertos" en algún lugar lejano. “Deben confiar en que siga
existiendo una relación simbiótica y mutuamente beneficiosa. Esperan que la
industria de la salud pública haga lo correcto; que siga estando de su lado”,
razona el exfuncionario de la OMS, quien advierte: “Tristemente, no es así”.
ANALISIS OCULTOS
Los libros blancos
sobre la preparación ante una pandemia no contienen análisis detallados de
costes y beneficios, al igual que no se facilitaron para los confinamientos del
covid, los cierres de escuelas o la vacunación masiva. Cálculos someros
sugieren un escaso beneficio global, por lo que se han evitado. “Ahora vemos
cómo esto se traduce en el declive de las economías, el aumento de la pobreza y
la desigualdad. Desviar miles de millones de dólares al año a pandemias
hipotéticas se sumará a esta carga. Sin embargo, esto se está haciendo, y el
público está consintiendo este uso de sus impuestos cada vez más duramente
ganados”, insiste Bell.
"Un
rinoceronte muerto no mantendrá a muchos picabueyes, y un anquilostoma no
sobrevivirá desangrando a su huésped hasta la muerte. Un sector de la sanidad
pública que empobrece su base de financiación y perjudica a la sociedad con
políticas desacertadas acabará sufriendo las consecuencias. Pero las ganancias
a corto plazo del parasitismo son atractivas y los humanos no parecen tener los
instintos (o la inteligencia) que mantienen al picabueyes en sana simbiosis”,
escribe con ironía el experto en Salud Pública.
Bell considera que
así la industria de la salud pública probablemente continuará su trayectoria
actual, aumentando la desigualdad y la pobreza, cómodamente en el extremo
receptor de la redistribución de la riqueza que promueve. “El dinero solicitado
para la preparación ante una pandemia se pagará, porque las personas que
deciden si se utilizan tus impuestos son esencialmente las mismas que los
solicitan. Dirigen el sector financiero y sanitario internacional y todos se
reúnen en su club privado llamado Foro Económico Mundial. Sus patrocinadores
tienen ahora más que suficiente dinero de sobra pululando por ahí para mantener
a bordo a políticos y medios de comunicación necesitados”, enfatiza.
Según este
especialista, los que trabajan dentro de la industria saben lo que hacen, al
menos los que se detienen lo suficiente a pensar. “Este abuso continuará hasta
que el anfitrión, el parasitado, se dé cuenta de que la relación simbiótica con
la que contaba es una falacia y ha sido engañado”, vaticina.
"Hay formas
de lidiar con los parásitos que no son buenas para el parásito. Una industria
de la salud pública realmente inteligente adoptaría un enfoque más mesurado y
se aseguraría de que sus políticas benefician al público más que a ellos
mismos. Pero eso también requeriría un código moral y algo de valentía”, finaliza.