“No salvaron ninguna vida"
Infobae, 27 de Mayo de 2020
Michael Levitt tiene su
propio laboratorio de biología estructural en la Escuela de Medicina de la
Universidad de Stanford y, desde hace muchos años, es una referencia en el
mundo de la ciencia. Sobre todo desde 2013, cuando ganó el Premio Nobel de
Química junto a Martin Karplus y Arieh Warshel, por el “desarrollo de modelos
multiescala para sistemas químicos complejos”.
Pero desde el 28 de enero de
2020 tiene una sola obsesión: el coronavirus. Su equipo de trabajo, con la
ayuda de voluntarios de diferentes países, trabaja incesantemente en el
análisis de datos relacionados con el virus, con el objetivo de rastrear la
evolución de la COVID-19.
El investigador
angloamericano e israelí es severamente crítico con la estrategia elegida por
la mayoría de los Gobiernos del mundo para combatir la pandemia. “Creo que las
cuarentenas no salvaron ninguna vida”, dijo el sábado en una entrevista con The
Telegraph. “Creo que pueden haber
costado vidas. Habrán salvado algunas vidas en accidentes de carretera y en
cosas así, pero el daño social por el abuso doméstico, los divorcios, el
alcoholismo, ha sido extremo. Y además están los que no fueron tratados por
otras enfermedades”.
Levitt cree que con algunas
recomendaciones puntuales, como usar máscaras desde el comienzo del brote y adoptar
ciertas normas de distanciamiento social, se habría obtenido el mismo resultado
en términos sanitarios, pero a un costo muy inferior.
“Creo
que el verdadero virus fue el virus del pánico”, afirmó. “Por razones que no me
quedan claras, creo que los líderes entraron en pánico y la gente entró
también, y creo que hubo una gran falta de discusión”.
El científico apuntó
especialmente contra Neil Ferguson, que era el principal asesor del gobierno
británico al comienzo de la pandemia y que escribió, junto con otros colegas
del Imperial College, un paper que pronosticaba cientos de miles de muertes en
el Reino Unido en caso de que no se estableciera una cuarentena. El trabajo fue
tan influyente que el primer ministro Boris Johnson, que había optado originalmente
por un enfoque similar al sueco, mucho menos restrictivo, cambió radicalmente
de postura e impuso un confinamiento. Ferguson terminó renunciando a su cargo
después de que se supiera que había ignorado las reglas que él mismo había
recomendado al recibir la visita de su amante en su casa en dos oportunidades.
“Cuando vi la sesión informativa (de Ferguson)
me quedé sorprendido. Era la tasa de mortalidad de un año, el doble de la
normal. Cuando lo vi, dije inmediatamente que estaba completamente equivocado.
Creo que Ferguson la sobreestimó 10 o 12 veces. Deberíamos haber visto de China
que un virus nunca crece exponencialmente. Desde el primer caso, el crecimiento
exponencial en realidad se desacelera muy dramáticamente”.
Levitt realizó sus propias
proyecciones sobre la mortalidad asociada a la COVID-19. Según sus cálculos, en la mayoría de los países se registrará este año
el equivalente a un mes más de muertes que en un año habitual. Para el Reino
Unido, que acumula 37.500 muertes, anticipó alrededor de 50.000.
"Hay un gran número de
personas que son asintomáticas, así que me imagino seriamente que para cuando
la cuarentena se introdujo finalmente en el Reino Unido, el virus ya estaba
ampliamente extendido. Podrían haber permanecido abiertos como Suecia en ese
momento y no habría pasado nada”, sostuvo.
“No hay duda de que se puede detener una
epidemia con la cuarentena, pero es un arma muy desafilada y muy medieval.
Podría haberse detenido con la misma eficacia con otras medidas sensatas”,
agregó. “No creo que nada haya detenido realmente al virus en Europa, salvo
algún tipo de agotamiento”.
Levitt y su equipo analizan
detenidamente los datos de 78 países en los que se reportaron más de 50 casos
de coronavirus. Su conclusión preliminar es que la evolución sigue una
tendencia, independientemente de las medidas que se tomen.
“Los números se mueven de
manera muy consistente cuando se miran todos los lugares que han sido muy
afectados, particularmente en Europa. El número simbólico de muertes antes de
que las cosas se detengan es de alrededor de un mes de muertes naturales, que
es algo así como una entre mil”.
El químico criticó a quienes
lo cuestionan por hablar sin ser epidemiólogo y recalcó la importancia de que
haya un debate abierto en torno a la pandemia y a las estrategias para
combatirla. “Me dijeron en numerosas ocasiones ‘no eres epidemiólogo, cállate’.
Realmente no me importa. Solo estaba mirando los números. Estaba mirando el
crucero (Diamond Princess), mirando a Wuhan. El mismo número se mantuvo en
estos lugares”, dijo. “Muchas cosas salieron mal, pero creo que lo principal es
que solo necesitábamos pensar y discutir las cosas un poco”.
Levitt
fustigó especialmente a los médicos que acuden a los medios de comunicación
para alarmar a la población. “El problema con los epidemiólogos es que sienten
que su trabajo es asustar a la gente para que se encierre, para que se
distancie socialmente. Así que dicen ‘va a haber un millón de muertes’, y
cuando solo hay 25.000 dicen ‘es bueno que hayan escuchado mi consejo’. Esto
sucedió con el ébola y con la gripe aviar. Es solo parte de la locura”.
El investigador se refirió
por último a cómo vive personalmente la pandemia, considerando que por su edad
pertenece a un grupo de riesgo en caso de contraer el virus. “Tengo 73 años y
me siento muy joven. No me importa el riesgo en absoluto. A medida que
envejeces, el riesgo de morir por una enfermedad es tan alto que es el momento
de comprar una motocicleta, ¡ir a esquiar!”.