Juan Manuel de
Rosas: el vampiro
POR PABLO A.
VÁZQUEZ
La Prensa,
22.01.2023
Entre todos los
insultos e injurias proferidos, en su época, contra el Restaurador de las Leyes
llamó la atención que los exiliados en Montevideo lo hayan comparado, como
agravio supremo, con un émulo del sangriento personaje de Bram Stoker.
La disputa entre
unitarios y federales alcanzó su punto álgido con el bloqueo francés al puerto
de Buenos Aires, entre 1838 a 1840. Mientras las fuerzas de Luis Felipe de
Orleáns buscaron desestabilizar al gobierno de Juan Manuel de Rosas, los
citados unitarios, a la vez de sumarse a la presión gala, apoyaron las acciones
armadas del general Andrés de Santa Cruz, de la Confederación Perú - Boliviana,
contra la Confederación Argentina, coaligadas con las fuerzas antifederales en
el Litoral y en la Banda Oriental. A eso se le sumaron intrigas palaciegas en
la propia Legislatura bonaerense, tratando de desplazar a Rosas, y conspiraciones
de algunos miembros de la Asociación de Mayo, como Carlos Lamarca, Santiago
Albarracín, Diego Arana, Benito Carrasco, Pedro Castellote, José María Lozano,
Jorge Corvalán, José Lavalle, Carlos Tejedor, Jacinto Rodríguez Peña, Carlos
Eguía y José Barros Pazos.
Mientras que las
figuras más representativas de la Generación del '37, como Esteban Echeverría,
Vicente Fidel López, Rafaél Corvalán, Juan María Gutiérrez y Juan Bautista
Alberdi, entre otros, aunque descontentos con el gobernador, no acompañaron
realizar acciones directas. Ante este clima de inestabilidad política la
presión oficialista los obligó a exiliarse a la mayoría, teniendo en Montevideo
como su nuevo destino de lucha.
LA PLUMA, SU ARMA
La pluma será su
arma, en su ofensiva contra el rosismo, destacándose la producción de sentido
de periódicos y sueltos unitarios como instrumentos ideológicos para combatir
al jefe supremo de los Colorados del Monte. Un antecedente lo constituyó el
periódico "El Moderador", editado en Montevideo en 1835 donde, junto
con avisos, edictos y notas de color, replicaba, casi en un estilo similar,
artículos de "La Gazeta de Buenos Aires", además de publicar cartas
de lectores antirosistas. Antonio Zinny en "Historia de la prensa
periódica de la República Oriental del Uruguay (1807-1852)" (1883)
referenció: "su redactor fue el doctor Angel Navarro y sus colaboradores
don Julián Segundo de Agüero, don Francisco Pico, don Valentín Alsina y don
Manuel Bonifacio Gallardo". Con 35 números, y un póstumo suplemento,
ingresado de contrabando en Buenos Aires y distribuido clandestinamente, el
mismo "fue mandado suspender en virtud de reclamación del gobernador
Rosas" a las autoridades orientales.
La experiencia
sirvió para entender que debían ser más explícitos y efectistas en su crítica
al gobernador bonaerense. De allí que recurriesen a una figura mitológica
foránea, ajena a estas latitudes: el vampiro. Figura legendaria que apareció
desde la antigüedad en la tradición de varias civilizaciones de Asia, América y
Europa, tendrá su difusión definitiva con las caracterizaciones de producciones
de sentido del siglo XVIII y XIX en base al folclore centroeuropeo.
Si bien en América
más allá de los propios murciélagos vampiros (desmodontinae), en sus tres
variedades, hay algunos indicios de seres vampíricos en la tradición araucana y
mapuche como el pihuychen y el trelke-wekufe, y el ColoColo, diabólico ratón
que succiona sangre; aparece la diosa Cihuateteo, de la actual México; el
Camazotz, para los Mayas; los Jencham, para los pueblos amazónicos del Ecuador
y Perú, entre otros, pero por la región que abarcaría la Confederación
Argentina y la región rioplatense sería escasa su presencia.
En el caso de la
herencia española, quienes monopolizan la absorción de la sangre son las
brujas, como las "guaxas" de Asturias, las "guajonas" en
Cantabria y las "meigas chuchonas" en Galicia, entre otras. La
presencia de Nosferatu en el resto del viejo continente, previa y durante la
época estudiada, se representó en textos religiosos, tratados médicos y relatos
de viajeros, y también apareció en producciones literarias y plásticas, mucho
antes que la novela "Drácula" de Bram Stoker, de 1897, y del relato
"El extraño misterioso" de Karl von Wachsmann, de 1844, más contemporáneo
al período de la Confederación Argentina.
La tradición del
"muerto viviente" llegará al Río de La Plata, en forma acotada, en
los textos del benedictino francés Augustin Calmet "Traité sur les
apparitions des esprits et sur les vampires" (Tratado sobre la aparición
de Espíritus y Vampiros), de 1749, con las "Reflexiones de Fray Benito
Jerónimo Feijoo"; junto al "Diccionario Filosófico" de Voltaire
de 1764, y, vía Esteban Echeverría, los textos de "La novia de
Corinto" (1797) de Johann W. von Goethe; "El Vampiro" (1819) de
Polidori; y alguna obra adaptada a la ópera sobre el tema.
Gabo Ferro en
"Barbarie y Civilización: Sangre, monstruos y vampiros durante el segundo
gobierno de Rosas" (2008) señaló: "Si las metáforas de la sangre y lo
monstruoso resultan las representaciones que los exiliados consideran más
ajustadas para precisar lo que no es posible definirse con palabras ordinarias,
las difíciles condiciones de circulación de sus soportes combinadas con las
acciones con las cuales Rosas ataca - o contraataca - a sus adversarios los
lleva a aguzar aún más sus oficios para descubrir a la bestia. Para tal fin,
recurrirán a una figura que Europa central ha soltado sobre su occidente y que
sincretiza los dos tipos de aberraciones más visitadas por los proscriptos con
el sólo llamado de una voz: el vampiro".
SERES MONSTRUOSOS
Fue así como desde
los periódicos "El Grito Argentino" (1839) y "Muera Rosas"
(1841-1842) equipararon a Rosas con seres monstruosos hasta llegar a
describirlo como un gótico bebedor de sangre, a la usanza de Bela Lugosi o del
personaje de la saga juvenil "Crepúsculo".
Ambos pasquines,
siguiendo a Zinny, tuvieron casi el mismo elenco que "El Moderador".
En el primer caso "Lo redactaron los señores Valentín Alsina, Juan
Bautista Alberdi, Andrés Lamas, Miguel Cané. Cada número contiene una lámina
representativa de las crueldades cometidas en Buenos Aires. Consta de 33
números". En el caso del segundo: "Sus redactores fueron el doctor
Miguel Cané, don Juan María Gutiérrez, don Luis Domínguez, don J. B. Alberdi,
don José Mármol, don Gervasio Posadas, don Esteban Echeverría, don Miguel
Irigoyen, Orma y Goyena".
Yendo al contenido
de los periódicos facciosos, Tulio Halperín Donghi dixit, en el Nº 6 del
"Grito Argentino", del 14 de marzo de 1839, ante el supuesto que
Rosas podría cerrar la Casa de los Expósitos (huérfanos), se describe como
"las criaturas, abandonadas en la calle, han sido comidas por los
perros" y que "ese hombre, cruel y feroz, se complace en estos
desastres", graficándolo con el "Malvado Rosas" viendo, mientras
el sereno grita "Viva la Federación", durante la "Medianoche en
la calle del Restaurador", el espectáculo de perros devorando a niños,
"que el Restaurador ha tirado a la calle".
En el Nº 27 del
mismo diario, del 2 de junio de 1839, se lo describe como un monstruo que,
hasta en un sueño lo buscan los diablos, "armando una bulla infernal, al
punto de dejarlo sin sangre en las venas"; como aquel que "no piensa
más que en sangre y veneno. El malvado quiere sangre, y aunque sea de perro, se
contenta y alegra", tal como explicitó el Nº 33 del mismo medio, del 30 de
junio de 1839.
En "Muera
Rosas" redoblaron la apuesta, desde el Nº 1 del 23 de diciembre de 1841,
incitando a eliminar al "monstruo", ya que asesinarlo "es
ceñirse una corona inmortal y dar vida a la Patria... merecedor de la
horca", por regar al país de "cadáveres, en sepulcros, en la
sangre...". El poema "Profecía", en el Nº 10, del 5 de marzo de
1842, lo sindica, como "resucitado", donde "la sed le hinchará
la lengua/e irás el suelo lamiendo/Tomando gusto a la sangre/Que está tu sangre
pidiendo".
El Nº 12, del 22
de marzo de 1842, lo representó como "bebedor de sangre de sus
víctimas" ya que el "modo que él tiene de conservarse es derramar
sangre". Y explicitó en verso que llevaba a sus víctimas para saciar su
sed de sangre: "Nos refiere la Gaceta/ que a cierto gran personaje / una
noche de etiqueta / Rosas lo llevó en carruaje / Y la cueva abandonó. /¡Rosas
al aires salir!/ Si tal milagro se obró / Rosas se está por morir".
La gráfica del
periódico fue explícita en el odio al Gran Americano: En el Nº 1, El
Restaurador, con un puñal en la mano derecha, y, en la izquierda, una bandera
negra, con la inscripción "Rosas o Muerte", entre dos calaveras y
huesos humanos; en el Nº 5 el Gobernador, presentando el 27 de diciembre de
1841, su Mensaje a la Sala, ante los diputados convertidos en asnos; el Nº 10
un retrato de Rosas, con sus charreteras formadas de dagas, en medio de un
montón de calaveras; y el Nº 13°, con Rosas y Oribe sentados, ante el aleteo de
murciélagos, mientras beben en cráneos humanos la sangre de sus víctimas.
Efectivamente, en el último número, del 9 de abril de 1842, ante una imagen que
ni el mismo Stoker vislumbraría, Rosas le dice al general oriental: "Lo
que Usted come, a mí me nutre y a Usted lo seca".
LA MEMORIA DEL
RESTAURADOR
La figura del
vampiro fue utilizada como un elemento más en la lucha contra Rosas pero no fue
continuada. Fue un elemento más, quizás por no ser un ser mitológico de gran
difusión en nuestro medio, trasplantado de Europa Central. Fue extravagante que
tuviesen que valerse de un mito foráneo, casi exótico, para atacar a un
gobernante local y que la sangre fuese la premisa, sobre todo cuando, con
posterioridad, sería la sangre del pueblo, la que corrió a borbotones, sin
distinción de banderías. Y, yendo al hoy, es paradójico pensar que dirían
aquellos unitarios que utilizaron dicha figura del "muerto viviente"
al ver que las jóvenes generaciones les resulta atractivo el mito del vampiro,
sea por su hálito sensual, el look gótico y el morbo sexual de la figura, y si
hoy acusasen a Juan Manuel de Rosas de vampiro, con su look a lo Robert
Pattinson, el protagonista de "Crepúsculo", tendría una fuerte
adhesión que beneficiaría la memoria del Restaurador.
Pablo A. Vázquez
*Licenciado en
Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan
Manuel de Rosas.