Carlos Manuel Acuña
Los militares que
actuaron en la guerra antisubversiva contra el ERP en la selva tucumana,
comienzan a ser perseguidos y detenidos judicialmente. Esto sucede no obstante
que el Operativo Independencia que determinó esas acciones, fue ordenado por el
gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, que había asumido la
presidencia de la República
en su carácter de vicepresidente de Juan Domingo Perón, su marido muerto en el
ejercicio del cargo.
Al cierre de este
despacho, se supo que igualmente se pidió la captura de la ex presidente, quien
fue derrocada por el pronunciamiento militar del 24 de marzo de 1976,
exiliándose poco más tarde en Madrid, España, luego de pasar un período en
prisión. Allí vive y cabe aguardar la reacción del gobierno español cuando
reciba el correspondiente pedido de nuestras autoridades.
En el ejemplar de
ayer del Informador Público y desde esta columna, dimos a conocer una primera
nómina de militares detenidos ayer por la Policía Aeroportuaria ,
militares que posiblemente dentro de las próximas horas sean derivados desde el
Palacio de los Tribunales a la cárcel de Tucumán una vez que se hagan los
arreglos para solucionar el problema del repleto espacio que desbordan los
calabozos. También señalamos que se esperaban nuevas detenciones de oficiales,
suboficiales y civiles. La guerra contra el autodenominado Ejército
Revolucionario del Pueblo estuvo principalmente a cargo de las fuerzas del
Ejército Argentino, lo que se refleja en las jerarquías y pertenencia de esos y
de los nuevos detenidos cuyos nombres consignamos más abajo. Durante aquellos
años, estos eran jóvenes oficiales que hacían sus primeras experiencias bélicas
en condiciones absolutamente subordinadas, en tanto en todo el país se vivía un
estado de guerra prioritariamente urbana, caracterizado por bombas, asaltos,
secuestros y asesinatos a mansalva cometidos por los guerrilleros de ese
entonces. Hasta anoche, los detenidos sumaban alrededor de veinte y entre ellos
están el ex gobernador de las Malvinas, general Mario Benjamín Menéndez, los
coroneles Pedro Rodolfo López, Jorge Fernando Tanoni, Ernesto Nicolás Chávez,
José María Menéndez, Gerónimo Jorge Capitán, los teniente coroneles Fernando
Luis Labayru, Alfredo Alberto Svendsen y Walter E. Saborido, el capitán Walter
E. Saborido, el teniente Juan Bautista Cabrera y el subteniente Omar A. Baldo.
Pero además, tanto el
Ejército como las restantes Fuerzas militares y de Seguridad, enviaron a
Tucumán observadores para adquirir más experiencia sobre las intimidades que
caracterizaban una forma de lucha relativamente novedosa y cruel desplegada por
un oponente que no establecía frentes fijos para desarrollar el combate. Más
aún, la Escuela
de Guerra enviaron a sus alumnos al terreno e incluso cadetes testimoniaron con
su presencia la gravedad de los momentos que vivía el país. En nuestro caso, el
factor decididamente internacional estuvo determinado por el respaldo técnico,
ideológico y financiero aportado por Cuba y el entusiasmo del agónico Fidel
Castro quien públicamente se identificó con la organizada insurgencia regional
y particularmente con los hechos que se desarrollaban en la Argentina.
Todo esto permite
preguntarnos cual será el criterio que fijarán ahora los responsables políticos
del cristinismo para establecer pautas igualitarias en el extraordinario
tratamiento de este problema. ¿Cómo se tratará a todos los que intervinieron en
la guerra para enfrentar a los guerrilleros? ¿Se los convocará uno a uno para
detenerlos y llevarlos a juicio…? ¿Bajo que acusación? ¿Serán tenidos como
prófugos quienes no concurran…? ¿Qué sucederá con los que se establecieron en
el exterior? ¿Y con los extranjeros que aportaron sus conocimientos,
sugerencias y formas de acción…? Preguntas válidas que forzosamente se
convierten en complejas y que, al menos, demuestran una interesante vocación
por vivir en el pasado y complicar el actual escenario en términos
inimaginables.
Lo curioso de esta
nueva situación es que reverdece una lucha con más de 35 años de antigüedad y
que en los hechos parece marcar un progresivo pero acelerado distanciamiento
político del peronismo, cuyo gobierno constitucional enfrentó a las fuerzas
irregulares que pretendían imponer distintas formas de marxismo para alcanzar
el poder mediante el uso de la fuerza. La Compañía de Monte Ramón Rosa Giménez tuvo un
proceso de formación que sería demasiado extenso abordarlo en este momento así
como relatar los componentes no argentinos que pelearon en el monte contra
nuestros soldados. Por añadidura, quedaría flotando otro interrogante para
conocer que sucederá con los conscriptos que pelearon en favor de la Argentina y mostraron un
celo muy especial durante el desarrollo de los combates.
El pedido de captura
de la señora de Perón, quien en su momento no sólo abandonó legalmente el país
sino que recibió por parte de la presidencia de Raúl Alfonsín un resarcimiento
de nueve millones de dólares, determinaría también medidas similares contra los
ministros que firmaron el decreto correspondiente -entre ellos Antonio Cafiero
y Carlos Ruckauf- pero lo más insólito es que este paso político debería
extenderse a aquellos legisladores que convalidaron con su voto los alcances
del decreto y llegado el caso, a todos aquellos que de una u otra manera
respaldaron a nuestras fuerzas militares y de seguridad en el conflicto. La
norma no podrá hacer excepciones y lo más interesante es que hoy día buena
parte de ellos viven y actúan públicamente. Algunos en el oficialismo, otros en
la oposición, lo que permite toda clase de especulaciones, incluso las más
disparatadas aunque ya es un lugar común esperarlas, como quien dice, ” a la
vuelta de la esquina”. Entre ellas, un deseo oculto por generar una crisis de
grandes honduras y alcances que justifiquen un alejamiento del poder con un
gran portazo. Al respecto, se sabe que elementos ubicados en altos niveles
gubernamentales miran con esperanza hacia las Fuerzas Armadas pero ignoran que
suceda lo que suceda, nadie moverá un dedo, por lo que una vez más nos vemos
obligados a a utilizar vocablos como “incertidumbre”, por ejemplo, para
calificar el presente y, por supuesto, el futuro. También la palabra anarquía
que de ayer a hoy aumentó unos cuantos grados en su intensidad. La incógnita
abarca a los dos y genera a su vez más y más dudas acerca de lo que puede ocurrir.
InformadorPúblico,
19-10-12