Laura Etcharren, que prepara el lanzamiento de su libro "Esperando las maras. El estado embrionario en Argentina", advierte que si no se toma conciencia y se sigue ignorando el tema voluntariamente, el fenómeno puede crecer y potenciarse.
Por Carola Mittrany
En entrevista para Comunidad Segura la socióloga especialista en el estudio de las maras habla sobre las razones que la llevan a creer que esta forma de organización juvenil originaria de Centro y Norte América está bajando hacia el sur y hace recomendaciones para tratar el problema:
“Es necesario poner en funcionamiento y conjugar a los distintos cerebros especializados dentro del sistema de seguridad. Abordar la problemática desde las diversas disciplinas y ser más rigurosos con el cumplimiento de la ley.”
-Usted hace una diferenciación entre maras y pandillas al definir a las maras como organizaciones vinculadas al crimen organizado, no obstante esta definición está lejos de ser consensual entre los diferentes expertos en el tema. ¿En base a que literatura y/o experiencia práctica usted se basa para trabajar a partir de esta definición?
-Los diversos criterios al momento de encarar un tema de investigación hacen que los diferentes cientistas sociales y/o investigadores utilicen distintas variables. Enfocar su mirada sobre los hechos sociales para poder elaborar una teoría. La diferenciación a la cual usted hace referencia se desprende del modus operandi de las pandillas y las maras. Mientras las primeras se disputan el dominio del barrio y funcionan alrededor del narcomenudeo; las maras transitan el dominio de la frontera para adquirir el poder que les otorga el control del narcotráfico.
-¿Entonces sería una cuestión semántica?
-Es decir, la palabra mara es como una especie de marca. Se las llama maras a las pandillas cuando en realidad, las verdaderas maras son las vinculadas al crimen organizado, a los escuadrones de la muerte, a los narcoterroristas. A todas aquellas agrupaciones que sí arrasan con todo lo que pueda interponerse en sus planes. Un pandillero no tiene la estructura de un marero. El respaldo es otro. El pandillero es cooptado por el marero para realizar trabajos por los cuales, los narco, no arriesgarían su vida. Son dos universos distintos. Con distintas expectativas y alcances en el campo de la acción.
En España, la Generalitat de Catalunya declaró a los Latin King asociación cultural como puede leer en un reportaje del portal Comunidad Segura (“Latin kings optán por legalizarse”). ¿Piensa que esto sería posible en Argentina? Si positivo, ¿cómo? Y si negativo, ¿por qué?
Los Latin King así como los Ñetas se presentan en un primer momento como las nuevas expresiones de la cultura juvenil que fueron despojadas, por sus niveles de violencia de sus países de origen (Puerto Rico y Ecuador). Algunos de sus integrantes, con el paso del tiempo e inmersos en una necesidad de crecer en el delito, se vuelcan a los grupos terroristas que encuentran en ellos aptitudes para trascender.
En Argentina, salvo algunas tribus urbanas, la mayoría de los chicos en banda están vinculados al delito. Razón por la cual, declararlos asociación cultural sería una demencia. Aunque también es preciso saber cuáles son los parámetros que se utilizan para dicha calificación y sobre todo, qué se entiende por cultura.
-En su opinión, ¿cuáles son las mayores fallas de la policía bonaerense y cómo éstas podrían ser resueltas?
-Argentina es un país colapsado en todas sus esferas. La seguridad no es la excepción a la regla. El abuso es una de las máximas de nuestro país. Tanto es así, que los malos manejos en la gobernabilidad implican, entre otras cosas, una policía que adolece de preparación para salvaguardar el bienestar ciudadano.
Desde ya que siempre hay salvedades pero el problema de la falta de educación y la corrupción al interior de la fuerza es caótica. Se despliegan policías por las calles del mismo modo que se reponen manzanas en un cajón. No se los asiste en instrucción por verdaderos especialistas y en lugar de aprovechar los recursos humanos que se tienen y darle tiempo a los nuevos postulantes para que se dediquen al armado de una estructura mental y física, se los ubica en la patrulla y se desconoce si tienen un curriculum idóneo para hacerse cargo de un estado de situación signado por la barbarie. Se despliegan así grandes sumas de dinero para agudizar el problema de la inseguridad con policías ineptos, y no se les saca mayor provecho de los Recursos Humanos disponibles.
-Al apuntar a los sectores juveniles como foco del problema, ¿no piensa usted que está corriendo el riesgo de ser mal interpretada por los medios y la sociedad y que se empiece a ver al joven como perpetrador del problema cuando en realidad es más víctima que victimario? ¿Cómo piensa que esto puede ser evitado?
-No apunto a los sectores juveniles como foco del problema. Lo que digo es que las pandillas están conformadas, en su mayoría, por jóvenes de entre 12 y 18 años. En algunos casos, hasta los 23 aproximadamente.
Los pandilleros son victimas entre comillas. La benevolencia de las leyes en Argentina así como en otros países del continente hace que los mismos reproduzcan de manera jactancioso los homicidios. Ser víctimas del sistema, actualmente, es un cliché. No obstante, del mismo modo que no todos los policías se encuentran insertos en el circuito de la corrupción, hay chicos que sí son esclavos del sistema y su emergencia de la pobreza no los convierte en asesinos.
-¿Y en el caso de las maras?
-Es distinto. En el mundo de las maras nadie va a matar por un cigarro de marihuana o por robarle el reloj a alguien. Sin embargo, cuando las maras buscan a los pandilleros, es para eso. Para realizar dentro de una nueva estructura actividades que realizaban en la pandilla. Los mareros ya son sujetos de larga trayectoria en el terreno del delito. Los jóvenes y no tan jóvenes absorbidos por el crimen organizado son concientes del paso que dan y también de la vida que llevan. De ahí las frases "La pandillas es mi familia" o "Matar o morir por la pandilla".
-¿Qué papel juegan los medios de comunicación en todo esto?
-Por los menos en Argentina lo que hacen es desdibujar el fenómeno de las maras a través de explicaciones basadas en la banalización y la incoherencia. Pero no como consecuencia de los aportes de los especialistas sino por una necesidad de ser novedosos en un tema que nunca puede ser tomado con parcialidad teórica y empírica.
-¿Cuáles son sus recomendaciones para tratar este fenómeno antes que tome mayores proporciones?
-En América Latina las sociedades están sujetas a la toma de conciencia de las autoridades a cargo. Países como Brasil, Uruguay y Argentina atraviesan por un momento crítico que aumentó. De ahí, la formación de embriones de maras y la existencia de pandillas que proliferan y buscan avanzar. Si no se toma conciencia y se sigue ignorando el tema voluntariamente, estamos perdidos. Es necesario poner en funcionamiento y conjugar a los distintos cerebros especializados dentro del sistema de seguridad. Abordar la problemática desde las diversas disciplinas y ser más rigurosos con el cumplimiento de la ley. De lo contrario, la anomia contribuirá a que el estado embrionario de las maras en Argentina, así como en otros territorios, crezca y se potencie con el narcoterrorismo.
(NuevoEncuentro 27/02/08)
Por Carola Mittrany
En entrevista para Comunidad Segura la socióloga especialista en el estudio de las maras habla sobre las razones que la llevan a creer que esta forma de organización juvenil originaria de Centro y Norte América está bajando hacia el sur y hace recomendaciones para tratar el problema:
“Es necesario poner en funcionamiento y conjugar a los distintos cerebros especializados dentro del sistema de seguridad. Abordar la problemática desde las diversas disciplinas y ser más rigurosos con el cumplimiento de la ley.”
-Usted hace una diferenciación entre maras y pandillas al definir a las maras como organizaciones vinculadas al crimen organizado, no obstante esta definición está lejos de ser consensual entre los diferentes expertos en el tema. ¿En base a que literatura y/o experiencia práctica usted se basa para trabajar a partir de esta definición?
-Los diversos criterios al momento de encarar un tema de investigación hacen que los diferentes cientistas sociales y/o investigadores utilicen distintas variables. Enfocar su mirada sobre los hechos sociales para poder elaborar una teoría. La diferenciación a la cual usted hace referencia se desprende del modus operandi de las pandillas y las maras. Mientras las primeras se disputan el dominio del barrio y funcionan alrededor del narcomenudeo; las maras transitan el dominio de la frontera para adquirir el poder que les otorga el control del narcotráfico.
-¿Entonces sería una cuestión semántica?
-Es decir, la palabra mara es como una especie de marca. Se las llama maras a las pandillas cuando en realidad, las verdaderas maras son las vinculadas al crimen organizado, a los escuadrones de la muerte, a los narcoterroristas. A todas aquellas agrupaciones que sí arrasan con todo lo que pueda interponerse en sus planes. Un pandillero no tiene la estructura de un marero. El respaldo es otro. El pandillero es cooptado por el marero para realizar trabajos por los cuales, los narco, no arriesgarían su vida. Son dos universos distintos. Con distintas expectativas y alcances en el campo de la acción.
En España, la Generalitat de Catalunya declaró a los Latin King asociación cultural como puede leer en un reportaje del portal Comunidad Segura (“Latin kings optán por legalizarse”). ¿Piensa que esto sería posible en Argentina? Si positivo, ¿cómo? Y si negativo, ¿por qué?
Los Latin King así como los Ñetas se presentan en un primer momento como las nuevas expresiones de la cultura juvenil que fueron despojadas, por sus niveles de violencia de sus países de origen (Puerto Rico y Ecuador). Algunos de sus integrantes, con el paso del tiempo e inmersos en una necesidad de crecer en el delito, se vuelcan a los grupos terroristas que encuentran en ellos aptitudes para trascender.
En Argentina, salvo algunas tribus urbanas, la mayoría de los chicos en banda están vinculados al delito. Razón por la cual, declararlos asociación cultural sería una demencia. Aunque también es preciso saber cuáles son los parámetros que se utilizan para dicha calificación y sobre todo, qué se entiende por cultura.
-En su opinión, ¿cuáles son las mayores fallas de la policía bonaerense y cómo éstas podrían ser resueltas?
-Argentina es un país colapsado en todas sus esferas. La seguridad no es la excepción a la regla. El abuso es una de las máximas de nuestro país. Tanto es así, que los malos manejos en la gobernabilidad implican, entre otras cosas, una policía que adolece de preparación para salvaguardar el bienestar ciudadano.
Desde ya que siempre hay salvedades pero el problema de la falta de educación y la corrupción al interior de la fuerza es caótica. Se despliegan policías por las calles del mismo modo que se reponen manzanas en un cajón. No se los asiste en instrucción por verdaderos especialistas y en lugar de aprovechar los recursos humanos que se tienen y darle tiempo a los nuevos postulantes para que se dediquen al armado de una estructura mental y física, se los ubica en la patrulla y se desconoce si tienen un curriculum idóneo para hacerse cargo de un estado de situación signado por la barbarie. Se despliegan así grandes sumas de dinero para agudizar el problema de la inseguridad con policías ineptos, y no se les saca mayor provecho de los Recursos Humanos disponibles.
-Al apuntar a los sectores juveniles como foco del problema, ¿no piensa usted que está corriendo el riesgo de ser mal interpretada por los medios y la sociedad y que se empiece a ver al joven como perpetrador del problema cuando en realidad es más víctima que victimario? ¿Cómo piensa que esto puede ser evitado?
-No apunto a los sectores juveniles como foco del problema. Lo que digo es que las pandillas están conformadas, en su mayoría, por jóvenes de entre 12 y 18 años. En algunos casos, hasta los 23 aproximadamente.
Los pandilleros son victimas entre comillas. La benevolencia de las leyes en Argentina así como en otros países del continente hace que los mismos reproduzcan de manera jactancioso los homicidios. Ser víctimas del sistema, actualmente, es un cliché. No obstante, del mismo modo que no todos los policías se encuentran insertos en el circuito de la corrupción, hay chicos que sí son esclavos del sistema y su emergencia de la pobreza no los convierte en asesinos.
-¿Y en el caso de las maras?
-Es distinto. En el mundo de las maras nadie va a matar por un cigarro de marihuana o por robarle el reloj a alguien. Sin embargo, cuando las maras buscan a los pandilleros, es para eso. Para realizar dentro de una nueva estructura actividades que realizaban en la pandilla. Los mareros ya son sujetos de larga trayectoria en el terreno del delito. Los jóvenes y no tan jóvenes absorbidos por el crimen organizado son concientes del paso que dan y también de la vida que llevan. De ahí las frases "La pandillas es mi familia" o "Matar o morir por la pandilla".
-¿Qué papel juegan los medios de comunicación en todo esto?
-Por los menos en Argentina lo que hacen es desdibujar el fenómeno de las maras a través de explicaciones basadas en la banalización y la incoherencia. Pero no como consecuencia de los aportes de los especialistas sino por una necesidad de ser novedosos en un tema que nunca puede ser tomado con parcialidad teórica y empírica.
-¿Cuáles son sus recomendaciones para tratar este fenómeno antes que tome mayores proporciones?
-En América Latina las sociedades están sujetas a la toma de conciencia de las autoridades a cargo. Países como Brasil, Uruguay y Argentina atraviesan por un momento crítico que aumentó. De ahí, la formación de embriones de maras y la existencia de pandillas que proliferan y buscan avanzar. Si no se toma conciencia y se sigue ignorando el tema voluntariamente, estamos perdidos. Es necesario poner en funcionamiento y conjugar a los distintos cerebros especializados dentro del sistema de seguridad. Abordar la problemática desde las diversas disciplinas y ser más rigurosos con el cumplimiento de la ley. De lo contrario, la anomia contribuirá a que el estado embrionario de las maras en Argentina, así como en otros territorios, crezca y se potencie con el narcoterrorismo.
(NuevoEncuentro 27/02/08)